Los dos pilares que se convirtieron en “amortiguadores” para la construcción durante 2023

Haber mantenido más de 50 mil empleos en el sector en un año con caída de la actividad, es la mejor noticia, afirma el presidente de la Cámara de la Construcción, Alejandro Ruibal.

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Alejandro Ruibal
Alejandro Ruibal, presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay
Leonardo Maine/ El Pais

“No la vi venir”, admite Alejandro Ruibal acerca de la fuerte caída de la actividad en la construcción durante el tercer trimestre del año pasado”, donde esperaba una performance no tan mala. El presidente de la Cámara de la Construcción es consciente que 2023 fue un año donde la construcción de viviendas y las obras viales evitaron que la culminación de las obras de UPM2 y el Ferrocarril Central generaran un impacto mayor. Sin embargo, destaca que el empleo se mantuvo en niveles similares al año anterior. Para 2024, “dependiendo del timming de los proyectos en curso” estima que la actividad podrá ser similar a la del año anterior. De allí en adelante, “habrá que ver qué proponen los candidatos”, subrayó, con los que se pretenden reunir para escuchar y hacer sus planteos: la implementación de una agencia de infraestructura y la necesidad de acelerar plazos y trámites públicos. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Qué balance hace sobre la actividad en el 2023?

—Los datos del Banco Central son objetivos, ha habido una clara contracción de la inversión en la construcción. La comparación con 2022 refleja la culminación de la obra en UPM 2 y las obras del Ferrocarril Central, que comenzaron a desacelerarse a mitad de año. Pero en realidad, me sorprendió la magnitud de la caída de la actividad en la construcción que reflejó el dato del BCU (-8,3% en el tercer trimestre 2023, interanual). Sabíamos que iba a caer, pero nunca tanto. No la vi venir… Luego de esto, no me animo a pronosticar cuánto va a terminar cayendo el sector cuando estén los datos de todo el año, aunque el último trimestre debería ser un poquito mejor. Sin embargo, la otra cara de la moneda es el empleo.

—La caída no fue tan importante…

—En el sector, de acuerdo con cifras oficiales, prácticamente se mantuvo el nivel de trabajadores, y esto tiene que ver con qué tipo de obra se está haciendo y cuán intensiva es en mano de obra. Para el empresario del sector, esta es una variable a tener en cuenta. Cerramos 2023 con unos 56 mil trabajadores cotizando, según BPS…

—Esa cifra representa una caída de unos 2 mil puestos de trabajo en relación con el cierre de 2022…

—Dado el contexto, no es una cifra muy significativa. Veamos; se acabó la obra en uno de los proyectos más grandes de la historia del país como como es UPM, además asociado al ferrocarril, y mantenerse en números muy cercanos al año anterior, es un gran resultado. Sostener niveles superiores a los 50.000 puestos de trabajo directos, cotizando, es muy bueno. Y eso representa el doble, si tomamos todo lo que la construcción moviliza en su entorno.

—¿Cómo se sostuvo el empleo en el sector?

—Hay dos pilares muy importantes, que oficiaron de amortiguadores, que son los que están este sosteniendo la industria en estos momentos. Por un lado, el sector inmobiliario, básicamente de la mano de la vivienda promovida y del marco legal que incentiva estas obras, muy beneficioso para los inversores. Eso ha generado un movimiento importante, basta con recorrer Montevideo y Canelones, pero también otras ciudades, como Florida o Durazno, entre otras que están teniendo proyectos para desarrollar. Y la construcción de viviendas es muy intensiva en mano de obra comparada con otros rubros de la construcción.

—¿El otro amortiguador?

—La inversión en obras viales. Rutas, puentes, viaductos, toda la infraestructura vial. El presupuesto destinado por el Ministerio de Transporte, la OPP y la Corporación Vial del Uruguay en este rubro son los mil millones de dólares que ha citado en más de una oportunidad el Ministro (José Luis) Falero, que también incluye obras que venían del período anterior, como las desarrolladas por PPP (Participación Público Privada). Esto representa mucha actividad, que además derrama alrededor de cada uno de estos desarrollos.

—Pero el nivel de actividad que representan obras como UPM2 y FFCC, no puede cubrirse con desarrollos inmobiliarios y viales. Es un gran desafío para el sector…

—Proyectos de la magnitud de UPM 2 son como un cometa, lo vemos una a vez cada mucho tiempo. Fueron tres años de obras importantes, en el centro del país, lo que a su vez impacta en muchas otras actividades a su alrededor. Pero la realidad es que eso no se sustituye fácilmente. Los dos sectores que oficiaron de amortiguadores, como señalaba antes, evitaron una caída mayor. Pero es cierto que con eso no alcanza. En 2024 tenemos expectativas con otros proyectos, por ejemplo en materia de agua potable y saneamiento. Arazatí, proyecto de iniciativa privada, se comienza a construir en pocos meses. Está en la etapa del proyecto Ejecutivo, ya pasó por el Tribunal de Cuentas, pero su construcción se va a iniciar seguramente en el primer semestre del año. Es un proyecto muy importante que atiende una debilidad estructural relacionada con el agua potable. En cuanto al saneamiento en 61 localidades de todo el país es un proyecto d inversión pública que va a avanzar en breve. En febrero se abre la licitación y esperamos estar en obra este año. Con este diseño resuelto por el Poder Ejecutivo se adelanta un proceso que ciudad por ciudad llevaría 20 años y que podemos concretarlo en dos o tres. Paralelamente, estamos expectantes también en otros proyectos, como el Data Center de Google. También hay algunos proyectos vinculados con centros comerciales que suman a la actividad, así como inversiones impulsadas por las intendencias, como las obras en Ciudad Vieja de Montevideo. Además, esperamos que adquiera mayor ritmo el proyecto Avanzar, de vivienda popular en distintos puntos del país. Todo eso sumado puede generar un nivel de actividad interesante en el sector.

—En cuanto a obra vial, hay varios proyectos iniciados en el año anterior que todavía aseguran actividad para varios meses…

—Según consta en la última Rendición de Cuentas, la proyección de inversiones en obras viales para este año será de un ritmo similar al que se venía ejecutando en 2023. No se va a enlentecer, tampoco creo que baje el ritmo en el rubro arquitectura, o sea el inmobiliario, porque hay varias obras en curso y otros proyectos por cristalizar.

—El impulso que muestra la construcción inmobiliaria de la mano de la vivienda promovida, ¿puede estar cerca de su límite?

—Hay algunas dinámicas poblacionales que explican por qué hay lugar para seguir expandiendo esta actividad ¿Hasta cuándo?, no sé. Hay muchas obras en curso y otros proyectos prontos para iniciarse, va a ser un ciclo que en algún momento puede frenarse, pero no será en 2024.

—¿Cómo esperan cerrar 2024 en cuanto a la actividad en el sector?

—Si se confirma el timming de los proyectos que mencioné antes, pensamos que va a ser similar o capaz que algo por encima del año anterior. Si no se confirma o se atrasan algunos proyectos de los grandes... obviamente va a ser muy difícil mantener el nivel de 2023. Somos una industria absolutamente ligada a la inversión, si las inversiones no se concretan esto se refleja de inmediato en el sector, sus empresas y el empleo.

Alejandro Ruibal
Alejandro Ruibal, presidente de la Cámara de la Construcción
Foto: Estefanía Leal

—Este es un año electoral, ¿de qué forma impacta en el sector?

—El empresario de la construcción se ha ido acostumbrando a leer los ciclos electorales y acompañar “la curva” de la actividad, que es más fuerte en el último año de un gobierno, el primero del siguiente se enlentece y luego tiene un ritmo sostenido en el segundo, tercero y cuarto. Asumir esa realidad nos ha llevado a adaptarnos y actuar en consecuencia. Por ejemplo, al amparo de la ley que prevé la iniciativa privada, las empresas del sector hemos presentado muchísimos proyectos y muy variados. Este mecanismo nos ha permitido fundamentalmente adelantar tiempos. El privado se mueve más rápido a la hora de hacer estudios, obviamente arriesga dinero, mucho trabajo, pero a veces logramos acortar algunos plazos de análisis de proyectos. Esto vino para quedarse y como en otras partes del mundo, los privados también tienen una responsabilidad de poder proponer; después decidirá el gobierno.

—También es necesario que los gobiernos definan una hoja de ruta, más allá de lo que proponen los privados.

—Sin dudas. Es buena cosa dar libertad a la creatividad del sector privado, pero en determinados proyectos grandes, estratégicos, tiene que haber una hoja de ruta o un banco de proyectos, que pueda analizarse por fuera de los ciclos electorales.

Nosotros vamos a insistir con un tema que propusimos hace un tiempo: la creación de una agencia de infraestructura, para que se puedan empezar a analizar proyectos de largo plazo y tener un poco más de horizonte.

—En ese horizonte está 2025, que será el primer año de un nuevo gobierno…

—Claro que va a estar muy influenciado por el resultado de las elecciones, de quien sea el responsable de conducir la economía del país y eso no lo podemos anticipar. No es fácil pronosticar qué puede suceder. Todavía no hemos tomado contacto con los planes de los candidatos en materia de infraestructura, cuáles serán las reglas de juego en el sector, en cuanto a la atracción de inversiones, no lo sabemos aún. Históricamente, la Cámara de la Construcción se ha reunido con los candidatos en el proceso electoral, con el objetivo de escuchar a cada candidato y también hacerle llegar nuestras inquietudes. Este año lo haremos nuevamente, y también vamos a realizar un evento con el Centro de Estudios que tiene la industria de la construcción, para poner arriba de la mesa las lecciones aprendidas en cuanto a inversión en infraestructura utilizando diferentes herramientas, llámese PPP, Cremaf, concesión de obra pública, etcétera.

 —¿Cremaf o PPP, que funciona mejor en Uruguay?

—Son escalas que no son comparables. Los PPP fueron para proyectos grandes, que en definitiva están en el piso de la actividad fuerte del sector en estos últimos años: siete circuitos viales, más un ferrocarril, escuelas, cárceles, estamos hablando de varios miles de millones de dólares de infraestructura. Los Cremaf son más chicos, para para unos pocos cientos millones de dólares. Sion complementarios ambos sistemas. Los PPP son mejorables, es necesario bajar costos en su estructuración, pero no podemos negar la importancia que han tenido en el impulso de la infraestructura en los últimos diez años.

—¿Qué otro asunto piensan plantear a los candidatos?

—La lentitud de la ejecución de los proyectos en Uruguay. Está bien que tenemos que dar garantía a todos los procesos y nuestro país es excelente desde ese punto de vista, pero no podemos a discutir tanto las cosas, incluso llevando a que algunos proyectos queden por el camino. Porque lo que no se haga también lo pagamos entre todos; no tener una vía de ferrocarril, un viaducto, un puerto, es un costo para el país. Vamos a seguir insistiendo con el reclamo de mayor agilidad a la hora de implementar los proyectos.

—A mediano plazo, una nueva transición energética puede demandar inversión y obra privada…

—Sí, hay mucha expectativa con lo que pueda ocurrir en el sector energético, de la mano de los combustibles sintéticos. Hay dos o tres proyectos grandes, de concretarse puede generar toda un área de negocios que consume mucha energía y esa energía será solar o eólica. Puede haber un nuevo impacto muy fuerte en la inversión en energía. Todavía hay que hacer mucha cosa como país para que eso se concrete, falta cumplir algunos pasos, pero no hay que subestimarlo.

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