Las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania

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Foto: Getty Images

TEMA DE ANÁLISIS

Los efectos de la guerra en Ucrania —por el momento— son ambiguos; dependerá de su duración y del impacto en los commodities.

La incertidumbre inicial que ha generado la invasión de Rusia a Ucrania, así como la duración del conflicto bélico, han disparado diferentes repercusiones en el orden geopolítico, energético, económico y financiero. Todo ello sin perder de vista que este conflicto ha provocado una crisis humanitaria de relevancia que, a poco más de un mes de iniciado, ya acumula miles de muertos y refugiados, mientras que cientos de civiles han perdido la vida o resultaron heridos. Además se estima que unos 3,5 millones de ucranianos se vieron obligados a abandonar su país huyendo de la guerra.Tras la invasión, no tardaron en llegar las respuestas de los diferentes países, principalmente de Estados Unidos y de la Unión Europea, que reaccionaron con la aplicación de diferentes sanciones a Rusia. Sin embargo, más allá del conflicto en sí mismo, estas medidas trascienden las fronteras de los países beligerantes y generan consecuencias no deseadas a nivel global, que se van a transmitir por diferentes canales.

En primer lugar, el canal financiero. La exposición del sistema financiero internacional y de empresas extranjeras a la economía rusa y la interconexión de muchas entidades a activos y pasivos sometidos a sanciones es motivo de preocupación. Si bien por el momento los efectos sobre el sistema financiero parecen acotados, es posible que debido a una mayor duración del conflicto muchas empresas puedan incurrir en atrasos o reestructuraciones de sus deudas y esto pueda terminar por contagiar al sistema financiero global.

Además de un aumento general en la aversión global al riesgo, como la que se ha producido tras la invasión rusa, las primas de riesgo de activos vienen en aumento, tanto para títulos soberanos como corporativos. Los episodios de tensión se vienen sucediendo con bajas significativas en las plazas bursátiles y movimientos de capitales que intentan resguardarse del mayor riesgo (efecto conocido como el “flight to quality”) y provocando variaciones en las paridades cambiarias con una mayor apreciación del dólar.

No obstante, lo que más está afectando al resto del planeta es el aumento de los precios de los commodities, que se materializa a través del canal comercial. Al ser Rusia un gran productor y exportador de energía (gas, petróleo y carbón) la incertidumbre sobre la disponibilidad de su oferta en el mercado internacional, especialmente el gas, está provocando un fuerte shock de oferta negativo, aumentando la inflación y reduciendo el crecimiento a nivel mundial. Esto es particularmente importante en Europa, donde 40% del gas proviene de Rusia, pero sin dudas la menor oferta y mayores precios perjudica a todos los países que son importadores de estos bienes. El petróleo (Brent) pasó de un promedio de US$ 88,94 el barril en los 30 días previos a que estallara el conflicto hasta US$ 104,20 por barril el 29 de marzo.

También el mercado internacional de commodities agrícolas dio cuenta del evento, por el relevante protagonismo tanto de Rusia como de Ucrania en varios productos críticos. Ambos países suman aproximadamente 64% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol, 23% de trigo y 18% de cebada. Ante la posibilidad de escasez o trabas en los despachos de los países envueltos en la guerra, los precios de los commodities agrícolas aumentaron de manera significativa. Por ejemplo, dada la posible escasez de aceites vegetales, la soja pasó de un promedio de US$ 554 la tonelada en los 30 días anteriores al 24 de febrero (fecha de invasión) a un promedio de US$ 616 US$ por tonelada desde el conflicto hasta el momento de escribir esta nota. Mayor aún fue la variación del trigo, que pasó de US$ 288 la tonelada hasta los actuales US$ 409, es decir un incremento de 42%. Pero es muy importante tener en cuenta no sólo los problemas de este ciclo productivo, sino que a medida que se extiende el conflicto también aumentan las probabilidades de una caída cada vez mayor en la producción agrícola ucraniana del año que viene.

Otro punto asociado a la producción agrícola del próximo año es que estos países también son dos de los principales productores y exportadores de fertilizantes. Por lo tanto, tampoco debemos descartar una menor oferta internacional de cereales y oleaginosas por caída de rindes, debido a la falta de estos productos aún en geografías distantes del conflicto.

Si bien esta guerra se desarrolla lejos de Uruguay y el proceso de globalización en el mejor de los casos está en pausa, los efectos del conflicto llegarán a todos los rincones del planeta con impactos más o menos importantes según las características de cada país.

A pesar de que Uruguay es una economía con un elevado grado de apertura, el canal financiero no ha evidenciado perturbaciones significativas, ya que los activos uruguayos no se han visto prácticamente afectados. Tomando como base el promedio del índice EMBI de los 7 días anteriores al conflicto puede observarse que el riesgo uruguayo luego de un incremento al inicio del conflicto, similar a la región, se ubicó por debajo de los niveles previos. Además, desde el 25 de febrero hasta el 29 de marzo, el EMBI de Uruguay ha mostrado la menor volatilidad de la región, dando cuenta de la firmeza de los fundamentos macroeconómicos que argumentan la cotización de los activos soberanos uruguayos. A su vez el tipo de cambio, medido contra el promedio de la tercera semana de febrero (pre guerra), mostró una apreciación del peso uruguayo frente al dólar estadounidense acompañando el sendero que marcó el real brasileño.

Por otra parte, los efectos desde la perspectiva del canal comercial son —de momento— acotados en la economía doméstica. El intercambio con Rusia y Ucrania es bajo. Las exportaciones a dichos destinos han mostrado incluso una tendencia decreciente durante los últimos años: en 2021 (1) representaron apenas el 1,2% y 0,01% del total de las ventas uruguayas al exterior. Similares ponderaciones se verifican en las importaciones desde Rusia (1,12% del total de importaciones) y de Ucrania (0,04%).

Sobre el canal comercial también se pueden observar efectos indirectos —que capturan a nivel global la caída de la actividad y la suba de precios— que sí golpearán a la economía uruguaya. En primer lugar, el menor crecimiento de los socios comerciales (Estados Unidos y Europa en particular) va a generar menores colocaciones de productos uruguayos, pero el impacto será mínimo por tratarse en su mayoría de bienes cuya demanda tiene baja sensibilidad a cambios en el ingreso de los demandantes, característica de bienes de primera necesidad como los alimenticios que exporta Uruguay.

El mayor impacto relevado hasta ahora viene por el mencionado aumento de precio de commodities. La suba de las materias primas agropecuarias favorece a Uruguay por ser país exportador de las mismas, pero, por otro lado, la suba de los combustibles golpeará negativamente la balanza comercial ya que es un importador neto de petróleo. La cuantía del efecto neto dependerá de hasta dónde evolucionen los precios de estos bienes.

Estimaciones preliminares nos permiten concluir que, de mantenerse en los actuales —y elevados— niveles de precios, la ganancia por las exportaciones de productos agrícolas uruguayas será mayor al costo de las mayores importaciones de petróleo.

El efecto sobre la inflación local es claramente negativo. A los históricamente altos precios actuales de la logística internacional por la fragmentación del comercio, se monta el aumento de precios de materias primas —agrícolas, metales y energía— por la guerra. Esta combinación genera presiones inflacionarias, ya que la economía local tiene importantes segmentos de oferta compuestos por bienes importados, es tomadora de precios de insumos críticos como el trigo y es importador neto de petróleo.

Este nuevo escenario planteado por el conflicto bélico se presenta muy desafiante para el BCU y su compromiso de desaceleración de la inflación.

Queda en evidencia que las consecuencias económicas del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania son ambiguas y dependerá, finalmente, de su extensión en el tiempo y de la magnitud de los incrementos en los precios de las materias primas. Sin duda nos encontramos ante un evento cuyo dramatismo humanitario deja en un plano secundario cualquier análisis de tipo económico. Sin embargo, es relevante monitorear sus implicancias para poder anticipar en el diseño de políticas domésticas los mecanismos que permitan minimizar los daños colaterales de la guerra en países como Uruguay.

(*) Adriana Haring, y Juan Manias
1) Según las estadísticas publicadas por Uruguay XXI al 31 de diciembre de 2021.

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