ENTREVISTA A MÁXIMO TORERO
El mundo tiene sólidas reservas de alimentos y las perspectivas de producción para los principales productos básicos son positivas.
El informe mundial sobre crisis alimentarias publicado la pasada semana por la FAO (Agencia de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) indica que, incluso antes de que los efectos de la pandemia de COVID-19 afectaran los sistemas alimentarios mundiales y a los medios de subsistencia de millones de personas a principios de año, 135 millones de personas de 55 países se encontraban ya en fase de inseguridad alimentaria aguda (*). Se trata de la cifra más alta de los últimos cuatro años, reflejando que casi el 60% de todas esas personas sufrían hambre aguda en 2019. Ante ello, la actual pandemia no hace más que generar un panorama sombrío sobre la alimentación mundial, donde es imprescindible “que los países consideren esenciales la agricultura y la logística vinculada a ella”, afirmó Máximo Torero, economista jefe del Departamento de Desarrollo Económico y Social de la FAO. Conflictos armados, fenómenos meteorológicos y turbulencias económicas empujan a la gente al hambre; a las cifras mencionadas, hay que sumarle otros 183 millones de personas que se encuentran “en la antesala del hambre aguda”, por lo que un fenómeno como el del COVID-19 “puede empujarles al escalón más bajo” de la insuficiencia alimentaria, advirtió el funcionario. A continuación, un resumen de la entrevista.
—Cómo define el escenario actual de cara a los objetivos de seguridad alimentaria?
—Las personas deben tener dos cosas muy claras: una, el COVID-19 es una crisis de salud, pero una crisis alimentaria y nutricional lo empeoraría aún más. Y dos, debido a los impactos económicos y de salud del coronavirus, los sistemas alimentarios altamente interconectados del mundo enfrentan más riesgos.
—¿Qué riesgos?, ¿Es probable que se genere escasez de alimentos?
—Ese riesgo existe. Pero no tiene por qué volverse una realidad. El mundo tiene sólidas reservas de alimentos y las perspectivas de producción para los principales productos básicos son positivas. Es una situación de relativa abundancia. Eso sí, tenemos que mantener vivas las cadenas de suministro para asegurarnos de que los alimentos estén disponibles y sean asequibles para todos. Es el momento de proteger el flujo de alimentos en todo el mundo. Inicialmente hubo problemas logísticos debido a bloqueos, y ahora se están resolviendo. Pero por lo general la cadena de suministro no se ha visto alterada, aparte de algún aumento de precio episódico. Hasta el transporte marítimo fluye. El problema está en otros rubros.
—¿Hay algunas producciones que se vean más afectadas que otras?
—Los productos frescos son más susceptibles a problemas logísticos. Eso se puede ver con varias frutas y verduras frescas, con pescado, y también con lácteos y carne. En el caso de frutas y verduras, hay dificultades en algunos países para su recolección, pero hay problemas de demanda, tratándose de productos que no se pueden almacenar por mucho tiempo. La FAO insta a los países a encontrar formas de acortar sus cadenas de suministro, en particular para estos alimentos, de modo que los productores puedan mantener sus medios de vida y las personas puedan beneficiarse de los alimentos nutritivos.
—¿Qué va a pasar con los precios de los alimentos?
—Los precios internacionales de algunos alimentos básicos importantes, como el aceite de palma y el maíz, de hecho, han disminuido, por lo que su pregunta no es tan simple como parece. El único alimento básico que ha experimentado un aumento en los precios es el arroz, y eso está relacionado con las restricciones a la exportación de un exportador clave (NdeR: es el caso de Vietnam, tercer exportador mundial, que suspendió temporalmente las exportaciones para garantizar sus reservas en medio de la crisis sanitaria). Esperamos que esto cambie, dada la amplia disponibilidad de suministro de arroz en el mundo. En los mercados locales, algunos precios de los productos alimenticios están aumentando debido a problemas logísticos locales, pero en los próximos meses, a medida que aumenta el shock de la demanda a la baja, los precios deberían bajar, y eso es una preocupación importante para los agricultores y el sector agrícola en general.
—¿Los países exportadores de alimentos deben prepararse para una demanda menor de los principales compradores, como China, EE.UU. o Europa?
—Eso está por verse, pero sí esperamos un shock negativo de la demanda. Esa situación puede estar relacionada más con la comercialización de productos alimenticios específicos, que a países enteros. Consideremos, por ejemplo, el pescado. A menudo se come en restaurantes y muchos restaurantes están cerrados. Lo mismo podemos pensar con respecto a la carne bovina. Otro caso particular es el algodón. En la cadena de valor actual, los consumidores occidentales han reducido de forma drástica sus pedidos y compras en el sector de la moda. Distinta es la situación para el maíz o la soja, por ejemplo. Lo importante es ayudar a que los alimentos lleguen a donde se necesitan. Ahí está la clave.
—La recesión económica a la que nos enfrentamos, en un contexto con esfuerzo fiscal de parte de los gobiernos, desencadenó además un alza de precios domésticos en varios países. ¿Nos enfrentaremos a nuevas cifras, aún más duras, de pobreza?
—La recesión es grande. El riesgo de aumento de los precios de los alimentos es especialmente significativo para los países que dependen de las importaciones de alimentos y tienen monedas depreciadas. Esto hace que apoyar a los pequeños agricultores y agricultores familiares de subsistencia sea aún más crítico, ya que pueden proporcionar alimentos para todos, y evitar, mediante su trabajo, caer en la pobreza ellos mismos. Esperamos una desaceleración significativa de la economía, por lo que debemos fortalecer los mecanismos para apoyar a los más vulnerables.
—¿Dónde ubica el problema mayor: mantener la producción, suministro de alimentos o la logística para llevarlo a todos los consumidores?
—La logística es el mayor problema, especialmente ahora. Pero la cadena de suministro no existe sin la materia prima. La FAO está pidiendo a todos los países que refuercen la producción de alimentos y que trabajen con sus calendarios de cultivos para asegurar la cosecha y la siembra, todo respetando las pautas de salud para los agricultores y trabajadores agrícolas.
—Precisamente, el comercio mundial está muy desacelerado y las proyecciones a corto plazo son muy negativas; ¿qué se puede hacer en ese sentido?
—La FAO se centra en la seguridad alimentaria e insisto, la recomendación es que el comercio internacional de alimentos sea lo más libre posible. Esto también mejorará la disponibilidad local de alimentos.
—Los antecedentes de la crisis de 2008 muestran una retracción a la apertura comercial. ¿Se puede pensar en reacciones similares como imposición de aranceles u otras medidas proteccionistas?
—La FAO ha instado con fuerza a los países a no repetir los errores de 2008. Nuestro problema hoy no es el mismo. En 2008 hubo escasez de alimentos, hoy no hay escasez, sino todo lo contrario. Algunos países han anunciado prohibiciones de exportación, pero varios ya han reconsiderado esas decisiones. Lo que se necesita es trabajar para que se mantenga la apertura comercial, para que después de que esto pase estos países puedan volver a vender sus productos en los mercados. La situación antes de la pandemia ya no era buena, debido al aumento del proteccionismo y de las barreras comerciales, pero existe una creciente conciencia de que el proteccionismo fracasará y la FAO se enorgullece de haber ayudado a formar esta opinión.
—Han aparecido fuertes cuestionamientos a la globalización, en el entendido que la propagación del virus se debe a la libre circulación de personas y la paralización comercial, a la dependencia de China. ¿Teme que haya un retroceso en ese terreno?
—Su pregunta va mucho más allá de la jurisdicción de la FAO. La globalización del comercio de alimentos puede contribuir a una asignación de recursos optimizada, pero al mismo tiempo la pandemia de COVID-19 es un recordatorio de que la resiliencia es importante, no solo la eficiencia. Deberíamos aspirar a una globalización sostenible, no a la globalización a cualquier costo. En cualquier caso, necesitamos basar nuestra información y políticas en evidencia sólida.
—Objetivos a largo plazo como aquellos que requieren compromiso para mejorar las condiciones de acceso a la alimentación a los más vulnerables, ¿quedan en segundo plazo en momentos en que cada país debe buscar la forma de salir de la mejor manera de su propia crisis?
—¡Absolutamente no! De hecho, es fundamental incluir y priorizar el bienestar de los más vulnerables en las respuestas globales al COVID-19. La recuperación de los países no será sostenible si sus respuestas no son inclusivas. Para volver a su primera pregunta, la seguridad alimentaria es parte de la respuesta de salud. Todos tienen un interés muy real y básico en permitir que todos vivan de una manera que contribuya a la contención y mitigación del coronavirus.
(*) Según convenciones internacionales, la “inseguridad alimentaria aguda” se produce cuando la incapacidad de una persona para consumir alimentos adecuados pone en peligro inmediato su vida o sus medios de subsistencia.