Juan Sánchez
Acaba de dejar el país una misión del FMI. Gobierno y Fondo parecen haber quedado conformes entre tantos comentarios elogiosos y benévolos. Sus objetivos son concretos: inflación, deuda, confianza de los mercados, lo demás “ni les va ni les viene”.
La Misión se enfoca en variables de coyuntura y medio plazo, no se adentra en temas estructurales, El análisis solo sobrevuela otras complejidades que tiene la Economía, como las vulnerabilidades sociales y las trabas al crecimiento.
¿Pocos problemas?
Más allá de los números macro, que permiten al equipo económico se muestre conforme con su propio desempeño, sabemos, honestamente, que Uruguay presenta una enorme cantidad de desafíos, que no se han abordado, frente a un gobierno que apuesta a repetir. Como dato de realidad, mencionaremos uno de los últimos relevamientos de opinión pública[1].
Al mismo tiempo las acciones del Gobierno han dejado conforme a muchos y a otros los ha distanciado, al poner foco en los deberes inconclusos, timing y prioridades. Dicen algunos expertos, por ejemplo, que los efectos de la sequía se van a sentir en todo el 2023, con más impacto en el 1er. semestre, pero afectará los resultados de todo el año[2].
Uruguay ya tiene una reticencia estructural a abordar temas endémicos y a postergar la incorporación de factores críticos estacionales o cíclicos, además de cierta miopía consistente para dimensionar inversiones de acuerdo a los problemas y un terror patológico a modernizar la regulación de sus mercados y como consecuencia, luego se somete a la impiadosa variabilidad de los impactos, sumado a una parsimoniosa respuesta que compense daños, hasta que la realidad “le salta por los ojos”.
La gente tiene su visión
Cerca del 60% de las preocupaciones de la población son la inseguridad, la delincuencia, el trabajo, la desocupación, la inflación, los salarios y la pobreza, y, en los últimos meses, la sequía se coló entre las principales preocupaciones, llegando todas ellas a un 70%[3]. Las referidas a la situación económica y la educación alcanzaron un 12%. Cabe reconocer que, en el primer caso, el Gobierno mostró resultados (equilibrios macro como condición para el crecimiento a medio plazo)[4] y en el segundo ha comenzado a concretar cambios, que apuntan a constituirse en un punto de inflexión para un cambio estructural en la Educación.
La prueba del nueve
Volviendo a la visita del FMI, no es usual entre colegas y me incluyo, basar análisis y opiniones en la información que surge de estas misiones. Más bien lo contrario, o en todo caso, subsidiario. Incluso, cuando le fueron negativas, Uruguay se ufanó por contradecir las observaciones del propio FMI (recordar los contrapuntos en oportunidad de la crisis del 2002).
Sin embargo, nobleza obliga, hay que reconocer que a partir del 2002, el propio Fondo terminó exigiendo ciertos cambios positivos, algunos de los cuales, los propios equipos del BCU y el Gobierno, habían sido reticentes en incorporar.
La última misión no sorprendió y dejó poco para rescatar, pero no deja de ser una validación de desempeño y rumbo de las políticas aplicadas por el Gobierno, aunque no contiene recomendaciones de peso específico, para el debate sustantivo que se viene en el ámbito político.
¿Y ahora qué?
El Director del CED, haciendo un balance del estado de situación global de la Economía a un medio de prensa local, fue coincidente con la visión general del FMI. Respecto de la pobreza expresaba una indisimulable satisfacción: mejoramos respecto de la pandemia y estamos casi en los niveles pre-Pandemia, con diferencias marginales. Lo único insalvable, sostuvo el colega, era que estábamos frente a una “barrera estructural”, muy difícil de perforar, aun habiendo mejorado hacia 2017.
Si los cambios realizados nos dejan en el nivel pre-pandemia, tenemos un desafío fuerte. De hecho, el empeoramiento de la situación económica hacia fines de la década, el aumento de las vulnerabilidades y la falta de respuesta, es lo que llevo a un cambio de la opinión pública que luego eligió una alternativa a los 15 años de gobiernos del Frente Amplio[5]. Igualmente hay quienes creen que las iglesias y otras organizaciones son las que se deben ocuparse de mitigar y paliar las desdichas de los grupos que sufren las mayores vulnerabilidades y que la Economía se debe enfocar en otra cosa[6].
La pobreza infantil es 16-20% hasta 18 años solo por ingresos (induce a error), eso solo, sumado a los asentamientos y la violencia generalizada en ciertos sectores, ya es una tacha para el Uruguay de ayer y también para el que aspiramos.
Para promover los sectores más dinámicos, que operan con la mejor tecnología y normas de calidad de clase mundial, que prosperan en Uruguay y lo hacen muy bien, no necesitan a la mayoría de nosotros, ni a los economistas, ni a los líderes políticos (no deberían), ni siquiera requeriría tiempo del Presidente, lo hacen muy bien solitos, las multinacionales, los desarrolladores, los bancos, los expertos en project finance y los asesores tributarios y el marco ya estaba dado, aunque se ha perfeccionado.
Aun manteniendo los indicadores globales de estabilidad de la economía (con rebote de pandemia y “fuerte brisa de cola”), la Coalición tiene que demostrar con hechos y recursos que está decidida a mejorar la situación de los que apenas sobreviven, de los que suben y luego caen del sistema, de los que emplean a la gente menos calificada (la mayoría), de las empresas en sectores con excesivas trabas y se enfrentan con mercados corporativizados y mal regulados, todos los cuales además enfrentan un costo país indefendible, con impuestos de primer mundo y servicios del tercero, de otro modo no tendría sentido pelear por mantenerse[7].
El Ec. Claudio Sapelli, en oportunidad de la encuesta del Bicentenario de la Universidad Católica (Chile), sostenía que la credibilidad de la clase política es mínima, lo que es peligroso en una sociedad democrática: “creo es en parte la razón de las protestas, la frustración y la desesperanza de que los problemas se eternizan sin resolverse”, dijo [8]. Con shocks externos positivos y ciertas estructuras no es difícil ser “Gardel”, lo demostraron Kirchner y Chávez, pero que no nos pase lo mismo que a Chile, porque somos de subestimar problemas que han tenido ya otros en la región y luego nos explotan en la cara.
[1] Ver Diario El País, Encuesta de CIFRA, 23/mar/23
[2] Ver Sección Economía, La Diaria 24/mar/23
[3] El ortodoxo patológico dirá que si la realidad no se ajusta a la Teoría peor para la realidad
[4] El foco ha estado puesto en algunos ejes claves: baja de la inflación, contracción, ajuste de gastos corrientes (sin reforma estructural), baja de salarios y jubilaciones reales (hasta hace pocos meses), recorte de inversiones, endeudamiento y colocación de deuda, sumado (como un buque insignia) una Reforma de las Erogaciones a la Seguridad Social que se la han autoimpuesto como urgente, la dinámica de los hechos dirá
[5] Ec. Agustín Iturralde, Director Ej. del CED, en Radio Mundo, 28/mar23
[6] Para generar un marco general que favorezca el desarrollo y expansión de las empresas líderes, no se requiere ni tanto esfuerzo ni tantos recursos del Estado, no obstante, todos los sistemas de promoción exitosos han requerido un espaldarazo importante y concesiones que se han mantenido en el tiempo: Ley Forestal-Zonas Francas, Puerto-Aeropuerto Libre, etc.
[7] Números positivos mostró por más de diez años el FA, con un importante viento de cola, con atracción de inversiones, con mayor apuesta a la infraestructura y menos ajuste, luego vino el viento de frente y la nave se estancó, perdió al rumbo, olvidó sus prioridades y se estrelló
[8] Ver entrevista del Periodista Luis Custodio al Ec. Claudio Sapelli Phd-Chicago sobre la desigualdad en Chile. Mencionó que si tuviese que diferenciar estructuralmente la sociedad chilena de la uruguaya, refirió que la chilena es más parecida a la americana y la uruguaya a la europea y que una diferencia importante era que en Uy tratamos al otro como un igual, en Chile no, el trato es muy vertical. Quizás la lejanía de Uruguay del Ec. Sapelli por 30 años hace que vea un país diferente, más parecido al que dejó. Hoy algo de la realidad que vivió Chile también nos toca.