Mercosur- UE: las razones de la aceleración europea y los argumentos para convencer a los más escépticos

Con el retorno de Trump en EE.UU. y la creciente influencia de China en América Latina, la relevancia de Europa está en juego.

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Germán Ríos - Profesor Asociado de Economía y Director del Observatorio de América Latina en IE University de Madrid.
Genitleza IE University

El retorno de Trump al poder y la influencia de China en América Latina terminaron por convencer a las élites europeas de que era necesario sellar el acuerdo con el Mercosur. La relevancia de la vieja Europa está en juego, “y no pueden dejar de lado a un socio natural con el que comerciar”, advierteGermán Ríos, Director del Observatorio América Latina de la IE University de Madrid. Y añade otro elemento importante: “el litio y las energías limpias, fundamentales en el desarrollo productivo que pretende Europa, están en los países latinoamericanos”, subraya. Al repasar el proceso pendiente para la aprobación del acuerdo en Europa, asegura que la traba puede estar si el acuerdo pasa por los parlamentos nacionales. Destaca que la UE tiene “tres argumentos sólidos” para contrarrestar los discursos anti Mercosur y confía en el avance del acuerdo firmado en Montevideo. A continuación, un resumen de la entrevista.

 — ¿Cómo se observa en Europa el paso dado en Montevideo respecto al tratado con el Mercosur?

— En España se recibió como una excelente noticia; hay que tomar en cuenta que España es el segundo inversionista en América Latina, tiene una presencia muy importante en Mercosur, pero además, básicamente es la voz de América Latina en Europa. De hecho, entiendo que el gobierno español tiene una parte importante de la responsabilidad en esta concreción.
En el resto de Europa se recibió un poco más frío. En varios países se manifestó poco entusiasmo, es cierto, sobre todo por la postura que han asumido los agricultores en Francia y otros países.

— En 2019 se accedió a una instancia muy parecida, y finalmente luego se frustró. ¿Esta vez es diferente?

— Sí, es diferente, básicamente por dos razones. La primera es que hay un acuerdo político. Hace cinco años no se cerró. Parecía acordado pero finalmente se quebró. Ahora es diferente. La segunda razón es que estamos en un momento muy complicado para Europa desde el punto de vista geopolítico.
Hoy en día, con la llegada nuevamente de Trump al poder en Estados Unidos y la creciente influencia de China en América Latina, en Europa se asume que una es buena idea concretar este acuerdo. La relevancia de Europa está en juego.

— ¿Ese es un elemento que sopesan los líderes políticos europeos en esta oportunidad?

— Sí; mi opinión personal es que esa es la principal razón por la cual se decide avanzar. La razón que mueve a Von der Leyen a viajar a Montevideo y tomarse la foto por los presidentes del Mercosur. Europa necesita generar un movimiento de esa magnitud.
A algunas personas le agarró un poco de sorpresa que esto se hiciera de repente, pero quienes venimos siguiendo el proceso desde tiempo atrás, por ejemplo, la cumbre Celac-Unión Europea que hubo en el verano europeo, asumimos que esto se venía cocinando desde hace un tiempo. Y el empujón final es el triunfo de Trump en las elecciones de Estados Unidos.

— ¿Cuál es el detalle del proceso pendiente?

— Tenemos un par de años por delante. Lo primero es la revisión jurídica de los textos y la traducción a los idiomas oficiales de la Unión Europea y Mercosur. Eso llevará un buen tiempo. Luego vendrán dos instancias de aprobación que yo creo que van a ser relativamente no muy complicadas. Una que es que la Comisión Europea lo apruebe. Ese órgano tiene la potestad de negociar y aprobar un acuerdo comercial. La siguiente, es que lo apruebe el Consejo de la Unión Europea. Esas dos instancias van a tomar algo de tiempo, también, pero creo que las fuerzas que empujado a la firma del acuerdo en Montevideo van a respaldar que tanto la Comisión Europea como el Consejo de la Unión Europea, le den también el visto bueno. Allí se necesita al menos 55% de los miembros que representen el 65% de la población europea. Y el siguiente paso es la mayoría simple en el Parlamento de los 27 miembros de la Unión Europea, donde puede haber algo más de complejidad. Ahí lo que va a pasar es que los países grandes, como Alemania, van a convencer a los pequeños de que esto es una buena idea por razones geopolíticas.

— ¿Hay mayorías para ello?

— No tengo dudas de que Alemania, España, Portugal y varios países más de peso en la Unión van a ratificar el acuerdo. Pero luego entramos en un terreno más complicado, porque tenemos a Francia, a Polonia y otros países, a los que este acuerdo a lo mejor no le resulta muy relevante, pero por su política interna se podría complicar. Todavía queda un camino largo y complejo.
Si la Comisión lo aprueba, si también lo aprueba el Consejo Europeo y lo ratifica el Parlamento, el acuerdo ya entra en vigor. Si tiene que ir a los parlamentos nacionales lo que va a pasar es que las provisiones generales comerciales entran en vigor pero el acuerdo completo no, hasta que sea aprobado en su totalidad por los parlamentos.

— ¿Y qué es lo que determina que que se vea sometido a los parlamentos nacionales?

— Tendría que pasar que algún país argumente que el acuerdo afecta sus intereses en particular y que necesita la ratificación de su congreso. Esa es la parte donde yo veo que podríamos tener mayores complicaciones.

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Germán Ríos.
IE University

— Si hay “países grandes” como Alemania para convencer a los más chicos, también Francia lo es para buscar el rechazo. ¿Cómo se da esa puja interna en el bloque?

— Mira, hay tres grandes razones por las cuales un país se podría oponer a este acuerdo. Una es que le perjudica su agricultura, que es el caso de Francia. Otra razón es que digan que los productos del Mercosur van a venir a Europa con menores estándares de lo que le exigen a los europeos. Y la tercera razón por la cual alguien se puede oponer a esto es que diga que esto va a tener un impacto negativo en el medioambiente. En eso están trabajando los promotores del acuerdo…

— ¿Y qué es lo que la Unión Europea está preparando para contrarrestar esos argumentos?

— Lo primero que está diciendo la Unión Europea es que los productos del Mercosur van a venir acá con las mismos estándares de los productos europeos. Que no va a haber ninguna excepción a los temas de calidad y de sostenibilidad. El segundo argumento que están utilizando es que resulta más fácil trabajar conjuntamente en el cambio climático con América Latina si hay un acuerdo, que si no hay un acuerdo. Y el tercer argumento es que a los agricultores que advierten sobre los perjuicios del acuerdo en su actividad, se les anunció la creación de un fondo de compensación que se estima en principio en mil millones de euros, con el objetivo de distribuir subsidios a aquellos que realmente se vean afectados por el programa y convencerlos de que no tendría mayores implicaciones económicas. También hay que recordar que dentro de los productos más sensibles como la carne, la leche, el trigo, la Unión Europea ya tiene cuotas establecidas para el comercio y ese es otro argumento: no se libera totalmente, solo dentro de las cuotas que se establezcan.

— ¿Serán suficientes esos argumentos contra los costos políticos que puede traer un acuerdo?

— Yo creo que si llegamos a la aprobación del acuerdo político en los órganos de la UE, mi percepción es que todos los grandes ya se montaron en el carro. Obviamente, Francia no va a decir públicamente que lo acompaña porque internamente le iría muy mal, en medio de una crisis política muy compleja, con Macron ya de salida. Pero creo que no opondría tanta resistencia. Lo mismo la Italia de Meloni, no la veo bloqueando el acuerdo.
También hay que recorder que si bien el Mercosur tiene ahora, al parecer, todos los astros alineados para la firma de un acuerdo, hasta hace poco no estaba en esa condición. Y si nos demoramos, eso puede volver a cambiar.

 — La presidencia de la UE, está pasando de Hungría a Polonia, dos países poco afectos al acuerdo. ¿Tiene alguna relevancia?

— Honestamente yo creo que no. La presidencia pro— témpore de España fue fundamental, ahora la agenda ya está establecida y lo que queda pro delante son los organismos ejecutivos y legislativos de la Unión.

— Ahora, si Europa avanza en las aprobaciones, ¿es de esperar una situación social compleja con los agricultores?

— Yo creo que no, porque primero el impacto económico sobre estos sectores es pequeñísimo. Se estima menor al 0,1% del PIB. Sin embargo, políticamente son sectores importantes. Entonces, ¿van a hacer ruido? Sí, lo han hecho en España, también en Francia y otros países, llevando los tractores a las ciudades. ¿Van a ser determinantes? Yo honestamente creo que no. Como el impacto económico no es muy importante, el gobierno tiene cierto poder de negociación para convencerlos de que al final no van a quedar tan mal parados.
Aquí en Europa en realidad lo que está complicando el ambiente social es los temas de desigualdad que ha aumentado mucho en los últimos años, también el tema del envejecimiento de la población y es muy compleja la situación con los migrantes. Europa necesita 40 millones de migrantes para poder sostener a la seguridad social. Y la discusión es de dónde queremos que vengan estos migrantes y cómo queremos que sea ese proceso migratorio. Lo que ha generado ruido político es la falta de control sobre la frontera con África y la inmigración africana sin control. Eso se ha convertido en un tema muy complicado.

— Esos temas, junto con el conflicto en Medio Oriente, la Guerra en Ucrania y Trump en Estados Unidos, seguramente sacaron rápidamente al tema Mercosur de la agenda europea…

— Sí, y eso creo que termina siendo bueno. Que no se hable tanto de este tema. El famoso informe de Mario Draghi que sacudió a Europa hace unos meses, decía que Europa se está quedando atrás en el carro del progreso. El chiste que se escucha por acá es que nos vamos a convertir en un parque temático, la gente va a venir aquí a ver la Torre Eiffel, la Puerta de Alcalá, pero nosotros no vamos a ser relevantes económicamente en el mundo. Entonces, la gran pregunta es, ¿cómo podemos cambiar esto? La respuesta pasa por mejorar la competitividad de Europa. Y allí aparece un argumento a favor del acuerdo con Mercosur. Porque,¿quién tiene el litio?, ¿quién tiene el cobre? ¿quién tiene la energía limpia?, entonces, al final del día, nos volvemos más competitivos si nos aliamos con una región como Latinoamérica que se complementa y que permitirá mejorar la competitividad de Europa. Hoy, el 60% del comercio de Europa es entre europeos. Hay que buscar mercados y socios nuevos.
Los chinos, además de ser grandes socios comerciales, están inviertiendo en América Latina. Están comprando empresas de energía, mineras, tierras para producción agrícola. Europa no puede quedarse atrás, cuando su socio natural ha sido América Latina. Además, hay que aprovechar que Estados Unidos con sus líos internos se olvidó de Latinoamérica hace un rato, y con Trump eso no va a cambiar.

— Está claro que el acceso a materia prima es uno de los objetivos de Europa…  

— Sí, ese es un elemento clave. Las dos prioridades de la UE deben ser transformación verde y transformación digital. Para ello, se necesita cobre, litio, energías limpias. Al final, los sectores que son las prioridades de Europa no pueden avanzar si no tienen a un aliado como América Latina: esa es una de las explicaciones por qué se llegó a este acuerdo después de 25 años donde no avanzó nada.

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