OPINIÓN

Ha sido un año poco común. Tras haber salido de la emergencia sanitaria a causa de la pandemia por Covid-19, este año el mundo enfrentó las consecuencias económicas de la situación sanitaria, marcadas por un panorama de elevada inflación, incrementos de tasas de interés y débil crecimiento económico como los principales protagonistas en las diversas economías del mundo.

Por otra parte, la invasión de Rusia a Ucrania a comienzos de este año también generó movimientos fuertes en diversos activos financieros, especialmente en materias primas por el impacto en los suministros.

En marzo del 2022 la Reserva Federal de Estados Unidos subió por primera vez desde el 2018 sus tasas de interés, en medio de una inflación al consumidor que alcanzaba el 7,9% anual y con perspectivas aún mayores (de hecho, llegó al 9,1% en los datos de junio revelados el mes siguiente).

Este proceso de alzas de tasas, que el mercado comenzó a internalizar desde inicios del 2022, generó ventas fuertes en Wall Street, donde los inversionistas comenzaron a buscar activos de renta fija y al dólar como activos más seguros.

Precisamente este aumento de tasas generó que los bonos del tesoro, en dólares, se volvieran más atractivos para los inversores en medio de la inestabilidad que se está viviendo en los mercados. Esto provoca automáticamente que aumente la demanda del billete verde, con la demanda se dispara su valor y se fortalece respecto al resto de las monedas.

La moneda norteamericana ha dominado durante el 2022, ganando terreno frente a diversas monedas en medio de un proceso de elevada inflación que llevó a la Fed a subir los tipos de interés de forma agresiva desde marzo. El Dollar Index, que compara al dólar frente a las principales monedas del mundo, llegó a subir 20% desde comienzos de año hasta máximos del mismo 2022.

El proceso de alzas de tasas agresivo en Estados Unidos generó incentivo al ahorro y desincentivó el consumo y la inversión, disminuyendo así la cantidad de dólares circulando en el mercado, sumado a un exceso de demanda de la moneda norteamericana. Por lo tanto, a medida que hay escasez de cualquier activo, su valor sube, tal como sucedió con el billete verde.

Si bien el dólar ha mostrado retrocesos en su cotización en el último tiempo, los favorables datos económicos en EE.UU., apoyarían a la Reserva Federal para que mantenga las tasas elevadas durante mayor tiempo, situación que generaría renovadas alzas para el dólar a nivel general.

El euro, por ejemplo, ha registrado importantes caídas durante el año, incluso llegando a retroceder por debajo de la paridad con el dólar por primera vez en casi dos décadas.
La libra ha sido otra moneda que se ha visto especialmente golpeada durante el 2022. La inestabilidad en el parlamento, los problemas de elevada inflación y de menor dinamismo económico lastraron a la libra esterlina hasta su menor valor histórico frente al dólar.

¿Qué pasó en la región?

Como se puede observar, el Peso uruguayo ha sido la moneda que más se ha apreciado frente al dólar en la región, según Bloomberg Economics, y a nivel mundial se posiciona en quinto lugar entre las monedas con mejor desempeño a lo largo del año.

Según la última actualización del índice Big Mac en julio 2022, elaborado por The Economist, en Uruguay se vende la hamburguesa más cara de América y la tercera más cara a nivel mundial. Pero también nos muestra que el Peso uruguayo se encuentra un 18,1% sobrevalorado frente al dólar.

Lo curioso de este asunto es que el dólar se fortalece frente a las monedas del mundo, pero se debilita frente al peso uruguayo. En lo que va del año, el dólar ha caído en Uruguay un 12,68% (al 9 de diciembre), cotizando en niveles no vistos desde febrero del 2020.

Esto sucede a raíz de que ha sido un buen año para las exportaciones, con un aumento generalizado en los precios de las materias primas, y en menor medida por las inversiones, ya que para combatir la inflación el Banco Central del Uruguay también ha subido fuertemente las tasas de interés. Estos dos factores aumentan el flujo de entrada de dólares al país y de este modo la oferta ha pasado a ser mayor que la demanda, causando que el dólar no se aprecie como está sucediendo en el resto del mundo.

Actualmente, la tasa de política monetaria se encuentra en 11,25%, lo que significa que los inversores podrían optar por vender sus dólares e invertir en pesos con ese retorno anual y mientras que la cotización del dólar frente al peso uruguayo se mantenga o continúe bajando, al final de su inversión podrían volver a comprar dólares, obteniendo el retorno como si la inversión hubiera sido en dólares.

Este escenario favorece principalmente a los importadores, que obtienen un tipo de cambio más bajo para adquirir productos y servicios, pero también para aquellos que deciden salir del país para sus vacaciones ya que se ven favorecidos por el tipo de cambio, pudiendo beneficiarse de un dólar “barato” en Uruguay para luego aprovechar mayor poder adquisitivo en países donde el dólar se ha fortalecido.

La otra cara de la moneda es la pérdida de competitividad de los exportadores a causa de un tipo de cambio más bajo que reduce sus ingresos. Así lo expresó la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU) a través de un comunicado de alerta por la caída del dólar en las últimas semanas.

Lo mismo sucede para el sector turístico de nuestro país, ya que la apreciación de nuestra moneda encarece el costo de las vacaciones para los turistas extranjeros que deseen pasar aquí sus vacaciones, viendo disminuido el poder de compra de su moneda frente al peso uruguayo.

Bajo este escenario externo e interno, podemos esperar que la cotización del Peso uruguayo frente al dólar se mantenga sin grandes sobresaltos durante los próximos meses.

(*) Trading Executive de Capitaria Uruguay