Las proyecciones “optimistas” del gobierno y la “herencia fiscal” para la próxima administración

Se va a cumplir con los tres pilares de la regla fiscal, pero donde realmente hay un partido por jugar es en el tope del gasto primario.

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Gabriel Oddone
Gabriel Oddone, Socio de CPA Ferrere
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Para el economista Gabriel Oddone, algunos de los supuestos incluidos por el gobierno en el proyecto de Rendición de Cuentas que comienza a tratarse esta semana en Diputados, “lucen un poco optimistas”. Sostiene que para efectuar las proyecciones incluidas en la Rendición de Cuentas, “fueron tomados escenarios que son factibles, pero que en todo caso son los mejores que uno se puede imaginar para proyectar las variables. Escenarios de máxima, todos juntos”, subraya. Como ejemplo, cita el crecimiento económico de 3,7% para 2024 y la mejoría esperada en la recaudación. Oddone espera más inflación el año próximo que el corriente y advierte que en varios sectores, los acuerdos salariales de los consejos de Salarios “se ubicarán por encima de las pautas”. Asimismo, advierte que si bien se mejoró en relación con el período anterior, “la administración siguiente va a recibir un resultado fiscal peor al que se está proyectando. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Qué consideraciones le merecen los contenidos de la rendición de cuentas?

—El proyecto de presupuesto es factible de ser implementado, pero algunos de los supuestos que lo sustentan lucen un poco optimistas. Por ejemplo: el proyecto está asumiendo un crecimiento económico para el año próximo de 3,7%; es un crecimiento importante, más de un punto superior al crecimiento potencial que recientemente ha sido reestimado por los expertos convocados por el comité asesor.

El crecimiento de 1,3% para este año está dentro de lo razonable. Nosotros (en CPA) proyectamos un 1%. En el primer trimestre tuvimos un mejor dato que el esperado, básicamente por la performance de la temporada turística. En el segundo trimestre es donde nos pega esencialmente la sequía de manera ya abierta y creo que eso va a perdurar con efectos en el tercer y cuarto trimestre, o sea que en realidad creemos que la segunda mitad del año también va a ser un año flojo. Partiendo de la base de que 2023 es un año de bajo crecimiento y por tanto el año que viene habrá un efecto rebote, dado que la base de comparación será mala y, además, porque la sequía va a quedar atrás y eso tendrá incidencia en la producción y las exportaciones, creo que ese 3,7% está asumiendo, además, alguna buena noticia por el lado de ese consumo que hoy tiene lugar, por la recuperación de salario y la mejora del empleo, pero que se está fugando en buena parte a Argentina.

—Entiende que la recuperación del consumo prevista debería estar originada en una recuperación de ese gasto de los uruguayos en Argentina?

—Lo que quiero decir es que resulta factible que los ingresos de los hogares sigan mejorando, pero hoy hay una fuga de consumo hacia Argentina que da la sensación, las estimaciones asumen que se va a recuperar. Pero más allá de este dato de 2024, me preocupa lo proyectado para 2025 y en adelante. El gobierno está asumiendo que en 2025 la economía crecería 2,9% y eso supone crecer por encima del potencial. ¿Cuál sería el factor que nos permitiría crecer por encima del potencial en el 2025 y sobre todo por encima del promedio histórico de los últimos años que estaba en torno a 2%? Eso no está claro, por lo menos me genera dudas. Creo que es una expresión de deseo más que una realidad.

—Las previsiones de inflación remiten a un registro de 6,7% para este año y por debajo del techo del rango meta del BCU para el próximo. ¿Coinciden con esa estimación?

—Este año creemos que la inflación va a cerrar en torno al 6%, pero va a rebotar y se va a consolidar en torno al 7%. Lo que está ocurriendo en estos momentos, donde la inflación anualizada ha bajado considerablemente, responde a la combinación de un conjunto de fenómenos. El primero es estadístico, dado que dejan de tomarse para la medición algunos meses del año pasado con inflación elevada y se sustituyen por meses con una inflación más normal este año. Lo segundo es que hay una caída de los precios de los bienes transables, caso la carne. También hay una corrección en frutas y verduras, que por la sequía estuvieron presionado al alza y ahora se corrigieron en mayo y junio. Otro factor que ha sido crucial es la desvalorización del dólar, fenómeno que hacia adelante no va a perpetuarse. Tampoco vamos a seguir teniendo ese efecto estadístico, ni las caídas abruptas en frutas y verduras se van a seguir acumulando y los transables no van a seguir cayendo de la manera acelerada. No quiere decir que de aquí a fin de año no vayamos a poder aprovechar esas mejoras, además con una política monetaria que aún se mantiene contractiva, incluso hay margen para que la tasa de inflación baje un poco más; pero el año que viene buena parte de estos efectos no estarán y estimamos que la inflación va a converger al 7%, un punto por debajo de lo que fue el promedio en los últimos 5 o 6 años.

—Un rango donde nadie parece estar muy incómodo…

—Yo diría que el número con el que todo mundo está cómodo es entre 7 y 8%. Este gobierno la va a poder colocar en torno al 7% lo cual, si uno mira el mundo es un relativo éxito, dado que en los últimos años la inflación se disparó de tasas del entorno de 2% al 8% y hoy se ubica en torno al 4,5%. En Uruguay, a pesar de esas presiones inflacionarias de los últimos años, va a estar ubicándose un punto por debajo del promedio histórico.

—Pero lejana de un ideal del entorno del 3%...

—Creo que llevar la inflación en Uruguay a la mitad de donde está hoy se necesita, además de política macroeconómica consistente y una política monetaria endurecida y transparente, un plan que ayude a que sea creíble esa estrategia y que la gente se termine convenciendo de que es así, que las expectativas se afecten de manera tal que se puedan vencer todos los ajustes de precios que en Uruguay tienen lugar por indexación. Y para ello, se tendrán que hacer algunas reformas de carácter micro en algunos mercados que permitan pegarle al nivel de precios, no la inflación; mecanismos de desindexación de salarios y otro conjunto de precios, desde lo que se negocia en los salarios que se negocia en los consejos salarios así como otras rigideces de contratos del sector público y el privado, sobre todo en el sector no transable en la economía, en el transporte, en la salud, en la educación.

—En materia salarial, las pautas oficiales parecen tener un objetivo puesto en moderar la inflación…

—Si los acuerdos salariales terminan cerrando alineados a las pautas, el gobierno va a haber tenido un éxito. Pero tengo la impresión de que hay varios sectores que van a cerrar por encima de las pautas. Sectores que han recuperado un cierto nivel de actividad y otros que vienen algo rezagados y en los cuales hay presión sindical. Eso va a conformar un escenario salarial, en un contexto aún de bajo crecimiento, pero con empleo funcionando, de mayor presión sobre los costos salariales, lo cual va a terminar siendo trasladado.

La pregunta que uno puede hacerse es si, en un país como Uruguay, que tiene todas estas rigideces nominales y que requiere establecer un plan de este tipo, ¿vale la pena llevar la inflación por debajo del 4%?

—¿Piensa que no?

—Yo creo que sí, pero insisto en que hay ser cuidadoso en que, por lograr ese objetivo, en el camino no se genere un conjunto de efectos colaterales que tienen costos, eventuales impactos sobre la rentabilidad de algunos sectores que son claves para crecer a largo plazo. Creo que este gobierno, por haberse metido en un plan sin un programa desinflacionario potente, no evitó que una apreciación extraordinaria del tipo de cambio, lo cual tiene efectos colaterales de más largo aliento.

Gabriel Oddone
Gabriel Oddone
Leonardo Maine/Archivo El Pais

—Respecto del tipo de cambio se estima un 6,5% de depreciación nominal para este año…

—Es llamativo, eso supone que el tipo de cambio cerrará 2023 por encima de los 42 pesos; no veo ningún factor endógeno que sea capaz de mover el tipo de cambio a ese nivel. Lo único que podía llevar el tipo de cambio a ese nivel sería un evento internacional, absolutamente impredecible, no controlable. Ahora, una estimación de ese tipo es muy relevante porque un tipo de cambio proyectado de esta manera tiene efectos sobre la recaudación. La recaudación es sensible al tipo de cambio, entre otras cosas, porque en la actualidad favorece los bienes de consumo duradero y por lo tanto, cómo se proyecta hacia adelante el tipo de cambio es relevante para el resultado fiscal que está haciendo. Creo que acá hay una estimación favorable para las finanzas públicas en el tipo de cambio.

—El proyecto incluye una proyección de alza en la recaudación que mejoraría las cuentas públicas…

—En la Rendición de Cuentas lo que nos está diciendo el gobierno es que los ingresos del gobierno central-BPS este año tendrán una caída, producto de una menor recaudación, entre otros factores. Ahora, ¿cuál sería el factor que nos llevaría a tener una recuperación de la recaudación en los próximos años como la que se proyecta? No parece razonable, incluso en un contexto en el cual hay una reducción en IRPF e IASS. En términos de PIB, se advierte un incremento de recaudación por encima del PIB, con un producto por encima del potencial. No visualizo el fundamento económico para explicar cómo se van a lograr estos niveles de ingresos en los próximos años.

En cuanto a egresos, las remuneraciones van a permanecer constantes y el gran componente de ajuste va a ser las inversiones; después de 2024, según el mensaje, se van a duplicar las inversiones, ¿cuál sería la razón por la cual podría duplicar las inversiones con una economía que tiene estos niveles de recaudación? Creo que para efectuar las proyecciones incluidas en la Rendición de Cuentas, fueron tomados escenarios que son factibles, pero que en todo caso son los mejores que uno se puede imaginar para proyectar las variables. Se está proyectando un rebote importante del año que viene, un crecimiento por encima del potencial los siguientes años, una consolidación de la rebaja de la inflación, una evolución del tipo cambio que también es favorable para las finanzas públicas y a su vez, como si fuera poco, una proyección de los ingresos que crecen más que el PIB y una evolución de los egresos que crecen muy poco, sabiendo que venimos de niveles muy bajos de inversión. Son todos escenarios de máxima, todos juntos.

—Las metas fiscales incluidas en la Rendición de Cuentas anticipan un nivel de déficit proyectado, más alto que en la rendición anterior. El último dato a mayo fue de 3,8%. ¿Considera factibles esas metas?

—El gobierno nos está diciendo, en términos de resultado fiscal, que vamos a un superávit primario para el año que viene, que será casi la mitad del resultado que tenemos en la actualidad. Eso supone que estamos teniendo una performance fiscal asentada en supuestos que no son consistentes, pero sobre todo, este resultado primario no es suficiente para estabilizar la relación entre deuda y producto. O sea, uno de los objetivos centrales que el gobierno se propuso, que era estabilizar la relación deuda-PIB, no está siendo logrado. Lo que no quiere decir que siga en los niveles de crecimiento que tenía en la administración anterior. Pero en cualquier caso, la administración siguiente va a recibir, en mi opinión, un resultado fiscal peor al que se está proyectando. Por tanto, la próxima administración va a tener que efectuar cambios para estabilizar esto.

—El deterioro fiscal actual, ¿es transitorio?

—Es la combinación de dos cosas, por un lado una afectación de la recaudación, producto de que hay fuga de consumo y de que algunos bienes intensivos en impuestos están vendiéndose menos o consumiéndose menos, y por otro, estamos en un escenario de crecimiento de salario real, donde las pasividades se ajustan al alza y por lo tanto estamos afectando egresos de manera permanente. El ajuste que se hizo, que había tenido una buena performance hasta septiembre pasado, se tiende a revertir y nos deja en un escenario más comprometido. Es verdad que cuando uno introduce la herramienta del resultado fiscal ajustado por el ciclo se mira en términos estructurales, este desvío fiscal que se estaría produciendo en el año 2023, como tiene una serie de componentes que son transitorios, estaría dentro del margen de lo posible y por tanto no habría ningún cumplimiento de la regla establecida. Y seguramente a lo que vamos es a una corrección moderada del deterioro durante este año, producto del rebote del año que viene.

Lo que yo entiendo como poco creíble es que la herencia del próximo gobierno, sea como la que está proyectada en esta dirección. Veo algunos eventos menos transitorio y más permanente, como es el aumento del salario real y la afectación del consumo producto de la fuga, que va a hacer que la economía crezca menos y que la recaudación crezca menos.

—Ante ello, ¿visualiza que tenemos un problema fiscal?

—No. Tampoco quiere decir que el esfuerzo fiscal hecho en este periodo de gobierno no rindió nada. Vamos a tener una mejor situación fiscal en principio de la que teníamos al inicio de esta administración. No obstante lo cual, el mandato más importante que este gobierno tenía que era hacer una corrección fiscal sostenible en el tiempo, va a tener que ser complementada durante el próximo periodo de gobierno.

—¿Se va a cumplir con las tres reglas fiscales establecidas?

—El primer pilar que es el resultado estructural, depende especialmente de la estimación del producto potencial, y si bien de ninguna manera pienso que sean manejadas de manera espuria, sí creo que tiene sus bemoles en términos de transparencia, de resultado. Lo que proyecta el gobierno en la rendición de cuentas es que vamos a estar cumpliendo la meta de resultado fiscal estructural, pero lo que quiero establecer es que este pilar, no es un pilar taxativo esencialmente restrictivo que me genera un marco de imposibilidad de moverme. Tengo cierto margen de maniobra por el cual puedo estar cumpliendo la regla numéricamente, pero no tengo certeza de que mi estimación de producto potencial, que da lugar a ese resultado estructural, sea el que efectivamente la economía tiene.

En cuando al pilar de tope de deuda, la regla tiene una cláusula de escape que permite el desvío de hasta un 30%, bajo ciertas circunstancias, por lo tanto se va a hacer uso de esa posibilidad y no por ello se dejará de cumplir.

El pilar que corresponde al tope del gasto primario corriente, que es muy relevante, manifiestan que lo llevarán al tope al que están habilitados a hacerlo, que es el 2,8% del PIB, y las previsiones lo ubican en un crecimiento incluso por encima de donde está ubicado hoy. Se van a cumplir las tres metas, pero la única donde tienen un partido que jugar es en esta última.

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