OPINIÓN
El presidente Lacalle podría utilizar toda su capacidad de liderazgo (con la concertación de la mayor cantidad de sectores) para abordar la marginación social en su dimensión real y todas sus facetas.
En una columna reciente, el Dr. Ricardo Peirano afirmaba, sobre el paro del del PIT-CNT, “para generar empleos de calidad hay que establecer una estrategia donde todos ganan y eso va directamente contra el axioma de la lucha de clases” . Esta lógica es común a la que expresan varios jerarcas del Gobierno.
Difícil de advertirlo, pero combinaría dos falacias sin llegar a argumentar a favor de “ganar-ganar”, ni en contra del axioma referido, aunque, hay que reconocer, acciones y declaraciones de la central, son, a menudo, poco creativas y en extremo ideológicas, perjudicando los intereses de quienes defienden. Agregaba “los paros generales no alientan la inversión, ni la creación de empleo ni los buenos salarios”. Quizás sea veraz, pero es un modo de sentir su realidad (1). Parecería que conjugar estas visiones es difícil y los moderados, han confiado en unos y otros, pero al final se impone el criterio de los extremos.
Estamos atrapados en una sociedad con varias vulnerabilidades, el potencial y tipo de crecimiento y empleo a medio plazo, la marginalidad y violencia creciente, pero lo disimula la buena performance de algunos sectores líderes que no pueden empujar a la prosperidad al resto.
Cultores del pragmatismo
En la interpelación a los ministros Heber y Bustillo, nos quedó claro la relación estrecha entre marginalidad, ruptura social, narcotráfico, violencia y la relación con distintos estamentos del poder.
En el otro extremo, algunos cultores del pragmatismo político defienden premisas harto discutibles como que con el narcotráfico hay una batalla perdida, al tiempo que muestran muy poco interés en establecer reglas de transparencia para un sistema de financiamiento de los partidos políticos.
Un área magramente regulada, con todo tipo de consecuencias en las políticas públicas, distorsionando la propia gestión, su transparencia y exasperando las inequidades.
Una faceta perversa está relacionada con el nombramiento de personas como paga por sus contribuciones y aportes preelectorales, que tuvo su versión más grotesca en el comienzo de la Administración, tras la destitución de algún jerarca y el desencuentro público de varios de ellos.
Otra es el nombramiento de personas de dudosa idoneidad para ciertos cargos, algunos de los cuales han mostrado mínimo interés y conocimiento de las áreas de responsabilidad conferidas. Esto se hizo notorio en los últimos períodos de gobiernos del FA y se vio en nombramientos negociados dentro de la Coalición.
Un gran ejemplo de pragmatismo fue dar a Katoen Natie la explotación en régimen de cuasi monopolio de la terminal de contenedores hasta el 2080, para bloquear un hipotético juicio.
Otro caso fue cambiar el formato PPP a contratos Crema, donde el Estado vuelve a asumir mayores riesgos y en lugar de pagar a 25 años, lo hacemos a 10, en un país con condiciones preferenciales de crédito (multilaterales, mercado abierto) en relación a otros países. Se prefiere ahorrar en contratos, pero no es gratis, se debe pagar el precio de flexibilizar controles cruzados, simplificando procesos, con el consiguiente riesgo y aumento de discrecionalidad en las asignaciones de las obras, como está demostrado en toda la región (2). ¿Cómo resultará finalmente el negocio?, veremos.
¿Prioridad para quién?
La preocupación por recortar déficit fiscal y gasto público ha sido sello de identidad del equipo económico, con gran impronta de OPP. Nadie se niega del todo al “encanto de la ortodoxia”, pero algunos la han convertido en religión.
Admitiendo un marco de respeto por los equilibrios macro, esta obsesión tiene un lado obsceno, frente a los enormes desequilibrios sociales en el caso de Uruguay, que persisten y se agravan. Un país con grado inversor, que ha atravesado una pandemia épica, que ha recuperado el crecimiento, que tiene reputación de pagador, que accede, hace más de 10 años, a crédito en condiciones privilegiadas, debería ocuparse en los próximos años (dada su situación concreta y posibilidades) a subsanar los graves problemas estructurales en términos de marginalidad y desintegración social, lo que le va a demandar, no menos de U$S 3 billones.
Mismo talante se percibe en las motivaciones detrás de la Reforma de la Seguridad Social, aunque los ajustes sugeridos por otros sectores, podrían corregir las particularidades que le han conferido los expertos oficiales.
John Stuart Mill logró advertir a tiempo de las inexactitudes que sus propias teorías primigenias ocasionaron. En Uruguay se da exactamente lo contrario. Algunos de los asesores de la Coalición fueron integrantes de gobiernos anteriores (gobiernos que terminaron fracasando políticamente) y defensores de la mayor ortodoxia aplicada entonces, pero, tampoco supieron ver los déficits y vulnerabilidades que se generaban en parte de la sociedad, antes, durante y luego del descalabro de 2001-02.
Más aún, algunos de los “expertos” oficiales para conformar la propuesta sobre la seguridad social, ya participaron directa o indirectamente en varias de las reformas previas, con aciertos, pero también manteniendo parches e inequidades (3).
“Siga siga”
Ya en la mitad del período, el Presidente Lacalle Pou puede optar por seguir sin cambios o pasar raya, corregir rumbos y cambiar algunos actores. Para ello se requiere saber separar la paja del trigo, lo que no le ha resultado fácil, con grandes decepciones, como con Ernesto Talvi, pero también otros (4).
Tiene varios desafíos, pero uno particularmente “épico”, combatir la desintegración social y él lo sabe (lo ha manifestado), pero, se ve que sus asesores le han esmerilado ese entusiasmo. Parecería que al intentarlo, aparecen otras prioridades y el objetivo de reducir gastos, más allá de la falaz y supuesta política contra cíclica, que se aparenta mostrar.
El presidente podría utilizar toda su capacidad de liderazgo (con la concertación de la mayor cantidad de sectores posible), para abordar la marginación social en su dimensión real y todas sus facetas, descartando paliativos cortoplacistas, ya que la indiferencia, la desidia y los consejos de los expertos “motosierra de la vida” nos trajeron a este lugar. Ojalá lo advierta a tiempo.
1) Maya Angelou afirmaba “La gente olvidará lo que dijiste, lo que hiciste, pero nunca olvidará lo que les hiciste sentir”, periodista, profesora de Estudios Americanos en la Univ. Wake Forest, Carolina del Norte (1982), destacada en Egipto y Ghana durante la descolonización de África, integrante activa del Movimiento por los Derechos Civiles y estrecha colaboradora de Martin Luther King, Jr. y Malcolm X.
2) En estos cambios primó el criterio pragmático de los ex Ministros Rossi y Heber y del Director de la OPP.
3) Las sucesivas reformas a la Seg. Social se vienen dando desde los 70´s . A partir de los manejos discrecionales del Gobierno, la opinión pública, por 72.% impuso ciertas reglas de juego en la Ref. Constitucional de 1989. A mediados de los 90´s, a través del BID se lleva a cabo un cambio (por medio de experto internacional: Barreto de Oliveira) que se plasmó con distorsiones en la Ley de 1995, que creó el sistema mixto y las Afaps. Mejoraba los números, pero mantenía inequidades de varios subsistemas. El Frente Amplio durante 15 años intentó enmendar algunos de esas inequidades, pero los asesores de la hoy Coalición no estuvieron de acuerdo.
4) Talvi insistió y logró convencer al presidente que era la mejor carta para la Cancillería e incluyó a Uruguay XXI en su propuesta. El presidente terminó cediendo ante la eficacia argumental del Economista y ex líder de Ciudadanos, para conferirle la política exterior, la Cancillería y la Agencia referida, pero que, luego, lo dejó en un callejón que llevaba a ninguna parte. Aclarar que UyXXI hasta que fue liderado por el Ec. Roberto Villamil había ganado un papel de líder en la promoción de Inversiones de Uruguay, además de respeto y reconocimiento profesional