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La invasión a Ucrania ha generado impactos de distinto signo, según se analice por tipo de actividad o países considerados. En particular, motivó un reimpulso de los precios de los commodities alimenticios y de los hidrocarburos, que mejoró los términos de intercambio e impactó positivamente en la actividad económica de los países de la región que son, en su amplia mayoría, productores y exportadores de dichos bienes. Así, las expectativas de crecimiento del PIB para Latinoamérica en 2022 mostraron un incremento sostenido desde principios de año, pasando de 2,4% en febrero a 3,3% en los últimos meses. Sin embargo, este impulso se está disipando, a partir de la caída de los precios de dichos bienes, lo que motivará menor dinamismo de la región para 2023 (se espera un crecimiento de sólo 1,7%). Además, las mejoras de actividad durante este año no se reflejaron en aumentos de importancia de las expectativas de los consumidores, que han sido impactados negativamente y que retroalimentan el escenario de desaceleración.
Brasil. El gigante norteño ha mostrado tasas esperadas de actividad económica crecientes este año, un resultado en parte explicado por el fortalecimiento de los precios de los bienes que exporta, lo que motivó dinamismo de las ventas al exterior, algo que había comenzado en 2021 y continuó este año. Así, el crecimiento esperado del PIB para 2022 pasó de 0,5% a principios de año a 3% en la actualidad. Los registros de actividad fueron favorables en el primer y segundo trimestre (más de 1% desestacionalizado), pero en el tercero se observaron signos de desaceleración (0,4%). De hecho, se espera que la economía se enfríe para el año entrante, cuando mostraría un crecimiento magro, menor a 1%. Este resultado se explica, entre otros, a partir del endurecimiento de la política monetaria que propició el BCB, con subas de la tasa SELIC hasta 13,75%, para contener la inflación que llegó a 12% a principios de año. La confianza del consumidor mejoró en 2022 al influjo del ciclo electoral para alcanzar el mayor nivel en dos años, en el tercer trimestre (43 puntos), lo que, sin embargo, no alcanzó para dejar la zona de moderado pesimismo.
Argentina. Nuestro vecino del oeste también mostró tasas esperadas crecientes de actividad económica este año, por motivos similares a los reseñados previamente. Así, mientras que a principios de año se esperaba que creciese cerca de 3%, más recientemente se espera un registro de en torno de 5%. Sin embargo, esta aceleración es frágil y transitoria, si se considera que persisten desequilibrios macro muy significativos, como el elevado déficit fiscal y la alta inflación. Además, en una mirada de medio plazo, se observa un largo período de estancamiento, asociado al proceso de desinversión que, entre otros, explica el estancamiento del producto per cápita en la última década y sin perspectivas de mejora en lo que resta del actual gobierno. De hecho, para 2023 se espera que la economía vuelva a estancarse, con un crecimiento apenas positivo, en torno de 0,5%. En este contexto, la confianza del consumidor continuó con una leve tendencia decreciente, llegando a 35 puntos en noviembre, en la zona de atendible pesimismo. Esta evolución reflejó las importantes dificultades económicas de los hogares, con pérdida de salario real, descenso fuerte de los ingresos en dólares y aumento de la pobreza, entre otros.
Chile. La economía trasandina mostró tasas de crecimiento esperadas de la actividad económica para 2022 levemente crecientes en el correr del año. Así, las expectativas de crecimiento del PIB mejoraron ligeramente, pasando de algo más de 2% a 2,5% entre principios de año y los últimos registros. Sin embargo, la economía chilena ya se mostró recesiva en 2022: en el primer trimestre el PIB cayó 0,7% en términos desestacionalizados, al tiempo que creció solo 0,1% en el segundo, para volver a caer 1,2% en el tercero. Este resultado se explicó, entre otros, por el impacto del aumento de precios que golpeó el consumo de los hogares: la inflación, tradicionalmente baja, en 2%-3% anual, trepó hasta 14% anual a mediados de año, afectando los ingresos de las familias.
Las perspectivas para 2023 son de una economía que consolide en recesión, con caída del PIB de 1,5%. En este contexto, la confianza de los consumidores cayó en forma importante en el segundo trimestre (en parte por un cambio en la metodología de cálculo), y luego no se recuperó, con un registro de 24 puntos en noviembre (en zona de importante pesimismo). Este guarismo es el menor de los países considerados en esta nota, y es explicado por una mezcla de descontento con el nuevo gobierno, los impactos negativos de los encarecimientos y la situación de estancamiento-recesión, entre otros.
Paraguay. Contrario a lo que sucedió en la mayoría de los países de la región, la economía paraguaya mostró registros esperados de actividad decrecientes a lo largo de este año. Así, mientras que en febrero se esperaba una expansión del PIB de 3% para 2022, este pronóstico pasó a ser de un estancamiento a partir de mediados de año (0,2%). Este resultado se explicó, fundamentalmente, a partir de la menor producción del sector primario, afectado por deterioros una sequía histórica. En los últimos meses las perspectivas mejoraron, sustentando expectativas de aceleración de la actividad para el año entrante, cuando se espera que la economía se expanda 4,5%. En este contexto, la confianza de los consumidores se recuperó en las últimas mediciones y se mantuvo en torno del nivel de neutralidad (50 puntos), mejorando así desde los menores registros del segundo trimestre (en 45 puntos), y siendo de los niveles más altos de la región.
Uruguay. A partir de lo anterior, Uruguay probablemente recibirá impulsos negativos desde la región en 2023. Brasil y Argentina, los más relevantes para nuestros intereses, crecerán mucho menos que este año, persistiendo la afectación de la demanda de bienes y servicios. En particular, la demanda de servicios desde Argentina podrá mejorar por la normalización sanitaria pero continuará débil, reflejando fundamentalmente la disparidad de precios bilateral relativa. En el caso de Brasil, además de la desaceleración de la actividad, la relación bilateral de precios continuará siendo desfavorable para nuestro país, manteniendo la debilidad en la demanda de nuestros bienes. Chile entrará en recesión y Paraguay será el único país que mostrará un crecimiento destacable, pero sin impactos positivos significativos para nuestra economía. Así, la región no ayudará a dinamizar nuestra actividad en 2023 lo que, sumado a la desaceleración global, la suba de tasas de interés internacionales, la menor inversión y cierta debilidad de la demanda de los hogares, son parte de la explicación de falta de dinamismo que se espera para nuestro PIB en el año entrante, que se ubicaría en torno de 2,5%.
Alejandro Cavallo, Director en Consultoría Económica de Equipos.