TEMA DE ANÁLISIS
La variación acumulada del IPC a setiembre se ubicó en el 7,8%, acelerándose 0,4 puntos respecto al dato registrado un trimestre atrás.
Las perspectivas de que la inflación al cabo del año pudiese converger al rango meta por debajo del 7% quedan de lado, ante la suba que experimentó el dólar en respuesta a la crisis argentina y el alza en el precio del ganado y la carne al consumidor, debido a la presión que ponen sus dinámicas exportaciones a China.
Lo más probable es que en los próximos meses se ubique en el entorno al 8% que fue el nivel promedio de los últimos años, con lo que se puede asumir que ese fue el objetivo implícito en la política monetaria. En los hechos, cuando se miran los datos históricos, se comprueba que la verdadera banda de flotación fue entre el 6% y el 10%.
La variación acumulada del IPC en los últimos doce meses a septiembre se ubicó en el 7,8%. Si bien es un registro inferior al observado un año atrás, el comportamiento registrado en el último trimestre muestra una aceleración de 0,4 puntos en el período, tal cual se muestra en el gráfico que aparece en la parte de arriba del cuadro.
Se muestra allí la evolución de la variación anualizada del IPC y de otra variable que podemos denominar inflación de tendencia o core tal como se la denomina en la literatura inglesa, que no es otra cosa que el propio IPC depurado de sus componentes más volátiles. Concretamente la inflación de tendencia que ilustramos excluye a las frutas y verduras frescas y los combustibles, cuyos precios están sujetos a los avatares del clima en un caso y a la evolución del mercado internacional del petróleo, dando una mejor idea de las verdaderas presiones inflacionarias que enfrenta la economía.
Se ve en el gráfico que la tendencia de largo plazo de ambas variables es al alza, aunque con diferencias puntuales, asociadas precisamente al comportamiento volátil de los bienes que no se consideran en la definición core.
Como tendencia, desde abril del pasado año la inflación se está acelerando. La razón principal es la suba relativa que experimenta desde entonces el tipo de cambio, adecuándose a un contexto externo más incierto a nivel global y fundamentalmente como respuesta a la situación argentina.
Más allá de la tendencia de largo plazo, en el último trimestre se incrementó el ritmo de variación de los precios, tal cual se muestra en el gráfico que aparece a la izquierda en la parte media del cuadro.
Se compara allí la variación porcentual del IPC por trimestre de los tres últimos años. En los tres, la inflación en el primer trimestre fue similar y alta por el efecto UTE, pero en los dos restantes y debido a la suba del dólar, fue mayor en 2018 y 2019. En particular, la suba registrada en los tres últimos meses de 2019 superó a la del año anterior, contribuyendo así a la aceleración de la inflación. Todavía no conocemos el dato del último trimestre del presente año, pero seguramente seguirá esta tendencia, a la luz de la suba que está experimentando la cotización del dólar, que permaneció relativamente estable en el último trimestre de 2018.
La canasta del IPC incluye bienes que compiten con similares del exterior, otros que se comercializan básicamente en el mercado interno y un grupo importante de precios regulados. La formación de precios en cada uno de esos grupos es diferente por lo que vale la pena analizarlos por separado.
En el caso de los bienes que compiten con el exterior, los denominados transables, el comportamiento del tipo de cambio cumple un papel fundamental, ya que en muchos casos esos bienes se comercializan en plaza en dólares. Como el IPC los valúa en moneda nacional, si aumenta el valor de la divisa estadounidense medidos en pesos también suben, aunque no lo hayan hecho en dólares. Ese incremento hace que se acelere la inflación. Pero los bienes transables no son sólo los que se comercializan en moneda extranjera, generalmente asociados a productos importados, sino también aquellos que exporta el país, básicamente alimentos. Si suben los precios internacionales, ello también se ve reflejado en el IPC.
En los últimos doce meses, los precios transables se incrementaron 9%. El incremento del dólar jugó un rol muy importante en ello, pero también el precio de los alimentos. De hecho, analizando los distintos rubros que conforman este grupo, se puede comprobar que aquellos cuyos precios más subieron son precisamente los alimentos.
El análisis de los precios al productor o mayoristas ayuda a comprender mejor esta evolución. Tras la aceleración del dólar en abril del año pasado, los precios al productor de bienes agrícolas, es decir en la puerta de su establecimiento, vienen aumentando a tasas de dos dígitos, por el propio dólar y por mejoras en los precios internacionales. En particular, en los últimos meses fue la carne la que lideró la suba de los transables, acumulando un incremento del 19% en el último año.
Así como sube la carne, que tiene un peso muy importante dentro del IPC, otros rubros transables registran caídas de precios. Tales los casos de la vestimenta, el calzado, textiles y algunos rubros para el hogar. Y otros rubros importables, si bien muestran aumentos, son inferiores al del IPC general. La explicación a este abaratamiento habría que buscarla por el lado del enlentecimiento de la economía. Es probable que las empresas que comercializan esos productos estén deshaciendo stocks y vendiendo con menores márgenes.
A diferencia de los precios transables, los precios administrados están evolucionando por debajo del promedio del IPC. En este comportamiento es muy clara la incidencia de los combustibles, que no se ajustan desde julio del pasado año en el caso de las naftas y desde enero de aquel año en el caso del gasoil. Como contrapartida, se constatan aumentos superiores al promedio en los servicios médicos tarifados y el gas por cañería.
El enlentecimiento de la economía ayuda a que los precios de los bienes y servicios no transables, cuyos precios por definición se ajustan por la demanda interna, no se aceleren. De todas formas, la evolución de los salarios le pone un piso, tal cual se muestra en el gráfico que aparece en la parte baja del cuadro. Se compara allí la evolución anualizada de los precios no transables excluida las frutas y verduras frescas y el índice medio de salarios. Se ve que ambas variables siguen la misma tendencia, salvo a mediados de 2018, pero esa desaceleración relativa de los salarios se debió al período de las negociaciones de la actual ronda de los Consejos de Salarios. Una vez alcanzados los acuerdos, los salarios recuperaron su ritmo.
El ajuste de julio llevó la variación anualizada a niveles de dos dígitos (10,5%), pero no hay que concluir que ello se debe a una aceleración, sino que es la contracara del problema anterior. La comparación es contra niveles que no reflejaban aun el aumento de la nueva ronda. En los próximos meses, la variación anualizada convergerá a los niveles de los últimos meses. Por ello, los precios no transables no saltaron y continuaron aumentando al mismo ritmo.