TEMA DE ANÁLISIS
Indicadores adelantados muestran avances notorios, aunque con marcada heterogeneidad.
Diversos indicadores adelantados sugieren que la actividad económica viene recuperándose en forma sostenida en los últimos meses. Se destaca el empuje derivado de la actividad agropecuaria y exportadora, sustentado por la mejora de precios y la recuperación de las economías que demandan estos productos. También son buenos los registros de actividad del sector industrial, que superan los pre-pandemia. Pero, además, la demanda interna que realizan las familias, que se traduce en consumo de bienes y servicios, también estaría recuperándose en forma atendible, a pesar de la debilidad que ha mostrado este componente de la demanda en el último año y medio.
La actividad del sector comercio y servicios se recuperó levemente en el tercer trimestre, luego de más de dos años de caídas. En efecto, las ventas consolidadas del sector mostraron un aumento de 0,2% real interanual, según el relevamiento de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (gráfico 1). Se destacó, a diferencia de trimestres anteriores, el buen desempeño de los servicios que, en conjunto, crecieron 14% real interanual (en parte por la reducida base de comparación del año pasado). Sin embargo, ciertos rubros de bienes muestran cuatro o más trimestres con retrocesos reales de las ventas: fue el caso de “Supermercados”, “Electrodomésticos” y “Muebles y accesorios del hogar” (gráfico 2). En estos casos, parte de la explicación tiene que ver con la reversión (en este caso desinfle) en el consumo de estos bienes luego del boom observado a mediados de 2020, cuando operó el efecto ingreso y cambios de preferencias para que las familias priorizasen la demanda de no durables (alimentos, bebidas, productos de limpieza) y artículos para el hogar. En el caso de los no durables, además, estarían volviendo a incidir otros factores que quedaron disimulados durante la pandemia, como una mayor preferencia por efectivizar las compras de ese tipo de bienes en locales cercanos y de menor superficie.
El índice de condiciones económicas de corto plazo continuó mejorando, al tiempo que la confianza del consumidor superó el nivel de neutralidad, para adentrarse en la zona de moderado optimismo. En el caso del índice de condiciones económicas de corto plazo, el avance de la primera quincena de octubre motivó que el indicador llegase al máximo de la serie (gráfico 3), un resultado que estuvo sustentado en un ascenso de los indicadores que refieren a la situación económica personal “en los últimos días”. Esto es destacable porque este componente del índice ha sido el más lento en mejorar, reflejando la persistencia de los impactos de la crisis sobre la situación económica de las familias en general (esta mejora en la situación personal no se observa todavía en horizontes más largos, es decir, cuando se compara la situación actual respecto a un año atrás). Mientras tanto, la confianza del consumidor de la Cátedra de Confianza Económica de la UCU alcanzó en octubre 52,3 puntos, el mayor registro desde marzo de 2015 e ingresó de esta forma en la zona de moderado optimismo (gráfico 4). El avance se apoyó, entre otros, en la mejora de la predisposición a la compra de bienes durables, que superó con holgura los niveles promedio de 2019.
De consolidarse esta mejora, puede implicar un cambio relevante en la dinámica del consumo para al menos los próximos dos trimestres. En esta línea, otros indicadores relacionados que vienen mostrando buen desempeño son el crédito al consumo (acelerándose levemente) y la recaudación de impuestos al consumo, con crecimientos reales significativos.
En lo que respecta a servicios, se observó un aumento considerable en la predisposición a la demanda de esta categoría para los próximos meses, aunque desde niveles reducidos (gráfico 5) y con diferencias según segmentos. En particular, en lo que refiere al turismo, si bien descendió en forma apreciable el porcentaje de familias uruguayas que tienen intención de vacacionar en el verano, quienes saldrán de vacaciones gastarían más.
La caída en la proporción de familias pensando en vacacionar este verano se explica a partir de dos factores principales: por un lado, a partir de un aumento en la propensión a vacacionar en el exterior (ya sea en el verano o más adelante), tanto hacia la región como extra región (en particular en segmentos medios y altos) y, por otro, como consecuencia de impactos duraderos en la situación económica de ciertos segmentos. Sin embargo, estos efectos negativos se compensarían parcialmente con otros efectos de signo contrario: quienes vacacionarán en nuestro país en el verano, probablemente lo hagan más días que en el verano pasado y, fundamentalmente, tienen intención de gastar más que el año pasado. Sin embargo, este comportamiento, de mayor gasto en los próximos trimestres que compensará lo que se gastó de menos en el pasado, probablemente será la excepción y no la regla para las familias en general.
Si bien es posible que para algunos segmentos y rubros 2022 sea un año de incremento importante en el consumo, esto no será la norma para la mayoría de las familias. En un primer grupo se encuentran los consumidores que probablemente tengan actitudes compensatorias y gasten más en 2022 que lo que gastaban antes de la pandemia (aunque son un porcentaje reducido del total, en torno del 10%). En un segundo grupo, intermedio, se ubicará la mayoría, que habrá recuperado buena parte de los ingresos perdidos o habrá dejado atrás actitudes conservadoras derivadas de la mayor incertidumbre, lo cual llevará a que consuman en forma similar a como lo hacían antes de la pandemia. Y finalmente, en un tercer grupo no menor (de aproximadamente 25% del total) están aquellos que no tienen intención de volver a consumir como antes de la pandemia, ya sea porque no recuperaron sus ingresos o porque habiéndolos recuperado, mantienen una actitud cauta. Este comportamiento conservador del tercer grupo se observará especialmente en los bienes de tipo superior, como los servicios o ciertos bienes durables (dado que una caída del ingreso corriente o esperado, motiva una disminución más que proporcional en el consumo de este tipo de bienes).
En suma, la normalización de la situación sanitaria está motivando una recuperación atendible de las intenciones al consumo por parte de las familias. En particular, se destaca el avance de los servicios, tanto en indicadores desde el lado de la oferta como de la demanda. En el caso de bienes, la recuperación es más modesta y heterogénea, en parte porque los fundamentos de demanda están más vinculados al avance de la situación económica personal y a los distintos efectos del shock sobre los fundamentos de demanda de cada rubro. A pesar de las mejoras recientes, que son necesarias y bienvenidas para la vuelta a la normalidad, sigue siendo claro que los impactos de la crisis no se superarán fácilmente: el proceso de recuperación seguirá mostrando dificultades y llevará tiempo para que se consolide en forma generalizada.
(*) Alejandro Cavallo, Director de Consultoría Económica, Equipos Consultores