Con la economía creciendo en torno a 3,5%, en 2024 habría margen para que nuevamente crezca el salario real y el empleo. Sin embargo, una tasa de inflación inferior a la incluida en las pautas (5,8%) podría incrementar el riesgo de informalidad en algunos sectores o regiones.
En el último trimestre del año 2023 la economía habría crecido en torno a 3% frente al mismo período de 2022. En contraste, la masa salarial, definida como combinación entre el número de ocupados (+2,4%) y el salario real (+4,2%), habrá aumentado un 6,7%. La recuperación del salario real era esperable, pero en un contexto de sequía y en especial de afectación del sector comercial y turístico por el impacto de Argentina, la magnitud del incremento del empleo (+40.000) fue sorpresiva. La dinámica del mercado laboral en el último año tuvo sus particularidades, que a su vez son relevantes para anticipar que podría pasar en 2024.
La pandemia afectó de forma desproporcionada a algunos sectores intensivos en empleo y la “sorpresa” inflacionaria de 2022 atrasó la recuperación del salario real. En el cuarto trimestre de 2022 la masa salarial se ubicó en niveles similares a 2019, mientras que el PIB estaba 4% arriba. Ello probablemente haya dado margen para que, en un contexto de sequía, afectación del comercio por la situación económica argentina y, con el compromiso de recuperar el salario real arriba de la mesa, durante 2023 se crease empleo. Al cierre de de 2023 la brecha entre la masa salarial y el PIB (en comparación con 2019) se habría cerrado.
La “sorpresa desinflacionaria” adelantó la recuperación del salario real en 2023 e incrementó el costo salarial en términos reales, ex post. Si bien todavía ello puede no haberse reflejado en el número de ocupados, es posible que el aumento del costo salarial y el impacto de la crisis argentina haya sido amortiguado por una especie de “flexibilidad tácita” de las relaciones laborales.
La mayoría (o la totalidad, si solamente se toman en cuenta los datos del INE y no los registros administrativos del BPS) del empleo generado en 2023 fue informal. A su vez, el subempleo aumentó del 8,4% al 9,5% entre los últimos trimestres de 2022 y 2023, hecho que se refleja también en una caída en el promedio de horas trabajadas por ocupado (de 37,9 a 37,2).
Si bien desde el punto de vista de la oferta, el incremento de la informalidad puede deberse (al menos parcialmente) al hecho de que la pandemia afectó notoriamente más al sector informal y que recién este año las personas que habían perdido el empleo retornaron al mercado, también es cierto que, desde la óptica de la demanda, el incremento de la informalidad parece consistente con algún la dinámica regional y sectorial del empleo durante 2023.
La finalización de la tercera planta de UPM redujo el número de ocupados formales en la construcción, pero ello fue atenuado por el aumento del empleo en actividades vinculadas al sector (ej. albañilería, etc.), con niveles de informalidad y subempleo relativamente más altos. Los cotizantes en el BPS de servicio doméstico se mantuvieron estables, pero hubo unos 8.000 ocupados más en el sector y las horas trabajadas por ocupado cayeron un 8%.
Por otra parte, la dinámica regional del empleo refleja un fenómeno similar y puede explicar la afectación del comercio y las “economías de frontera”. La tasa de empleo en el Interior aumentó 1,2 p.p. entre diciembre 2023 y diciembre 2022, pero la tasa de empleo sin restricciones (que excluye subocupados e informales) cayó 1,7 p.p, mientras que, en Montevideo, la tasa de ocupados sin restricciones cayó solamente 0,2 p.p. A nivel departamental, en comparación el último trimestre de 2022, la tasa de informalidad en Artigas aumentó de 43% a 49%; en Cerro Largo de 32% a 44%; en Tacuarembó de 24% a 38%; en Salto de 27% a 34% y en Rivera se mantuvo en 37%. En Montevideo, la aumentó de 12% a 14% y en Canelones de 21% a 26%.
Los datos sobre el ingreso promedio de los hogares son consistentes con esta lógica. La masa salarial (utilizando el salario real formal) aumentó un 6,7%, pero el ingreso de los hogares aumentó apenas 1% en el último trimestre, con dinámicas bien distintas entre Montevideo (+6,2%) e Interior (-4,5%).
La informalidad puede verse como un mecanismo de ajuste entre la oferta y la demanda de trabajo. En los sectores en donde la productividad de la mano de obra es baja y, por tanto, los salarios son bajos, la interacción entre el salario demandado y el ofertado solamente ocurre si no se realizan aportes y/o si se trabaja en diferentes condiciones a las pactadas en la negociación por rama. Ello puede ocurrir cuando los salarios se fijan en función de las condiciones de mercado y la productividad de las empresas más representadas, ya sea por su tamaño o por su región, y en la realidad, éstas varían entre empresas y/o regiones.
La economía crecerá en torno a 3,5% durante 2024 y ello, junto con la mejora de la situación comercial en la frontera debería promover cierta recuperación adicional del empleo, en un contexto en donde el salario real continuará incrementándose. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los acuerdos salariales del sector privado firmados al cierre de 2023 contemplaron una inflación proyectada para 2024 de 5,8%. Una tasa de inflación inferior (ej. 4,9%) aceleraría el crecimiento del salario real (que es un costo para las empresas), pudiendo tener efectos en el nivel de empleo y/o en la formalidad.
La informalidad genera problemas de recaudación para el Estado, pero, sobre todo, dificulta el acceso de la población afectada (1 de cada 5 trabajadores informales es pobre) a la seguridad social, el crédito, etc. A su vez, complejiza el despliegue de políticas públicas por parte del Estado.
Está claro que eliminar la informalidad es una utopía, pero es necesario que las negociaciones salariales comiencen a contemplar de forma más extendida la heterogeneidad de empresas, regiones y trabajadores.