La situación macroeconómica de la región, de Argentina y de Brasil, ha tenido muchas veces fuertes efectos positivos pero también muchos negativos, sobre la economía de nuestro país, sobre su producción, sobre el comportamiento del nivel general de precios y sobre el sector externo.
Se recuerda siempre por ejemplo, la negativa influencia desestabilizadora que la situación argentina nos trasmitió en 2002, o también, la de años recientes que se extendiera hasta hace unos meses.
La diferencia de precios favorable al vecino y las restricciones cuantitativas, cambiarias y de pagos a sus importaciones, provocaron un fuerte golpe tanto sobre el comercio interno -por los masivos viajes de compras a Buenos Aires y a la zona fronteriza argentina-, como sobre las exportaciones de nuestro país.
El “trade off” de esa desestabilización fue la leve ayuda que esa situación tuvo para disminuir el ritmo inflacionario local. Ahora la situación económica argentina tiende a ser diferente, con efectos favorables sobre los precios relativos que permiten recuperar la competitividad de la producción uruguaya de bienes y de servicios.
Nueva influencia
Surge ahora una nueva influencia regional adversa. Es ahora Brasil la nación que al introducir cambios en sus políticas fiscal y monetaria reciente profundiza el descenso que ya venía teniendo, desde hace un tiempo, la competitividad de nuestra producción transable con el miembro mayor del Mercosur lo que es muy importante porque se trata del mayor socio comercial de bienes de Uruguay.
Las exportaciones uruguayas de mercaderías a Brasil son del orden del 20% del total de las ventas externas y las importaciones de bienes desde ese origen son, también, aproximadamente el 20% de las compras en el exterior. Al margen del comercio de mercaderías, Brasil es también nuestro segundo importador de servicios, fundamentalmente de turismo.
Su situación macroeconómica no muestra desequilibrios ni de naturaleza interna ni externa.
La información reciente muestra que es un país que ha crecido 5,1% en el último año (Indice Actividad Económica Banco Central); que el desempleo, en baja, es 6,2% en octubre (IBGE); que la inflación de los doce meses hasta octubre es 4,76% y que si bien en el sector externo existe un déficit de cuenta corriente importante pese al alto superávit comercial de bienes, de todos modos existe un ingreso de capitales por inversión extranjera directa que permite una estabilidad resaltable de las reservas internacionales del Banco Central de Brasil (BCB).
Si los resultados macroeconómicos hasta fines de setiembre eran poco preocupantes con estimaciones de analistas, empresas financieras y otras instituciones que contestan la encuesta del BCB (Foesco), que mantenían buenas expectativas de las variables macroeconómicas más importantes hasta la culminación de este año y para 2025, modificaciones en la política monetaria y en la fiscal que se anunciaran en octubre y en la segunda mitad de noviembre provocaron cambios que pueden tener efectos lamentablemente adversos sobre la economía uruguaya.
La situación macroeconómica que se estimaba buena no solo por las autoridades y entidades, sino también por entidades multinacionales como el FMI y el Banco Mundial, venía ocurriendo con una combinación de una política fiscal sumamente expansiva que le ha llevado a acumular un déficit fiscal del orden de 7,93% del PIB -y en aumento-, en los doce meses hasta octubre, y con una política monetaria menos contractiva pero aún alta, hasta setiembre.
En los últimos dos meses ante el crecimiento del déficit fiscal se realizaron cambios a esas políticas para reducir el desequilibrio financiero del sector público y para evitar el aumento de la creciente deuda pública. Las medidas más importantes desde el punto de vista fiscal que están en vías de ejecutarse consisten en una reducción significativa de gastos y en la introducción de una combinación en la aplicación del impuesto a la renta, con aumento en la tasa del impuesto sobre los ingresos más altos y disminución significativa en los más bajos.
La medida monetaria han sido los dos aumentos de la tasa de referencia de la política del BCB elevada en 75 puntos básicos.
Los efectos
La reacción del mercado a los anuncios del ajuste propuesto por las autoridades económicas no fue el esperado por ellas y ratificó lo que ya ocurría desde antes de octubre.
El valor del dólar se apreció considerablemente y eso se reflejó en el tipo de cambio real afectando a los precios relativos con nuestro país, que ya ocurría pero ahora de manera más marcada.
Cuando se observa la evolución del tipo de cambio y de la inflación en ambos países y se toma como referencia lo ocurrido con la competitividad bilateral en los últimos dos meses y asimismo desde enero pasado, se hace muy evidente la pérdida de competitividad de la producción transable uruguaya en ambos períodos.
En los últimos dos meses los precios en dólares en Brasil cayeron 4,1% y en Uruguay 2,7% mientras que en lo que va del año los precios en dólares se contrajeron 5% en nuestro país y 15% en Brasil.
Es evidente que la menor competitividad de la producción transable de bienes y de servicios de nuestro país se reflejará en una tendencia declinante de las exportaciones al Brasil y en una tendencia una de las importaciones con efectos sobre la producción y el empleo local.
La persistencia de un entorno desfavorable como el que se viene planteando debería llevar naturalmente también a una apreciación mayor del dólar en nuestro país lo que podría incidir sobre un ritmo de la inflación al alza quizás amortiguado por la competencia del exterior norteño.
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