Son las que "mueven al mundo", según el especialista alemán Christian Hauser. Las Pymes, que en la gran mayoría de los países del mundo superan el 90% de las empresas, son las que generalmente lideran en innovación y emprendedurismo.
Sin embargo, hay limitantes en cuanto al acceso al crédito y la formación como emprendedores que reciben en la academia, algunas de las trabas más frecuentes. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cuál debe ser el rol del Estado para el desarrollo de las Pymes?
—Primero se encarga de establecer un entorno favorable. Significa que las políticas deben fortalecer las condiciones para que las Pymes se desarrollen, entonces, tener una posibilidad de crear empresas. Después hay otras áreas en las cuales el Estado no puede estar ausente. Una de ellas debería ser el financiamiento, el acceso al crédito es un área muy importante para empresas de este porte, Otro aspecto esencial es la mano de obra calificada. Es importante que las Pymes pueden llegar a la innovación y la internacionalización, por tanto es necesario tener mano de obra con la capacidad de competir.
El Estado debe ser promotor de Pymes fuertes y ágiles: estimular, facilitar a los estudiantes que tienen buenas ideas pero no saben cómo llevarlo a la práctica y cómo montar una empresa.
Para ellos es trascendente darse cuenta que tienen por delante una carrera. Que las personas dejen de pensar "quiero trabajar para el gobierno, el Estado o una gran empresa" y se animen a lanzarse con su idea en una iniciativa propia. Hay a veces falta de conciencia en ello, y debería estimularse a todos los jóvenes en que crear una empresa es algo enriquecedor.
—Es que se enseña muy poco sobre esas posibilidades…
—Exactamente, falta que los sistemas de educación apunten más al emprendedurismo. Pero no es un problema de acá, América Latina; lo vivimos en Europa, donde tenemos un alto porcentaje de jóvenes desempleados, muy calificados, con un nivel de educación elevado, pero no consiguen un empleo y ni piensan que sería posible crear algo nuevo, propio, aunque tienen la formación.
Las universidades también tienen que fortalecer y dar apoyo a los estudiantes para que ellos creen empresas propias. Se enseña muy poco para ser empresario. Es un problema global. En Estados Unidos y algunos lugares de Europa se ha percibido y empiezan las universidades a trabajar en ese sentido, pero se necesita mucho más.
Sería una buena forma de combatir el alto desempleo que hay, muchas veces con personas calificadas.
—¿Las Pymes de hoy sustituirán a las grandes empresas de ayer?
—Las grandes empresas de Europa, por ejemplo, son muy antiguas. Cincuenta, cien años de vida. Nuevas empresas grandes hay pocas, excepto casos como se han dado en Estados Unidos, Google o Microsoft. El mundo nuevo se maneja con empresas de mediano porte o pequeñas, que juntas establecen grandes ecosistemas y desarrollos que años atrás era imposible de imaginar. Detrás de ellos siempre hay estudiantes, a los que, insisto, hay que apoyarlos más para que sigan ese camino.
El área de ingeniería es clave para ello. Son los que desarrollan los productos. Pero los estudiantes del sector no piensan mucho en el mercado. Entonces, los estudiantes de gestión de empresas tienen el foco puesto allí. Por tanto, se hace necesario juntar grupos de estudiantes con las distintas visiones, y en eso las instituciones de enseñanza deben actuar con eficiencia. Un ejemplo es el suceso de Apple, donde había personas que sabían de tecnología, pero también quienes conocían las necesidades del mercado y la posibilidad de negocios.
—Y allí compiten con las grandes…
—A veces los desarrollos tecnológicos pueden tener alto potencial, pero se necesita quien lo convierta en un producto de mercado. El smartphone no fue Apple que lo desarrolló, sino Nokia, pero ésta no supo cómo convertirlo en suceso. Entonces, necesitaba de una persona muy emprendedora que sabía cómo transformar eso en algo que realmente la gente lo desee. Y así sucedió. Y Nokia perdió.
—Las Pymes, con lo flexible que son, lideran el mercado de cambios...
—La mayoría de las empresas interesantes, Google, Facebook, Uber, eran muy pequeñas. Claro que las grandes empresas tienen planes para llevar adelante los cambios. Pero es más eficiente en las Pymes. Otro ejemplo: hace ya varias décadas que existía el desarrollo de la fotografía digital. Kodak que lo inventó. Pero decían, si hacemos eso vamos a acabar con nuestro negocio, entonces decidieron no ir adelante. Pero el mercado estaba dispuesto a aceptar ese cambio, y aparecieron otras empresas más pequeñas con sus desarrollos y ganaron su posición. Hoy Kodak desapareció. No tuvo la visión de que si no eran ellos, iba a aparecer otro con la tecnología innovadora e iba a cambiar el mercado.
Ser grande hoy en día no significa que serás grande mañana. Porque muchas empresas pierden pie en este ámbito de digitalización, cuando los mercados son otros. Y las que lideran los cambios, la mayoría de las veces, son pequeñas empresas.
En Alemania, la industria automovilística es muy importante. Ahora se habla mucho del motor eléctrico y de coches autónomos. Las empresas automovilísticas percibieron que es una cosa importante y por tanto intentan no perder el espacio. Pero aparecen otras que no son del área, como Tesla, por ejemplo, que compran pequeñas y medianas empresas que trabajan en el área automovilística. Así que no se sabe si dentro de unos años las que hoy son grandes seguirán manteniendo esa posición ante estas empresas innovadoras.
—¿Las grandes compañías a nivel mundial corren peligro de subsistencia?
—Absolutamente, y hay varios ejemplos en los últimos años. Nokia tenía el 60% del mercado de los celulares hace cinco años y ya vimos cómo les fue. Y se viven situaciones así todos los días, este cambio es brutal. Como decía el economista austro-estadounidense Joseph Schumpeter en el siglo pasado, se trata de una destrucción productiva, que lleva a otra empresa, otro modelo de mercado.
Eso es lo que está aconteciendo, una nueva revolución. El mundo es de las Pymes, que después pueden transformarse en grandes empresas. Y aparecerán otras pequeñas que los obligarán a mantenerse innovadores.
—¿Hasta dónde debe llegar la ayuda del Estado?
Los Estados pueden abrir puertas, si tienen acuerdos de libre comercio, oficinas que lo representen en distintas partes del mundo, pueden ser facilitadores, pero el propio empresario tiene que tener la postura de querer entrar en ese juego. Hacer el negocio, identificar las necesidades y ver cómo su producto encaja, eso es el empresario mismo el que tiene que tener esa postura.
Alemania tiene un sistema público que ayuda, por ejemplo las cámaras de comercio en el exterior, pero es responsabilidad del empresario conseguir sus mercados. Todo está más ligado a la iniciativa privada, en comparación con otros países que tienen una vocación más de apoyo estatal, como por ejemplo Francia.
Normalmente, el Estado no sabe por dónde está yendo la economía, los empresarios saben mejor porque están todos los días en contacto con los clientes y viendo las necesidades. Por tanto, el enfoque alemán es más hacer un entorno favorable a la iniciativa privada y que ésta lleve adelante su negocio. El Estado facilita cosas, como un buen sistema de educación, un mercado relativamente libre pero al mismo tiempo con un sistema social, que ayuda a aquel que queda sin empleo para que pueda reconvertirse. Pero por otra parte, financiamiento de parte del Estado no hay, y es algo de lo que se habla mucho en Alemania, porque se depende demasiado de la iniciativa privada.
Y además, los bancos no son muy flexibles de otorgar créditos a Pymes, entonces, dependen de personas que invierten en operaciones de riesgo y apadrinan este tipo de proyectos. Es un problema que subsiste en Alemania.
El Estado lo que podría hacer, y es interesante, es ayudar desde un punto de vista fiscal, generando beneficios fiscales a quienes invierten en financiar este tipo de proyectos. En Alemania, la solución no es buena hasta ahora.
Pequeñas empresas deben trabajaren forma conjunta con la academia.
—¿Cómo funciona la conexión entre la Pyme y la academia?
—El ejemplo típico es Suiza. Tiene un programa estatal, en el cual trabajan juntos la academia y la iniciativa privada. La Universidad recibe recursos para poder trabajar y cooperar con la empresa. Pero la empresa tiene que invertir un monto igual. De esa forma no hay una inversión directa, pero pueden hacer desarrollos juntos. Los productos o innovaciones quedan en manos de la empresa. Porque si las empresas invierten recursos que equivalen a la mitad del proyecto, el gobierno sabe que tiene muchas chances de tener éxito. Muestra el compromiso del empresario detrás de esa iniciativa. Aunque será el mercado el que terminará decidiendo. Sucede en otros países de Europa, pero ninguno con un programa tan específico, donde el conocimiento de la academia y la empresa están tan alineados tras un producto.
—Es muy diferente hablar de Pymes en Europa que en Uruguay...
—Las Pymes de Europa y las de un país como Uruguay pueden ser distintas, sobre todo en su escala, pero los problemas son similares, porque las pequeñas y medianas empresas normalmente son muy enfocadas a trabajar el día a día, cuáles son las cosas que hoy son importantes, una visión especial para eso. Entonces podemos hablar en general cómo hacer para que las Pymes se realicen, avancen en su gestión y lleguen a internacionalizarse, conociéndose las necesidades del mercado global. Revisten la misma importancia en todos los mercados.
PERFIL.
Christian Hauser.
PH. D. en Economía de University of Cologne y Diploma de Estudios Latinoamericanos de las Universidades de Colonia, Alemania / Fortaleza, Brasil / Lisboa, Portugal. Fue investigador Senior del Inst. de la Pequeña y Mediana Empresa (Alemania).
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