ISAAC ALFIE
A mediados de septiembre, el Poder Ejecutivo decidió reducir el precio de las naftas como forma de atemperar el aumento en el IPC, para lo cual eliminó el Impuesto a la Compra de Moneda Extranjera (Icome) que pagaban las empresas públicas (2%). Apenas pocos días después, el petróleo comenzó a subir para ubicarse en los actuales niveles récord. A su vez y con impacto de signo opuesto, la cotización del dólar comenzó a caer fuertemente, pese a lo cual, en términos netos, dada la magnitud relativa de cada cambio, las finanzas de Ancap son afectadas negativamente, haciendo que la empresa ingrese en zona de pérdidas.
Como es obvio, el precio interno de los combustibles depende fundamentalmente de la evolución, en moneda local, del precio del petróleo. Ésta se compone de su precio en moneda extranjera y la cotización de la misma. En ocasión de la última fijación de tales tarifas, se consignó que se tomaba un precio de referencia en el barril de petróleo (WTI) de US$ 74,50, en tanto la cotización del dólar era de $ 23,75 por unidad. De lo anterior se desprende, que con la actual cotización del dólar ($ 21,90), el precio implícito del barril de referencia en la tarifa es de US$ 80,80 (1). Dado que el WTI está unos US$ 14 por encima del valor "implícito", resulta natural que Ancap esté perdiendo dinero con cada litro de combustible que vende. Siendo el consumo interno del orden de 13,5 millones de barriles anuales las pérdidas, de persistir los parámetros actuales, llegarían a los US$ 190 millones al año; US$ 15,75 millones al mes, algo insostenible.
Las autoridades de Ancap ya desde junio de este 2007 se "quejan" que el Poder Ejecutivo no le autoriza aumentos adecuados de tarifa y por tanto acumulan pérdidas. De hecho, han anunciado que las mismas suman algunas decenas de millones dólares, las que han venido creciendo en los últimos meses.
EL FINANCIAMIENTO. El lector se preguntará ¿cómo hace Ancap para financiar las pérdidas? ¿De dónde saca el dinero? La respuesta es sencilla, con la deuda que se está generando con Venezuela. En efecto, el 25% del total de compras de petróleo a ese país se pagan a 15 años y a un interés conveniente, lo que seguramente en los más de dos años de vigencia del convenio haya acumulado una deuda cercana a los US$ 300 millones. En su momento escribí desde esta misma columna que no parecía sensato comprar combustible a 15 años, ningún particular lo haría, porque nadie financia consumo corriente a ese plazo, a la vez que la tentación a usar en algún momento esa enorme masa de dinero es mucha y aumenta a medida que los fondos crecen. Decíamos que esos recursos iban a ser usados, mal usados. Al parecer el momento llegó antes de lo previsto. Es claro que esta deuda le otorga a Ancap una enorme capacidad financiera, es decir de caja, que puede usar, o como es este caso, violando la autonomía legal, el gobierno le hace aplicar en propósitos que no debe, fuera de los cometidos de su carta orgánica. ¿Para qué respetar la ley, si el fin es bueno? Es este tan peligroso razonamiento el que está detrás de esta y otras medidas que se han tomado utilizando a Ancap. Así tenemos la experiencia del azúcar y el alcohol, donde las pérdidas se multiplican y donde, seguramente, cuando todo salga a luz quedarán en evidencia los despilfarros del dinero dulce. Por tanto, lo que sucede es que Ancap, que tiene un abultado pasivo con Venezuela, pero seguramente en contrapartida estuviera acumulando caja o inversiones líquidas, ahora debe recurrir a esos fondos para financiar una política del Gobierno Central, cuyo alcance, bajo los actuales parámetros, no es muy largo. El peligro de disponer de tanto dinero es este, y la historia enseña que siempre termina mal.
PRECIOS SIN IMPUESTOS. Es fácil comprender que el precio de las naftas y el gasoil ex-fábrica, es decir sin impuestos ni otros gastos, debe ser relativamente similar. La diferenciación del precio al público es la carga impositiva. Así durante largo tiempo en Uruguay el gasoil tuvo baja carga impositiva, atendiendo a sus aplicaciones en el sector productor de bienes y el transporte, en tanto las naftas alta, pero los precios sin impuestos eran casi iguales. La situación varió en octubre del 2006, el gobierno decidió, nuevamente de manera ilegal, la aplicación de un impuesto implícito al gasoil. Una medida sencilla es el cociente entre el precio del gasoil y la nafta sin impuesto. Éste era cercano a la unidad hasta septiembre de 2006, para llegar a la actualidad donde el mismo es 45% superior (2). Es decir, el precio sin impuesto del gasoil es $ 6,691 superior al de la nafta 95. Bajo circunstancias normales -cobertura plena de costos- se podría decir que esa es la cuantía del impuesto implícito sobre el gasoil, un 45%. Sucede que las circunstancias no son normales y el precio de las naftas se encuentra subsidiado por el del gasoil, de donde el impuesto ilegal implícito en el precio de éste es menor.
Vale la pena recordar el origen de este tan sui generis impuesto; fue cuando el "gasoil productivo" se transformó en impuesto al gasoil. La razón esgrimida fue el manido fideicomiso del boleto y el "acto de magia" que implicó una elegante manipulación del IPC, la primera, ante los iniciales indicios de descontrol que este mostraba. En efecto, las naftas ponderan casi 5 veces lo que el gasoil en el IPC, a la vez que el boleto urbano y suburbano son importantes. Por tanto un impuesto al gasoil para subsidiar naftas y boleto, "impactan" en el IPC a corto plazo, reduciéndolo, en tanto el efecto del impuesto se diluye en la cadena.
LAS FINANZAS DEL ENTE. El cuadro adjunto da cuenta de lo que puedo calificar sin la menor duda de enorme deterioro en las finanzas de Ancap. Se sigue cumpliendo el viejo adagio, no hay como la abundancia para fomentar el derroche. Según se dijo, prácticamente hasta mediados de este 2007 los ajustes de tarifas se hicieron de manera de "reflejar los costos", recordemos que las "quejas" aparecen en junio, sin embargo las cifras sugieren que los costos se fueron más allá de los parámetros normales, es decir que los aumentos reflejaron los costos de la "paramétrica" pero la empresa ha tenido "otros costos". A su vez, fue justamente en el 2006 donde se vendió a Pdvsa parte del negocio en Argentina, que daba importantes pérdidas por las decisiones del gobierno argentino. Pese a ello, en dicho año (2006) las pérdidas por inversiones crecieron para llegar a un récord. ¿Habrán habido otras inversiones más ruinosas, aún cuando ningún gobierno decretó que los emprendimientos debieran perder dinero como en Argentina?
Con las cifras descritas más arriba, el lector fácilmente podrá imaginarse el balance del presente 2007, mejor no pensarlo, o quizás si y mucho.
La suma del IRIC y el resultado final podríamos decir que es la contribución de la empresa a las finanzas públicas, sea por el pago del impuesto a las ganancias, sea porque la empresa generó utilidades para amortizar su deuda o bien para verter las utilidades a Rentas Generales, como cualquier empresa pagaría dividendo a sus accionistas. Esta suma había pasado de US$ 39 millones en el 2003, a US$ 100 millones en 2004, durante el 2005 alcanzó los US$ 92,6 millones pero fue negativa en US$ 40,7 en el 2006. En buen romance, cuando comenzó a aparecer el dinero fácil, las cosas se deterioraron sustancialmente. Este camino es demasiado peligroso y compromete fuertemente el futuro porque la deuda habrá que pagarla; en otros términos, así como durante la crisis con las obras de la refinería en marcha hubo que endeudarse porque la empresa no generaba lo suficiente para pagar la inversión, algo lógico por cierto, y ya en 2003, pero en especial en el 2004, la deuda comenzó a caer drásticamente. Ahora, sin ninguna crisis, la deuda crece y alguien deberá generar los superávit para absorber el actual despilfarro.
En síntesis, Ancap está arrojando pérdidas y para corregirlas deben subir las tarifas más allá de lo que la evolución del precio del petróleo y el dólar sugieren.
EL FUTURO. El Poder Ejecutivo ha remitido un proyecto de ley a efectos de reducir el Imesi que se cobra sobre las naftas (3), con la intención que Ancap no pierda y quien asuma el costo sea Rentas Generales. Es correcto que así sea, y eso arreglaría el tema de las naftas, pero no resuelve el problema del gasoil. En efecto, este combustible sólo está gravado por IVA por lo que el impuesto no es fijo, sino que se mueve conjuntamente con el precio final.
En números gruesos y, a los meros efectos de mantener el equilibrio previo, que según parece no ya era equilibrio global de las finanzas de Ancap, las naftas deberían subir en el orden del 9% su precio al público o reducir el Imesi en una partida similar, en tanto el gasoil debería aumentar casi 18%.
El camino argentino ha comenzado: de alguna manera se subsidian los combustibles y la tarifa de transporte. Por el momento hay recursos pero si no se para a tiempo, cuando explota, explota.
(1) $74.50 * 23.75/21.90 = 80.79
(2) Previo al aumento del 28 de noviembre. Luego del mismo, quedó 62% por encima.
(3) Desde 2001, el impuesto es una suma fija por litro vendido y no un porcentaje del precio.
Impuestos
- Imesi 165,5 180,8 213,0 233,7
- Otros 20,5 27,5 32,3 32,2
IRIC 19,3 51,0 35,1 (36,5)
Fideicomiso del Boleto (erogación) 6,3
Resultado de Inversiones (2,5) (27,4) (7,5) (35,1)
Resultado ejercicio 20,0 49,0 57,5 (4,2)
Fuente: Ancap