TEMA DE ANÁLISIS
En línea con el incremento de la pobreza, crece el porcentaje de personas que la ubica entre principales problemas del país.
Los efectos recesivos generados por el contexto de emergencia sanitaria implicaron un crecimiento significativo de la pobreza y vulnerabilidad en la población uruguaya, profundizándose una desmejora iniciada en 2019. Tomando como referencia la evolución de la línea de pobreza (que mide la capacidad de los hogares de solventar una canasta básica alimentaria y no alimentaria), la población uruguaya en situación de pobreza creció 2,8 puntos porcentuales respecto a 2019, de 8,8% a 11,6%. En términos absolutos, se trató de un incremento aproximado de 100.000 personas.
¿Cómo se asocian los cambios en indicadores objetivos con las percepciones ciudadanas en torno a la pobreza? Según nuestro Monitor de Opinión Pública de los últimos tres años, el crecimiento de la pobreza fue acompañado por un incremento del porcentaje poblacional que ubica a la pobreza como principal problema nacional. Para 2019, el promedio de nuestras encuestas de opinión pública marca un 4% poblacional que ubicaba a la pobreza como el principal problema del país. Para 2020, este guarismo se duplicó y trepó al 8%. Respecto al primer semestre de 2021, promediando nuestras dos ediciones trimestrales del Monitor de Opinión Pública, se mantiene el 8% de población que sitúa a la pobreza como principal problema. A este porcentaje se agrega un 12% que considera a la pobreza como el segundo problema principal. Es decir, actualmente un quinto de los uruguayos ubica a la pobreza como uno de los dos problemas más importantes del país. Analizando en forma más desagregada la evidencia, el principal quiebre de tendencia sucede a partir del segundo trimestre de 2020, lo que coincide con el inicio de la emergencia sanitaria y el momento más recesivo que viviera el país, a raíz de la extendida suspensión de actividades productivas y comerciales.
La importante correlación entre comportamiento de los indicadores de pobreza y percepciones ciudadanas también se había observado en el ciclo 2003-2018, período en que disminuyeron progresivamente tanto las personas en situación pobreza como el porcentaje de uruguayos que ubicaba a dicha problemática en la cima de las preocupaciones nacionales (véanse por ejemplo las series históricas del Latinobarómetro). En suma, aunque la pobreza como problema país se mantuvo lejos de los guarismos que recogen temáticas como el desempleo, la inseguridad y el coronavirus, hay un cambio destacable en la opinión pública uruguaya. Asimismo, igual que en otras dimensiones como el desempleo, el coronavirus o la criminalidad, los indicadores subjetivos sobre la importancia de la pobreza como problema país acompañan el comportamiento de los indicadores objetivos.
Los segmentos de mayor vulnerabilidad no son más propensos a ubicar a la pobreza como problema país. En cambio, se observan diferencias apreciables según preferencias político-partidarias.
La pobreza tiene claros sesgos sociodemográficos. Por ejemplo, afecta más a los residentes de la zona norte del país, a los hogares con jefatura femenina y a aquellos hogares con menores de edad convivientes. Además, hay un fuerte sesgo etario: 1 de cada 5 niños o adolescentes viven en hogares por debajo de la línea de pobreza, contra 1 de cada 10 diez integrantes del núcleo principal de la PEA (18-64) y sólo 1 de cada 50 adultos mayores.
¿Tienen estos sesgos un correlato en las percepciones poblacionales? ¿Son efectivamente los sectores más afectados por la pobreza aquellos que le otorgan mayor centralidad como problema país?
Para responder esta pregunta realizamos diversos análisis multivariados basados en la técnica de regresión logística. Tomamos como variables dependientes ubicar a la pobreza como principal problema del país o entre las dos problemáticas más importantes. Utilizamos para estos análisis los datos de nuestro Monitor de Opinión Pública de marzo 2021, en donde relevamos una amplia batería de indicadores asociados con la pobreza.
Como predictores sociodemográficos de estos modelos incorporamos la edad, el género, la región de residencia, la presencia de menores de 18 años en el hogar, el nivel educativo, haber sido beneficiario de canastas del Mides y/o haber tenido dificultades para pagar servicios básicos en 2020. En estos análisis sumamos también una variable política, el voto en las elecciones de octubre de 2019, tomando en cuenta el habitual impacto que en nuestro país tienen las preferencias partidarias sobre las preocupaciones ciudadanas.
En cuanto a los resultados, ni aquellas personas con mayor vulnerabilidad ni los perfiles poblacionales más propensos a estar en situación de pobreza son significativamente más proclives a sostener que la pobreza es el principal problema del país. Este resultado difiere de regresiones estimadas para analizar los determinantes de otros problemas ciudadanos. Por ejemplo, las personas desocupadas son significativamente más proclives a indicar al desempleo como principal problema del país, mientras que a mayor edad (población de mayor riesgo) crece fuertemente la preocupación por el coronavirus. Así, mientras en dimensiones como el desempleo y el coronavirus la situación personal afecta con claridad el diagnóstico sobre los problemas generales del país, en el caso de la pobreza no hay evidencia de que ello ocurra.
En cambio, las preferencias político-partidarias se encuentran fuertemente correlacionadas con ubicar o no a la pobreza al tope de las preocupaciones país. Dejando otros factores constantes, haber votado al Frente Amplio se asocia a una probabilidad del 14% de considerar a la pobreza como problema principal, mientras que haber elegido partidos de la Coalición Multicolor se asocia a una probabilidad del 3%. Similarmente, nuestros modelos multivariados estiman un 28% de frenteamplistas contra un 11% de electores multicolores que ubican a la pobreza entre los dos principales problemas del país. Que los electores frenteamplistas tengan una mayor predisposición histórica a ubicar a la pobreza como principal problema guarda correspondencia con las diferentes preferencias valorativas de los dos grandes bloques electorales del país. Por ejemplo, evidencia previa marca que los frenteamplistas tienen una mayor propensión a demandar mejoras en la desigualdad de ingresos y a sostener una visión explicativa estructural de la pobreza. A la inversa, los electores multicolores realizan un mayor énfasis en valores como la seguridad, el crecimiento económico y la responsabilidad individual.
En suma, el incremento de la pobreza observado en 2020 parece haber impactado en un crecimiento de la percepción sobre la pobreza como principal problema del país. A la inversa que otras preocupaciones ciudadanas que se ven directamente permeadas por la situación personal, la mayor preocupación por la pobreza no se incrementa a mayor vulnerabilidad socioeconómica. En cambio, crece significativamente la problematización de la pobreza entre los electores frenteamplistas. Esta correlación se sostiene incluso al controlar por una diversidad de factores sociodemográficos. Así, se robustece la hipótesis de que estas diferencias responden a preferencias valorativas diferenciales de uno y otro bloque de electores.
(*) Rafael Porzecanski – Director de Opinión Pública y Estudios Sociales