OPINIÓN
Detrás de las señales de optimismo anteriores se esconde una advertencia importante: la distribución regional es muy desigual.
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Como ya es habitual, cada mitad de año resumo en esta columna los principales mensajes sobre la inversión en el sector energético global (*). Este año cambio el formato y lo hago a través de ocho puntos.
1. Se espera un crecimiento de la inversión en el sector energético de aproximadamente 8% en 2022, por encima de los niveles pre Covid. Se estima que la inversión llegará a US$ 2.4 billones en 2022, casi 2.5% del producto bruto mundial. El mayor aumento ha estado de la mano del sector eléctrico y, dentro de éste, renovables y redes.
2. Sin embargo, la mitad de la suba de la inversión está asociada a un aumento de costos, no de capacidad adicional. Éstos están aumentando debido a presiones en la cadena de suministro, falta de mano de obra especializada y el efecto del aumento de los precios de la energía en los materiales de construcción como el acero y el cemento.
3. La inversión en energías limpias se ha despegado un poco, finalmente. Por años la inversión creció de forma lenta, pero ahora ha repuntado. Desde la firma del Acuerdo de París hasta 2020, las inversiones crecieron a un ritmo del 2% anual. De 2020 hasta (la inversión estimada en) 2022, el crecimiento anual es de 12%.
4. Detrás de las señales de optimismo anteriores se esconde una advertencia importante: la distribución regional es muy desigual. El gasto en energía limpia se concentra en las economías avanzadas y en China: en los demás países la inversión está estancada en niveles de 2015 (salvo excepciones).
5. El sector eléctrico es el que más inversión atrae. La solar lidera la tendencia y representa casi la mitad de la inversión en renovables, aunque la eólica sigue fuerte. Mientras que 2020 mostró records en instalaciones de eólica en tierra, 2021 fue el año de la eólica marina, con 20 GW puestos en operación y cerca de US$ 40.000 millones invertidos. El fin de subsidios en China fueron gran parte de la historia, aunque también los precios. Por ejemplo, una reciente licitación en Reino Unido logró precios de menos de 40 libras/MWh (un valor muy competitivo y 30% por debajo que en 2017).
Pero las renovables no se escapan de las presiones inflacionarias. Se estima el coste medio (LCOE) para proyectos solares y eólicos aumentaría entre un 20% y un 30% en 2022. Además, la generación fósil no ha acabado. Varios países asiáticos continúan aprobando nuevos proyectos de plantas eléctricas a carbón (China aprobó 20 GW en 2021, casi el doble que en 2018 y 2019).
6. ¿Las baterías y almacenamiento son la nueva solar? El sector está atravesando un boom de inversiones: se espera que en 2022 la inversión se duplique, llegando a cerca de US$ 20,000 millones. Todavía son niveles bajos comparados con otros subsectores, pero la aceleración de la inversión anual es impresionante, a pesar del aumento de costos.
7. Los combustibles están respondiendo a un escenario de precios altos, pero con matices. La inversión subió en 2021 y se espera que suba también en 2022, pero todavía está por debajo de los niveles pre pandemia. Hay mucha incertidumbre aún, con fuerzas opuestas. Por un lado, precios altos y mucho más énfasis de países por salvaguardar la seguridad energética (Europa por ejemplo con planes para reducir fuertemente su dependencia de gas y petróleo proveniente de Rusia) —poniendo presión en inversiones domésticas— y por otro lado las metas climáticas aprobadas en los últimos años. Además, la urgencia es por solucionar desbalances de cortísimo plazo (ahora, los próximos meses) mientras que los tiempos de construcción y puesta en marcha de proyectos de exploración, producción o refinación son de varios años. Todo esto implica que la volatilidad y los precios podrían continuar altos, aunque dependerá también de las proyecciones económicas (ajustes recientes a la baja de las proyecciones de PIB global han tenido efectos a la baja en el precio del crudo por ejemplo).
8. Hay que seguir de cerca el aumento de precios de los minerales críticos. Los precios del litio y el cobalto más que se duplicaron en 2021 y los de cobre, níquel y aluminio aumentaron entre 25% y 40%. Esta tendencia continuó en 2022, con el precio del litio subiendo dos veces y media entre enero y marzo. Esto tiene efectos en las energías limpias en particular, y la infraestructura asociada a ellas. En 2021, los precios de las turbinas eólicas y los paneles solares aumentaron un 9% y 16% respectivamente. Es probable que los precios de las baterías de litio experimenten un gran repunte en 2022 también. Rusia es el mayor productor de níquel Clase 1 de grado (usado en baterías), representando el 20% del suministro mundial.
También es el segundo y cuarto mayor productor de cobalto y grafito, ambos importantes insumos de baterías.
En resumen, la inversión crece, pero los fósiles no son historia y los niveles de inversión en energías limpias (y su infraestructura asociada) —que hoy representan la mayoría de la inversión— todavía son bajos en relación a lo que deberían ser en escenarios donde el aumento de temperatura de la tierra es consistente con acuerdos climáticos.
A su vez, la inflación y las subidas de tasas de interés ponen presión sobre los sectores intensivos en capital, como las renovables. El sector de las energías limpias ha sido bastante resiliente en estos años (si miramos ratios de liquidez, capitalización, márgenes) pero mayores costes de deuda pueden causar efectos negativos. También puede ser el caso si los desequilibrios en mercados de materiales críticos persisten. Las economías emergentes y en desarrollo, donde la inversión con fondos públicos es mayor, podrían verse más afectadas. La volatilidad parece va a mantenerse por unos meses, pero depende también del crecimiento de la economía global. Habrá que esperar.
(*) En base al informe World Energy Investment 2022 de la Agencia Internacional de Energía. La responsable de esta columna fue una de las autoras de dicho informe.