Más allá de una baja puntual en la Tasa de Empleo en agosto, para el economista Nicolás Cichevski, la preocupación es cómo se logrará mantener el dinamismo del mercado laboral para el año próximo. “No se van a crear 50 mil puestos de trabajo de acá a 12 meses, como sí ocurrió en los 12 meses anteriores”, afirmó. Advierte que a la salida de la pandemia el impulso al alza de los indicadores de empleo se dio en base a puestos de trabajo de cierto nivel de calificación, al tiempo que bajaban los informales, presumiblemente pasando a ser inactivos. Hoy el mercado muestra un retorno a la actividad desde la informalidad, al tiempo que algunos sectores intensivos en mano de obra están en baja, como los vinculados al turismo, o estables, como la construcción y la industria. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cómo observa a evolución del empleo en el trienio pos pandemia?
—Nos ha dejado algunas sorpresas. El año 2021 había terminado con el empleo en niveles pre-pandemia, sorprendiendo incluso por la velocidad con la que se había recuperado; el 2022 sorprendió, quizás a la inversa de lo que ocurre ahora: el año pasado la economía creció casi un 5% y no se creó empleo. Y entramos a 2023 con un desempeño del mercado laboral mejor de lo que se podía esperar, con la economía a la baja en medio de la sequía, y aunque el agro no es el sector más intensivo en mano de obra, se podía pensar que iba a impactar. Sin embargo, se crearon en el entorno de 55 mil puestos de trabajo respecto a 2022, acercándose a niveles de 2015 o 2016 en términos de cantidad de personas ocupadas. Tuvimos un primer semestre donde cada mes las cifras de empleo sorprendían al alza, sin olvidarnos del factor tipo de cambio con Argentina, que no es despreciable.
—Quizás en el empleo, ese factor pueda pegar más que la sequía…
—Es que la sequía impactó fuerte en el PIB pero no tanto en el empleo; la afectación por Argentina se refleja en el producto bruto y también en el mercado de trabajo, dado el impacto en los sectores del comercio y servicios. Por eso la sorpresa en el dinamismo que mostró el empleo hasta ahora. A partir de eso, nos plantemos qué tan sostenible es este dinamismo, en un contexto donde la economía va a rebotar en 2024, superada la seca, pero vamos a seguir teniendo un escenario externo complejo.
—¿Qué tan complejo?
—China va a crecer poco, eso nos pega en los precios de exportación; las tasas en Estados Unidos van a continuar altas y Argentina es una interrogante, porque nadie tiene muy claro qué va a pasar, pero sí hay certezas que los problemas van a seguir, incluso pude empeorar antes de empezar a mejorar. Seguramente tengamos una floja temporada turística el próximo verano y por lo menos, un segundo o tercer trimestre con problemas parecidos a los que tenemos ahora.
—¿El sector gastronómico y la hotelería, aún en problemas, debe prepararse para otra temporada complicada?
—No va a ser sencillo recomponer los flujos turísticos. Si observamos el promedio de los últimos 10-15 años, el saldo turístico ha sido de unos dos puntos del PIB, unos 1500 millones de dólares. Estamos muy lejos de eso, en un contexto donde hemos tenido un déficit del intercambio turístico con Argentina. Incluso con el país vecino normalizándose en un par de años, el sector turístico uruguayo va a ser más chico que el que teníamos hace 10 años, en la actividad comercial, la actividad gastronómica, la hotelería. En estos sectores hay 15.000 ocupados menos en promedio en marzo-mayo 2023, en comparación con marzo-mayo 2019. Es muy difícil que esos puestos de trabajo se recuperen a corto plazo.
—Más allá de la baja de la Tasa de Empleo en agosto frente al mes anterior, cualquier otra comparación refleja un buen dinamismo del mercado laboral. ¿En qué se sostiene?
—Esa es parte de la sorpresa que hablábamos. Veamos por ejemplo el empleo en el Litoral del país, afectado por el tema Argentina y con tasas ahora por el 12-13%. Sin embargo, si observamos la cantidad de ocupados, no son menos que hace un año. Algo parecido pasa en el comercio en general. Cuesta un poco entender cuál es la razón económica que está detrás de ello; en parte, puede ser que lo que estamos viendo sea un efecto rezagado del buen desempeño 2021-2022 del o sea, donde el PIB creció muy rápido y los salarios fueron bastante más lento.
—¿Será posible mantener los niveles que traía el empleo en la primera parte de 2023?
—Los datos de agosto comparados con julio muestran una caída, pero si se observa la tendencia ciclo no se observa un deterioro; ahora, lo que sí hay es un freno del crecimiento acelerado del empleo del primer semestre. Si hacemos el ejercicio de proyectarnos un año hacia adelante, agosto 2024, es difícil imaginarse por dónde va estar el dinamismo para parecernos al último año. No se van a crear 50 mil puestos de trabajo de acá a 12 meses. Creo que habrá un escenario de mediana estabilidad del mercado laboral de acá un año, y los riesgos son a la baja, sobre todo en un contexto donde el salario real está creciendo rápido, ya recuperó en promedio niveles de 2019 y el nuevo acuerdo aún no se ha aplicado, porque estamos en plena negociación. Entonces, el salario real que jugó a favor del número de ocupados hasta finales del año pasado, ahora puede jugar un poco en contra, dado que incrementa el costo de crear trabajo.
—A la salida de la pandemia, el alza de empleo pareció sustentarse en empleos con cierta calificación; en los últimos meses ha habido un incremento de los informales…
—En 2019 teníamos alrededor de un 25% de ocupados sin registro y a finales de 2022 ese indicador se ubicó en torno al 20%. Con la información que publica INE no se puede observar al detalle qué está pasando, pero es probable que en parte, los ocupados informales que perdieron el empleo en pandemia, no volvieron, pasaron a ser inactivos. En estos últimos meses ha habido un cierto repunte del empleo informal, y también del desempleo, y esto último no porque se hayan perdido empleos, sino porque la gente se volcó al mercado de trabajo. En concreto, si comparamos con un año antes, de los 55 mil empleos que se crearon, se puede estimar que hay unos 25 mil que son informales.
Claramente, es un mercado laboral diferente, dado el empleo que se había generado a la salida de la pandemia y lo que vemos ahora, pero también puede haber ahí un reflejo de que, en el fondo, esos sectores más afectados por la situación en Argentina son también a veces más propensos a la informalidad, además de que hay puestos de trabajo que es muy difícil formalizarlos, por sus características, por ser zafrales, etc.
De todos modos, yo no vería necesariamente como un dato negativo tener hoy 25 mil puestos más de trabajo informales; claramente, sería mejor que fueran formales, pero esto no parece responder a un deterioro en las condiciones de ocupación, sino que hay población que antes no estaba ocupada, que no buscaba trabajo y que hoy en día retorna al mercado.
—Si se observa por sectores, además de las actividades vinculadas al turismo, ¿dónde hay ajustes a la baja en los últimos meses?
—Hay una reducción del empleo en el servicio doméstico. Todos los sectores crecieron, unos más que otros, algunos están en el mismo nivel que el año anterior, pero si hablamos de baja, lo más claro está en los 15 mil trabajadores menos de los comercios y servicios vinculados al turismo y nos 25 mil puestos en el servicio doméstico. Claramente es otro mercado laboral el de hoy del que teníamos en 2019 y también de la salida de la pandemia.
—Hay dos sectores intensivos en mano de obra, que este año no lideran la creación de puestos de trabajo: la construcción y la industria manufacturera…
—La construcción fue uno de los sectores que apuntaló a la economía durante la pandemia; se mantuvo en actividad, generó empleo y contó con el impulso de la construcción de UPM y por la construcción del ferrocarril central. Ese impulso prácticamente se agotó, y sin otras obras de ese porte a corto plazo, la inversión vinculada a vivienda está cubriendo parte de esa oferta de mano de obra en el sector. Hoy se sostiene a través de la construcción de vivienda, pero sin obras como UPM en el horizonte y con algunos de los beneficios impositivos otorgados a los desarrollos inmobiliarios, que vencen el próximo año, ahí puede haber un problema.
En el caso de la industria, es muy heterogéneo, pero el núcleo manufacturero, los sectores más tradicionales, dependen en buena parte de Argentina y Brasil…
—Hay un fuerte empuje en las exportaciones de servicios no tradicionales; esos sectores están siendo dinámicos en materia de empleo...
—De hecho, son los sectores que están apuntalando, las exportaciones. La demanda por personas es muy alta, el problema es que la oferta que tiene Uruguay en esos rubros es muy baja. En términos relativos, de todos modos, es un mercado chico. Cada vez más grande y de calidad, pero en referencia a cantidad de trabajadores no es de los sectores más relevantes.
—¿Cómo influyen en las tasas de empleo actuales los jornales solidarios?
—Cuando uno mira los números del empleo, debe tener en cuenta que entre los trabajadores formales hay unos 10 mil que corresponden a esos empleos, aunque no sabemos a ciencia cierta si efectivamente son puestos de trabajo creados o informales, que ya trabajaban y transitoriamente se ocupan en estos jornales solidarios. Creo que siempre fue una mala opción crear ese tipo de empleos, pudo haber tenido una razón de ser en la pandemia, hoy tiene poco sentido mantenerlos.
—¿Y los seguros de desempleo por suspensión o reducción de horas de trabajo?
— En el fondo es una forma, si se quiere, de matizar los impactos vía cantidades de empleo e intentar mantener a todos ocupados por más que las horas de trabajo sean menos. Funcionó muy bien durante la pandemia y creo que es razonable que en algunos sectores se mantenga.
—Más allá de la coyuntura, el mercado de trabajo tiene problemas estructurales que ahora parecen ser más notorios…
—Sí, es una interrogante pensar cómo vamos a seguir generando empleo, mirando los próximos 10 años. Tenemos arriba de la mesa el tema de la baja productividad, la mitad de los trabajadores, según cifras del Instituto Cuesta Duarte cobran menos de 35.000 pesos, y eso es un reflejo de los empleos de baja calificación. Los trabajadores que van ingresando al mercado laboral no tienen las habilidades que el mercado laboral requiere, no solo para afrontar los desafíos de nuevos empleos que se generan, sino que tampoco se encuentran las capacidades necesarias, muchas veces, para sustituir a trabajadores que se jubilan. Estamos en un problema. Celebramos que los números del empleo han sido buenos últimamente, pero no podemos dejar de lado el desafío que implica la calificación de esos trabajadores y la calidad y remuneración de esos empleos.