OPINIÓN

En América Latina y el Caribe, los crecientes índices de urbanización han generado procesos de desorganización y falta de planificación urbana, que llevaron a que 1 de cada 4 ciudadanos viva en zonas marginales y con acceso limitado a bienes y servicios. Este panorama se agrava si tenemos en cuenta que nuestra región es la más inequitativa del mundo, con una pobreza de alrededor del 30% y con el 53% de la población dependiendo del sector económico informal para su subsistencia.

Pero no todos los pronósticos son negativos. Si revisamos el estado de la vivienda en América Latina y el Caribe, podremos constatar que en los últimos años se ha logrado cubrir los déficits cuantitativos que había en la materia. El gran desafío, ahora, radica en pasar de una lógica de producción de economías de escala orientada a cubrir ese déficit habitacional, a una política que fomente la construcción de soluciones cualitativamente mejores y más accesibles. Una vivienda más digna tiene repercusiones importantes sobre la calidad de vida y las posibilidades de las personas que allí viven y se desarrollan.

Con este objetivo en mente, desde CAF -banco de desarrollo de América Latina realizamos el 10 y 11 de noviembre el seminario internacional “Hacia una política integral de los asentamientos informales en América Latina”, en Buenos Aires y Montevideo, que tuvo el doble fin de generar un espacio de intercambio de alto nivel sobre la informalidad urbana en la región, y promover una serie de propuestas para la construcción de políticas de hábitat integral en todo el territorio. Participaron del evento, en sus dos jornadas, referentes y especialistas en políticas de vivienda, desarrollo urbano e integración social, ministros de gobiernos locales y nacionales, representantes de fundaciones y organizaciones sin fines de lucro, y autoridades de CAF de Argentina y Uruguay.

Como organismo multilateral de financiamiento buscamos, mediante ésta y otras acciones y medidas, colaborar con la generación de marcos regulatorios y políticas públicas de planificación y desarrollo urbano sostenible e inclusivo, que permitan mejorar la calidad de vida de las personas que viven en asentamientos informales. Para eso, hemos realizado en la región una serie de intervenciones que incluyen la construcción de viviendas, la apertura de calles y pasajes, la provisión de equipamiento urbano, la conexión a servicios básicos como agua potable, alcantarillado y electricidad, además de programas de apoyo a la gestión territorial.

En Buenos Aires, por ejemplo, colaboramos con el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) para la puesta en marcha del Programa de Integración Socio urbana que requirió un financiamiento por parte de CAF de 100 millones de dólares y alcanzó a un universo de 50 mil habitantes. El plan consiste en la reurbanización e integración habitacional y socioeconómica de los barrios 20, Rodrigo Bueno y Playón de Chacarita.

En Uruguay, en tanto, a raíz de la reciente posibilidad de brindar financiamiento nuevamente para el desarrollo de soluciones habitacionales en el país, impulsamos conjuntamente con el gobierno nacional el Plan de Apoyo para el Programa de Asentamientos Irregulares. La iniciativa pone en marcha una plataforma informática que permite geolocalizar esos espacios, brindar apoyo para la toma de decisiones y promover una mejor calidad de vida para las poblaciones vulnerables. Esperamos poder seguir llevando adelante nuevos programas para el desarrollo sostenible y la inclusión social en Uruguay.

El desarrollo humano integral implica no solo satisfacer las necesidades básicas de las personas, sino también garantizar una vida digna, plena y en igualdad de condiciones para todos. De eso nos habla el Papa Francisco cuando se refiere a la ecología humana. “La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y es una cuestión central de esa ecología humana”, nos dice el Santo Padre. Trabajemos conjuntamente los distintos niveles de gobierno, organismos de financiamiento, organizaciones sin fines de lucro y representantes de la sociedad civil para generar verdaderas oportunidades para todos.

(*) El autor es Vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de CAF -banco de desarrollo de América Latina.