Los años secos ya no son tan graves para el sector eléctrico

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Foto: El País

OPINIÓN

La transición energética llevada a cabo en la última década, es la base de las condiciones con las que el país cuenta en la actualidad.

En la última década, Uruguay dio el primer gran paso en la denominada transición energética, apoyado en una Política Energética que impulsó la soberanía energética apostando fuertemente por el desarrollo de generación eléctrica a partir de fuentes eólica, biomasa (1) y, en menor medida, solar fotovoltaica, para abastecer una demanda creciente de energía.

En este sentido, debido al excelente recurso eólico, los costos competitivos de la tecnología, la fortaleza institucional del país, su grado inversor, su seguridad jurídica y el hecho de aprovechar la oportunidad internacional favorable, tanto en cuanto a la tecnología como a las tasas de interés, concluyeron en que la generación eólica es actualmente una de las principales fuentes de generación del país.

En los primeros 12 años de este siglo, el costo de abastecimiento de la demanda de energía estaba fuertemente atado a las condiciones hidrológicas y los vaivenes del precio del petróleo. En años muy secos fue necesario recurrir a restricciones en el consumo de electricidad, se importó energía a precios superiores a los 400 US$/MWh, fue necesario alquilar turbinas diesel y operar las antiguas centrales térmicas turbo vapor de la Central Batlle. La realidad hoy es bien distinta.

Variabilidad hidrológica

Al analizar la variabilidad del recurso hidrológico con series históricas de caudales de los últimos 100 años, nos encontramos que, en condiciones hidrológicas muy buenas, la generación hidroeléctrica puede superar los 9.000 GWh, en condiciones medias es del entorno de 6.000 GWh y en condiciones hidrológicas muy malas es del orden de 3.000 GWh.

Si consideramos que la demanda en 2020 fue de 10.969 GWh, esta variabilidad implica que la energía hidroeléctrica en condiciones hidrológicas muy buenas puede abastecer más del 80% de la demanda, en condiciones medias del orden del 55%, mientras que en condiciones secas solo del orden del 30%.

Otro ejemplo más reciente de la variabilidad hidroeléctrica es la comparación de la producción de los años 2019 y 2020. En el año 2019 la generación hidroeléctrica alcanzó los 7.839 GWh, mientras que en 2020 fue menos de la mitad (3.950 GWh).

Esta variabilidad extrema en los aportes hidrológicos es una característica intrínseca del sistema de generación uruguayo. Previo a la integración de las energías renovables no convencionales, esta variabilidad debía ser cubierta por generación térmica local, importaciones desde Argentina y en menor medida Brasil, y en situaciones aún más extremas, racionamiento.

Los riesgos asociados a los costos en el abastecimiento de la demanda eran significativos, dependían de condiciones externas como por ejemplo la variabilidad del precio del petróleo y la disponibilidad y costo de generación de los países vecinos.

Comparación de dos años extremadamente secos: 2006 y 2020

En la tabla a continuación se realiza una comparación de la energía generada e intercambiada en dos años de baja hidraulicidad, en base a información de UTE en cifras y el Informe Anual 2020 publicado por ADME.

gráficos

La producción de hidroelectricidad en 2006 fue 450 GWh menor que en 2020, pero en contrapartida la demanda de energía eléctrica fue 2.800 GWh menor. La participación de la generación hidroeléctrica en 2006 representó el 43%, mientras que en 2020 el 36% de la demanda del S.I.N.

La participación de la generación térmica e importación de energía representaron el 57% de la demanda en 2006 (23% y 34% respectivamente) mientras que en 2020 tan solo 12% (6.9% térmica y 4.7% importación). Otra diferencia a destacar es que la importación de energía en 2020 fue por conveniencia en costos y no por faltante de generación térmica local.

Las otras fuentes de generación utilizadas para cubrir la demanda de 2020 fueron biomasa, eólica y solar fotovoltaica. Además, se exportaron 1.148 GWh de energía, de los cuales 709 GWh fueron hacia Argentina y 439 GWh a Brasil.

Conclusiones

La integración de energías renovables no convencionales en el sistema eléctrico uruguayo ha permitido independizar al país de los riesgos asociados a los aportes hidrológicos, precios internacionales de combustibles fósiles, disponibilidad y costos de energía en Argentina y Brasil. A su vez, ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de energía eléctrica significativamente, y ha estabilizado el costo de abastecimiento de la demanda.

(*) Los autores de este trabajo son Lorena Di Chiara, Felipe Bastarrica, Federico Ferrés.
1) La generación con biomasa en la mayoría de casos, está asociada a un proceso productivo donde la generación eléctrica es un subproducto.

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