¿Qué debemos esperar del año que inicia?

Magro crecimiento mundial, inflación que comienza a ceder y política monetaria restrictiva.

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Projecciones 2023
Getty Images

Comienza el año 2023 y lo primero que resulta relevante repasar es qué se espera de la economía para este año. En las últimas semanas se conocieron las perspectivas económicas de los principales analistas internacionales, y si bien existen matices en las previsiones, todos coinciden en que las perspectivas macroeconómicas para este año no son alentadoras.

Pero antes de entrar en los factores que estarían afectando a la economía en 2023, repasemos con mayor perspectiva la actualidad económica. La economía mundial transita un cambio de régimen. Nos antecede el régimen de la “Gran Moderación”, periodo de casi cuatro décadas de crecimiento económico moderado, baja inflación de las economías avanzadas y rendimientos decrecientes de los bonos y suba del valor de los activos más riesgosos. Este régimen, que había comenzado a quebrarse con la crisis financiera del 2008, llegó a su fin. El nuevo régimen que vivimos hoy contrasta fuertemente con el anterior, puesto que se caracteriza por una mayor volatilidad macroeconómica, una alta probabilidad de recesión y, principalmente, por una alta inflación.

Una de los impulsos que tuvo este cambio de tiene su origen en las limitaciones que ocurrieron con la producción; algunas de esas restricciones podrían aliviarse a medida que se normalice la actividad económica, pero existen ciertas tendencias de largo plazo que mantienen la capacidad de producción limitada y consolidan el nuevo régimen. En primer lugar, el envejecimiento de la población, que significa una escasez continua de trabajadores en muchas economías importantes. En segundo lugar, las persistentes tensiones geopolíticas que están reconfigurando el orden, las relaciones comerciales y las cadenas de suministro.

En este sentido, los riesgos y la volatilidad desde el plano internacional van a estar presentes durante el año que inicia. Los principales factores que definen al 2023 se pueden resumir en: (i) el magro crecimiento mundial, (ii) la inflación, que cedería, pero se mantendría por encima de los objetivos, y (iii) ante este escenario, los principales bancos centrales seguirán su política restrictiva.

El año 2023 será de un magro crecimiento mundial

Este año se presenta como uno de los de menor crecimiento global en décadas. Siguiendo las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado en octubre en su Informe de Perspectiva Económica Mundial (World Economic Outlook), se prevé que el crecimiento mundial sea de 2,7% en 2021, una gran desaceleración respecto de los años anteriores: 6,0% en 2021 y 3,2% esperado para 2022. Sin embargo, estas estimaciones serán probablemente corregidas a la baja, ubicando al crecimiento mundial en el 2023 por debajo del 2%. Este sería el perfil de crecimiento más débil desde 2001, excepto por la crisis financiera mundial y la fase aguda de la pandemia de COVID-19.

En cuanto a China, según las últimas estimaciones del FMI, se espera una desaceleración drástica para el 2023. La economía crecerá este año 4,4%, casi tres puntos por debajo del crecimiento promedio de los últimos años. El deterioro en el crecimiento se debe a los confinamientos aun vigentes para contener la propagación de Covid-19 y la tensión en el sector inmobiliario, que representa alrededor de una quinta parte de la actividad económica en China. Debido al tamaño de la economía asiática, esto impacta en el comercio y la actividad económica mundial.

La inflación cedería en el 2023 pero se ubicaría aún lejos de los objetivos de los bancos centrales

La inflación observada en 2022 fue la más alta en varias décadas. Con este escenario, la pregunta más relevante y coincidente en todos los pronósticos internaciones es: ¿cómo se comportará la inflación en 2023? Los pronósticos apuntan a que la presión en los precios se moderaría este año a medida que la economía se desacelera, el mercado laboral se debilita, China retorna a su nivel de plena producción, las presiones de las cadenas de suministro disminuyen y Europa logra diversificar su suministro de energía. Sin embargo, se mantendría por encima del objetivo de política monetaria.

Un aspecto fundamental para que pueda darse el proceso de baja será la disminución de las presiones salariales. Es en este sentido que la discusión del 2021 sobre la persistencia o temporalidad de la inflación, vuelve a retomarse. Siguiendo a J.P. Monrgan “los bancos centrales se equivocaron al suponer que la inflación resultaría transitoria, ya que subestimaron la medida en que la rigidez del mercado laboral daría lugar a que los trabajadores pidieran más salarios”.

En este contexto, los principales bancos centrales estarán enfocados en restaurar la estabilidad de precios, con lo cual seguirán su política restrictiva incluso ante contracciones de la economía

El contexto de presiones inflacionarias persistentes y crecientes en 2022 obligó a las autoridades de los bancos centrales del mundo a tomar medidas contractivas de la política monetaria. Se trata de un endurecimiento rápido y sincronizado de las condiciones monetarias, que llevó como consecuencia a una fuerte apreciación del dólar estadounidense frente a la mayoría de las demás monedas; en el caso del peso uruguayo se fortaleció respecto del dólar. Específicamente, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) comenzó este proceso en mazo de 2022, de una manera más agresiva de lo que esperaban los mercados a inicios del año. La tasa de referencia de la Fed se encuentra entre 4,25% a 4,5%.

Si bien la inflación ya empezó a ceder y las expectativas para el mediano plazo se mantienen ancladas, según la minuta publicada el miércoles 4 de enero correspondiente a la última reunión de diciembre de la Fed, el Comité aún no está convencido de que sea necesario un recorte de tasas en 2023. Con lo cual, deberíamos esperar para este año subas adicionales, y posiblemente sin pivotes, con tasa de referencia de la Fed en el entorno del 5% hasta final del 2023. Esta novedad frustró la esperanza de que el banco central se aleje de la política agresiva que ha sacudido a inversores, afectado el mercado inmobiliario, a los países de América Latina, y emergentes en general —principalmente porque que se encarece el acceso al crédito—, dando paso a señales de una recesión inminente.

El riesgo se encuentra en su calibración, en los ajustes insuficientes o excesivos de la política monetaria. Un endurecimiento insuficiente afianzaría aún más el proceso de inflación, erosionaría la credibilidad de los bancos centrales, pudiendo llevar a desanclar las expectativas de inflación. Mientras que, un endurecimiento excesivo puede llevar a la economía mundial a una recesión innecesariamente dura.

Conclusiones

La salud futura de la economía mundial depende fundamentalmente de la calibración exitosa de la política monetaria, y específicamente de las próximas decisiones de la Fed, el curso de la guerra en Ucrania y la posibilidad de nuevas interrupciones de la oferta relacionadas con la pandemia, principalmente en China.

- Sofía Harguindeguy. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay

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