Durante mucho tiempo, hasta 2017, fue Brasil el principal socio de Uruguay en el comercio de bienes; pero desde entonces China ocupa ese lugar. Con el país asiático se realizan transacciones comerciales de bienes que alcanzan al 20% del total que realiza Uruguay.
De todos modos, Brasil continúa siendo el principal origen de las importaciones que se realizan desde nuestro país. El total del comercio exterior de bienes con el país norteño ha sido, en 2022, por un monto de 4.315 millones de dólares, el 18% del total del comercio exterior local. Se trata de un monto que es del orden del 7% del PIB, lo que lleva a la necesidad de evaluar seguidamente, las condiciones macroeconómicas de una nación que tiene gran influencia sobre la situación económica de Uruguay.
Es importante describir entonces lo que son, dada la situación de hoy, las expectativas sobre el comportamiento que tendrán las principales variables en el corto plazo y cuáles pueden ser los efectos de igual naturaleza sobre un socio menor del Mercosur.
Las expectativas
En el último trimestre del año pasado la economía brasileña declinó, pero en todo el año 2022 tuvo un crecimiento que llevó al PIB a ubicarse 6% por encima del nivel previo a la pandemia, lo que se ha reflejado en una tasa de desempleo sensiblemente menor al de aquel momento. En los primeros tres meses de 2023, el indicador de anticipo del comportamiento del nivel de actividad que estima el Banco Central de Brasil muestra que la economía, aunque a un ritmo bajo, ha vuelto a crecer y refleja expectativas de crecimiento del PIB levemente alcistas. Los encuestados aguardan 1,3% de expansión para este año e igual crecimiento para 2025. Esas expectativas se presentan al cabo de un lapso de dos trimestres durante el cual, según la Confederación Nacional de Industrias (CNI) ha informado que las condiciones actuales de la economía, según lo muestra el indicador de expectativas de los empresarios del sector (ICEI) vienen en tendencia bajista. En resumen: lenta expansión esperada este año y el siguiente, a pesar de lo reflejado por el ICEI.
Otro indicador importante desde el punto de vista macroeconómico es el comportamiento de los precios al consumidor. La inflación ha tenido una evolución con tendencia marcadamente bajista desde su máximo de 12,1% hace un año a 4,18% en los doce meses hasta abril pasado. La política monetaria restrictiva del Banco Central de Brasil, que se ha reflejado en aumentos de su tasa de interés de referencia para ajustar a la baja al crédito en la economía y así frenar presiones alcistas de precios, ha contribuido al abatimiento inflacionario. De todos modos, no se puede dejar de reconocer que naturalmente han desaparecido otras presiones al alza del pasado, debido a los problemas de la guerra de Rusia y Ucrania y la recuperación mundial. De acuerdo con la ya mencionada encuesta de Focus para el Banco Central, se estima que la inflación este año será 5,71% y 4,1% en 2024. En resumen: una inflación que no marca un desequilibrio de precios que haga necesario seguirla atacando con una política aún más restrictiva que la actual, que presione a la baja al tipo de cambio nominal.
En cuanto al tipo de cambio, cuya evolución es siempre importante para el comercio uruguayo-brasileño tanto de bienes como de servicios, lo que se viene observando desde el comienzo de 2020 es que ha presentado volatilidad acotada, para culminar el dólar hoy 4% por debajo de hace tres años, mientras que en Uruguay la caída del dólar en igual lapso ha sido más de 11%. Cuando se observa además de la evolución del dólar y también la de los precios en Brasil y en Uruguay en los últimos tres años, se concluye que la disminución del tipo de cambio real en nuestro país ha sido mayor e implica leve pérdida de competitividad local de los productos transables. La encuesta de Focus para el Banco Central viene mostrando desde hace ya varios meses que el dólar a fin de año valdría 5,11 reales y 5,17 reales al finalizar el año entrante. Esos valores se estiman a pesar que la encuesta de Focus muestra que la tasa de interés de referencia del Banco Central bajará este año y el que viene, lo que puede afectar al alza al valor del dólar.
Conclusión
De acuerdo con lo descripto hasta aquí, es posible afirmar que las expectativas indicadas no apuntan a que en el resto de este año y en 2024 vaya a haber efectos importantes sobre la economía uruguaya. Uruguay mantendrá su comercio de bienes con Brasil en los niveles del año pasado, sin cambios que puedan significar una amenaza para la producción transable uruguaya, tanto a las exportaciones como a las de actividades que sustituyen importaciones. Pero también se debe destacar, que en Brasil, de acuerdo con las expectativas comentadas, no habrá una influencia en los próximos semestres, que mejore de alguna manera la situación macroeconómica de nuestro país.
Si en el corto plazo, las expectativas en Brasil no apuntan a que las variables analizadas vayan a mejorar de alguna manera la situación macroeconómica en Uruguay y por otro lado, los desequilibrios que vive Argentina —que como dicen los productores brasileños, les afectan considerablemente los obstáculos que les presenta a sus exportaciones el Sistema de Importaciones de la República Argentina—, se impone que Uruguay negocie con Brasil —y con el otro miembro del grupo—, una revisión sustancial de los derechos y obligaciones que el Tratado de Asunción impone sobre los países miembros. Si Brasil siente los efectos adversos de la situación argentina no es improbable que, como ya lo está haciendo individualmente, pase a intentar el ingreso a otros mercados y permita a Uruguay flexibilizar su vinculación comercial con otras naciones.