En nuestra columna del pasado mes de enero abordamos el tema del salario real. Una de las reflexiones había sido que en, en términos de variación punta a punta, el año 2022 fue el primero de crecimiento tras la caída de 2020 y 2021, aunque aún restaba un recorrido para alcanzar los niveles previos a la pandemia. Los datos mensuales del segundo semestre confirman que dichos niveles finalmente fueron alcanzados: a partir de julio de 2023 el Índice Medio de Salario Real (IMSR) comenzó a superar al registro del mismo mes de 2019. Al realizar la medición tomando el promedio de los últimos 12 meses, el salario real continúa por debajo del nivel pre COVID (ver gráfico 1), pero con la dinámica actual se espera que en los próximos meses lo sobrepase.
Si se considera por separado el salario real de los trabajadores del sector público y los del sector privado, de hecho, los primeros ya superan los niveles pre COVID tanto en la medición del mes puntual como en medias móviles (ver gráfico 2). Sin embargo, los salarios reales del sector privado aún están por un poco por debajo.
Es posible abrir el IMSR del sector privado para analizar el comportamiento por rama de actividad. Como puede verse en el gráfico 3, las tendencias son similares en todos los sectores (a excepción de la industria manufacturera, donde el poder adquisitivo del salario se mantuvo estable durante todo el período) aunque los niveles son distintos. Únicamente en dos sectores (Industrias Manufactureras y Actividades Inmobiliarias, Empresariales y de Alquiler) el salario real ya supera en medias móviles al nivel pre COVID. En cuanto al resto, los sectores de Intermediación Financiera, Salud, Enseñanza y Construcción están próximos a alcanzar la recuperación total. Mientras que en los sectores Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones, Comercio al por Mayor y al por Menor y Hoteles y Restaurantes, la brecha demorará un poco más en cerrarse. Es lógico que estos últimos sectores sean los más rezagados dado que fueron los más castigados durante la pandemia.
Por tanto, la recuperación del salario real a nivel del sector privado aún está en proceso, y así lo dejó claro el gobierno cuando presentó a fines de junio las pautas para la Décima Ronda de Consejos de Salarios que ahora está teniendo lugar. Las pautas presentadas por el Poder Ejecutivo establecen un plazo de dos años (de julio de 2023 a julio de 2025) con ajustes semestrales por inflación proyectada y un componente de recuperación, con correctivos anuales de inflación. Según las autoridades del MTSS, la pauta establece el objetivo de recuperación completa del salario real existente al momento de inicio de la pandemia. En nuestra consabida columna de enero, habíamos comentado que los laudos de la Décima Ronda serían un factor que impulsaría al alza los salarios reales, lo cual comenzará a verificarse en los próximos registros del IMS (en algunos casos por retroactividad a los ajustes acordados a partir del 1 de julio de 2023).
Pero también habíamos aludido a otros dos factores. Uno de ellos tiene que ver con la demanda de trabajo y su posible presión al alza en los salarios nominales más allá de lo que establezcan las negociaciones colectivas. En efecto, pese a que el PIB permaneció casi estancado en 2023, la demanda de empleo se mantuvo firme con una creación de 64.000 nuevos puestos de trabajo en los doce meses a setiembre. Sin embargo, esto no se tradujo en una reducción del desempleo, dado que la oferta también creció, con un elevado número de personas otrora inactivas que se incorporan al mercado laboral en busca de un empleo. El exceso de oferta incluso ha sido creciente, poniendo en tela de juicio la hipótesis de la presión alcista en los salarios nominales (ver gráfico 4).
Sin embargo, el segundo factor indudablemente jugó un rol clave en la aceleración de la recuperación salarial real, y fue la baja en la tasa de inflación. A modo ilustrativo, en los últimos 12 meses a setiembre el salario real aumentó un 4,8%. Pero si en dicho período la inflación mensual hubiera sido equivalente a un 8% anualizado (como ocurrió en 2022) entonces los salarios reales habían aumentado apenas 0,9%. Es cierto que las negociaciones pueden establecer correctivos por diferencia entre inflación esperada e inflación efectiva no sólo en más sino también en menos, lo cual haría que en el acumulado la desinflación no incida en el salario real. Sin embargo, durante el período intranual (es decir, mientras el correctivo aún no aplica) la desinflación sí incide en una mejora del salario real del trabajador. Con lo cual no debe dudarse que la baja significativa de la inflación verificada en 2023 redundó en una mejora de poder adquisitivo de los salarios.
Concluimos entonces que en este año 2023 que termina, hubo una mejora tanto en el volumen de empleo como en el salario real. Y si bien en el sector privado el salario real aún está un poco por debajo de los niveles pre pandemia, el empleo está claramente por encima. La consecuencia lógica sería que el ingreso de las familias debe mejorar, y eso es lo que muestran los datos publicados por el INE (aunque cabe señalar que además de los ingresos por trabajo dependiente, las familias también pueden percibir otros tipos de ingresos como las transferencias, rentas derivadas de la propiedad de activos o utilidades). El último registro al tercer trimestre de 2023 muestra un aumento interanual del 2,1% en el ingreso medio de los hogares sin considerar valor locativo ni aguinaldo, alcanzando niveles máximos desde fines de 2018.
Estas mejoras en salario real y empleo se dieron pese a la situación cercana al estancamiento económico padecida en el año, lo cual nos llama a una reflexión final y es que difícilmente continúen mejorando ambos indicadores laborales al mismo tiempo en caso de que se prolongue esta coyuntura. El 1° de noviembre, el BCU presentó su nuevo Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE). Se trata de un indicador sintético de frecuencia mensual armonizado con el PIB, que pretende resolver el problema de rezago que acarrean las publicaciones trimestrales de cuentas nacionales.
Los datos de julio y agosto (último mes publicado) muestran variaciones mensuales desestacionalizadas de -0,8% y 1,2%. Lo cual lleva a pensar que el tercer trimestre del año probablemente registre un alza desestacionalizada en torno al 0,5%, reforzando la expectativa de que el PIB anual crecerá por debajo del 1%. Como fuera dicho, los salarios reales seguramente continuarán la senda de recuperación en los próximos meses bajo el influjo de una inflación reducida y los Consejos de Salarios; pero difícilmente puedan ser acompañados por el empleo mientras no repunte la actividad productiva.
- Marcelo Sibille es economista, gerente senior del área de asesoramiento económico y financiero de KPMG en Uruguay.