La agenda pública y política ha incorporado la idea de que la infancia debe de ser una prioridad en la próxima administración y en los próximos años. Nadie es ya ajeno al dato de que la pobreza infantil roza el 20%, prácticamente el doble de la pobreza global de la población. Sin embargo, estas medidas corresponden a pobreza monetaria: son pobres aquellos hogares que no tienen ingresos suficientescomo para alcanzar la línea de pobreza definida por el INE. Esta operacionalización del concepto de pobreza es necesaria (de algún modo hay que medirla) pero insuficiente. La pobreza es un fenómeno multidimensional que va más allá de la simple carencia de ingresos, ya que también implica la falta de acceso a recursos, bienes y servicios esenciales para una vida digna.
En este sentido, el enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es una herramienta complementaria a las mediciones monetarias de la pobreza. Este método, enfocado en identificar carencias materiales y de acceso a servicios fundamentales, permite capturar aspectos clave del bienestar que suelen pasar desapercibidos en los análisis basados únicamente en ingresos. En esta nota analizo los resultados de aplicar la metodología de NBI a la Encuesta Continua de Hogares 2023 del Instituto Nacional de Estadística (INE)
Las necesidades básicas consideradas se dividen en seis dimensiones: i) Vivienda decorosa, evaluada a través de indicadores como materialidad, espacio habitable (hacinamiento), y espacio apropiado para cocinar; ii) abastecimiento de agua potable, que mide el acceso a agua por cañería dentro de la vivienda con origen en la red general o pozo protegido; iii) servicio higiénico, relacionado con la disponibilidad y uso exclusivo del baño y la evacuación sanitaria adecuada; iv) acceso a energía eléctrica, que evalúa si el hogar tiene electricidad; v) acceso a artefactos básicos de confort, basado en la tenencia de medios para calefaccionar, conservar alimentos, y calentar agua; vi) educación, que se evalúa en los hogares con niños y adolescentes (de 4 a 17 años) según su asistencia a centros educativos. Se considera que un hogar tiene una NBI si no cumple con la suficiencia en al menos una de las dimensiones definidas.
Los resultados muestran que la pobreza medida a través de NBI es significativamente superior a la monetaria: mientras que el 10,1% de la población es pobre en términos de ingresos, el 39,2% presenta al menos una NBI y el 8,2% enfrenta al menos dos. El patrón cualitativo es similar al de la pobreza monetaria: la pobreza medida por NBI afecta con mayor intensidad a niños, niñas y adolescentes (45,6%) en comparación con la población general, y los efectos disminuyen con la edad (49,4% en la primera infancia, 45,5% en la etapa escolar y 42,8% en la adolescencia).
En términos numéricos, si bien alrededor de 160 mil niños, niñas y adolescentes viven por debajo de la línea de pobreza monetaria, hay 392 mil que enfrentan al menos una NBI, y 97 mil que enfrentan al menos dos. Hay 143.422 personas pobres que presentan al menos una necesidad básica insatisfecha, siendo los niños de 0 a 5 años el grupo más vulnerable, con 63.085 personas afectadas. Hay 73.544 personas con dos necesidades básicas insatisfechas, dentro de los cuales nuevamente los niños de 0 a 5 años lideran con 34.793 afectados.
En términos acumulados, 235.254 personas pobres tienen al menos una NBI, destacando nuevamente el grupo de 0 a 5 años, con 106.951 afectados. Del total, 91,832 personas tienen al menos dos NBI, siendo el grupo de 0 a 5 años el más golpeado, con 43,866 personas. Esto refuerza la idea de que los hogares con niños pequeños son más propensos a sufrir múltiples privaciones. Vale destacar que en la población no pobre, 964.862 personas presentan al menos una NBI, con los niños de 0 a 5 años representando una proporción significativa (232.155). Es decir, los resultados muestran que una parte considerable de la población no pobre aún enfrenta importantes carencias.
En este contexto, vale la pena estudiar cuál es la necesidad básica insatisfecha más prevalente entre los hogares no pobres. Encuentro que el 25,23% de la población no pobre presenta NBI relacionadas con la vivienda. La incidencia es mayor entre los niños de 0 a 12 años, con un rango aproximado del 30-33%, lo que sugiere que este grupo enfrenta mayores dificultades en términos de calidad habitacional. El principal problema de vivienda es el hacinamiento, que representa casi la totalidad de las carencias relacionadas con una vivienda adecuada.
Cerrada la presentación de datos, el eje de esta nota es resaltar que la pobreza no siempre está vinculadas exclusivamente a la falta de ingresos. Factores como los problemas de vivienda, la falta de educación pueden perpetuar ciclos de pobreza, incluso cuando los ingresos son relativamente suficientes. Las mediciones multidimensionales permiten identificar estos elementos y sus interrelaciones, ofreciendo una visión más completa de la vulnerabilidad. De hecho, centrarse únicamente en la medición de la pobreza monetaria puede llevar a una comprensión limitada del problema. Las políticas que se basan solo en esta métrica tienden a enfocarse en aumentar los ingresos, sin abordar problemas estructurales como el acceso a la educación o la calidad de la vivienda. El punto central es que al incorporar la medición multidimensional, el gobierno puede desarrollar políticas más integrales y específicas que aborden las diferentes dimensiones de la pobreza, lo que permite una intervención más efectiva.
Valen dos destaques de esta nota. El primero, que la situación de privaciones experimentadas por los hogares dentro y fuera de la pobreza es alarmante, cuando consideramos medidas no monetarias, especialmente para el caso de los niños, niñas y adolescentes, y los niños de menos de seis años. Esto urge a la acción por parte de la política pública. En este marco, el segundo punto a destacar son los esfuerzos del INE para desarrollar un indicador de pobreza multidimensional mejor que el proporcionado por el enfoque de las necesidades básicas insatisfechas, que cuando esté implementado permitirá guiar mejor la política pública. Sería muy bueno lograrlo para 2025 para permitirle al gobierno entrante una mejor comprensión de todas las dimensiones del problema de pobreza y en especial de pobreza infantil.