La luz roja se enciende en el mercado laboral

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Foto: El País
Leonardo Maine

TEMA DE ANÁLISIS

La masa salarial se reduce por menor empleo y por una baja en la cantidad de horas trabajadas.

La situación de deterioro gradual en la que se encuentra la economía uruguaya se refleja claramente en sus estadísticas sobre el mercado de trabajo.

Hay una caída en la cantidad de puestos de trabajo que repercute en el alza de la tasa de desempleo y en la migración. Por su parte, los indicadores de calidad del empleo comienzan a mostrar señales de un deterioro que, a esta altura, enciende las luces rojas de advertencia y ofician de llamado a la acción para evitar la caída en un pozo recesivo más profundo.

Se trata de situaciones en las que la carrera que se juega es contra el tiempo, debido a que en la medida que se profundizan los desequilibrios macroeconómicos, su resolución es cada vez más difícil. En el proceso de deterioro también va creciendo la debilidad de la economía para enfrentar situaciones adversas externas. En la medida en que pasa el tiempo y no se actúa, todo se va agravando lentamente y el desenlace que va ganando probabilidad de ocurrencia es el de una crisis macroeconómica.

En el segundo trimestre del año, la tasa de desempleo pasó a ser el actor principal porque se ubicó muy cerca del 9%, un nivel que no se observaba desde el año 2007. En el contexto de la región es una de las mejores tasas y en el gráfico superior del cuadro adjunto se puede ver su evolución junto a la de Argentina y Brasil. Comenzando por los vecinos del norte, el último dato disponible es el del primer trimestre del año y los doce meses a marzo se ubicaron en el 12,2% y hace tres años que se encuentran en un nivel de dos dígitos. A pesar de ello, hay una leve mejora en los dos últimos años y en la medida que están recuperando nivel de actividad se espera pueda seguir evolucionando favorablemente en el 2020.

En el caso de Argentina, la manipulación de las estadísticas oficiales durante el gobierno de Cristina Fernández hace que solo resulte confiable la comparación desde el año 2016. El nivel de desempleo no es tan alto como en Brasil, pero la tendencia al alza persistente refleja la crisis macroeconómica en la que se encuentran. La tasa promedio en los doce meses a marzo del 2019 es del 9,5% y nos da una idea de que los valores para Uruguay no se encuentran muy lejos del terreno de las dificultades.

En el segundo trimestre del año se puede estimar que hay en la economía uruguaya aproximadamente 157.500 desempleados, lo que representa un incremento de 15.000 en el último año y de 40.000 en relación al año 2013. La contracara del mayor desempleo es la pérdida de puestos de trabajo en la economía, porque las variaciones en la cantidad de gente que en forma activa ofrece su trabajo en el mercado son relativamente estables.

La cantidad de puestos de trabajo se puede estimar a partir de la tasa de la encuesta (56,2% en el segundo trimestre de 2019) y las estimaciones de la población en edad de trabajar que realiza el INE. En base a estos datos, en el promedio del último año, la economía uruguaya tuvo aproximadamente 1.631.000 personas ocupadas. Esta cifra se puede comparar con diferentes momentos, pero el más crítico es el promedio del año 2014 con 1.680.000 personas. Por tanto, hay cerca de 50.000 puestos de trabajo menos en menos de cinco años.

Si se mira la evolución de los puestos de trabajo por sector de actividad, aparecen los ganadores y los perdedores en este ciclo. Las mayores caídas ocurrieron en la industria manufacturera, la construcción, producción primaria, los servicios para los hogares y el comercio. Entre los cinco sectores, se puede estimar una pérdida del orden de los 85.000 puestos de trabajo.

Por otra parte, hay un incremento en la cantidad de puestos en la salud, inmobiliarias y servicios de administración, alojamiento y comidas, financiero y administración pública, que en conjunto agregaron 34.000 empleos.

Vale la pena destacar la evolución de los puestos de trabajo en la administración pública, ya que el crecimiento desde el año 2014 es importante, pero insignificante frente a lo ocurrido entre 2011 y 2014. Esta evolución se ilustra en el gráfico de la izquierda en la zona media del cuadro, donde se puede observar también cómo la pérdida de puestos de trabajo desde 2014 se concentró solamente en el sector privado. Mientras que los ocupados en la actividad privada caen muy levemente, el sector público aumenta 12,6% entre 2011 y 2018. A partir de los datos del BPS, se confirma que esta tendencia siguió presente en el primer semestre del 2019.

Otra evolución despareja en cuanto al empleo es la que ocurre cuando se separan los datos por edad de las personas ocupadas, para reflejar la realidad de los jóvenes (menores de 25 años de edad) y los mayores. En las dos categorías, se observa desde 2014 un descenso en la cantidad de personas ocupadas, pero la caída es muy abrupta en los más jóvenes. En el gráfico de la derecha en la zona media del cuadro se ilustra la evolución de la tasa específica de empleo para el segmento de edades jóvenes. En los últimos cinco años, la caída es constante y no cesa, pasando de 39,1% a 31,6%.

Esta evolución ilustra una de las grandes dificultades para nuestro país, debido a que la falta de oportunidades para los más jóvenes deteriora los incentivos a la capacitación y fomenta la emigración. Es un proceso que impacta directamente en la capacidad de producción y crecimiento de la economía a futuro, al limitar la cantidad y productividad del trabajo humano disponible a futuro.

Hay varias señales de deterioro en cuanto a la calidad del empleo. El desempleo en los jefes de hogar, que suele ser pequeño, se encuentra en 4,7% en el segundo trimestre del año, cuando supo estar por debajo del 3% en momentos de pleno empleo. La duración del desempleo es de 8,7 semanas, 2 semanas más que en el año 2012. El 68,4% de los desocupados no pone condiciones para aceptar un trabajo, cuando en 2012 solo lo hacía 53,7%.

Como corolario del deterioro en las condiciones de trabajo y la debilidad del nivel de actividad, se observa una caída sostenida en la cantidad de horas trabajadas por semana. En el último gráfico del cuadro se presenta la evolución de esta variable en los últimos cinco años, que es descendente en forma sostenida.

Los problemas son visibles cuando se analiza la cantidad de puestos de trabajo, lo que quiere decir que seguramente la presión ya se empezó a trasladar a los salarios. Este tema será uno de los grandes desafíos para los dos próximos años, ya que se trata de una de las variables de precio más rígidas de la economía. El problema es que el costo social por la falta de ajuste de los salarios resulta muy alto. Hay un impacto muy fuerte en los desocupados, pero también destruye capacidad de producción a futuro.

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