OPINIÓN
No es bueno estropear los logros alcanzados con la insistencia de obsesiones dogmáticas.
Imposible no referir a la partida del Dr. Jorge Larrañaga, en un país donde campean los pusilánimes (1). El ex ministro cambió lo que se venía haciendo y se notó. En los primeros años de la década destaca primero el cambio de gobierno, luego de 15 años de hegemonía del Frente Amplio, que había convertido su relato en realidad y que fracasó ensimismado en sus tantos ”ombligos”, con aciertos al comienzo, pero desatinos que le hicieron perder el rumbo, y, lo segundo, la Pandemia.
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El cambio de autoridades significó cambio de actores y estilos, de hacer y comunicar. No tanto en los mandos medio y medio altos, lo que genera dificultades de gestión, además de descontento. La pandemia, a su vez, obligó al Gobierno a mostrar resultados y cumplió; la aprobación de la LUC introdujo cambios clave para apoyar la gestión.
Ahora, a pocas horas del relevo de su tercer ministro y en medio de la Pandemia, el Gobierno intentará seguir con una agenda de cambios y esto nos lleva a comparar con experiencias fuertes del pasado, aprendiendo de ellas (2).
La LUC y más
El experto Gonzalo Álvarez (3) resaltó que, con el reciente canje de deuda, Uruguay consiguió “cerrar” el financiamiento del país y la gestión de deuda, destacándolo como Política de Estado. Stricto sensu, es más coincidencia que resultado de acuerdos políticos, como sí lo fueron el cambio de Matriz Energética y la aprobación de las PPP. Fue una política pública exitosa, pero no un factor diferenciador del Gobierno.
Los aspectos distintivos para la gestión del Gobierno hay que buscarlos en otros hitos. La LUC ha demostrado ser un instrumento válido para lograr cambios, ni el único ni suficiente, pero dio señales a una sociedad que requería cambios que rompieran con la impronta anterior. Las áreas de mayor impacto fueron la Seguridad, en menor medida la Educación, y, en tercer orden, la Economía (4).
Cambios y señales
Las señales en materia económica son parciales, van en la dirección correcta, pero se deben completar, atendiendo otros equilibrios, en parte incluidos en la LUC y marginalmente en la Ley de Presupuesto.
Existe la necesidad de presentar un sistema de señales e incentivos dirigidos tanto al sector público como al sector privado, que actúen como “drivers” de reactivación de la actividad económica, deprimida por razones de demanda interna y externa, regulaciones inconvenientes y falta de competitividad.
La política tarifaria y sus excesos es un aspecto crítico de las políticas públicas, tiene alto impacto en la opinión pública y ha sido elemento determinante de las protestas populares en toda la región. Sin embargo, no tiene una institucionalidad que las canalice. En esta área y otras, se deben buscar figuras que acudan en amparo de ciudadanos y usuarios, frente a los abusos y omisiones del Estado. Un ejemplo que sí se ha tomado de otras legislaciones es la protección de los derechos de los reos (Comisionado Parlamentario).
Errores no forzados
Estudios del Banco Mundial indican que la “tarificación” ineficiente de la electricidad y el acceso desigual a la tecnología ponen trabas a la recuperación económica en Latinoamérica (5). La matriz energética es más limpia que en el mundo en desarrollo, pero los precios son altos e ineficientes y donde, la política de subsidios debería jugar otro papel (6). Dentro de región, Uruguay, Brasil y Perú, reportan los mayores costos.
Con otra matriz, a Uruguay le es aplicable, también en telecomunicaciones, gas y combustibles. Esto se debe a una intervención mal diseñada y peor ejecutada por parte del Estado. Según el informe, dado que el costo con ciertas fuentes renovables sería menor, la Región debería tener la electricidad más barata del Mundo en Desarrollo, pero no es así. Con las excusas mejor “inventadas” por responsables de controlar las tarifas, el caso de Uruguay tiene luz amarilla.
Otros equilibrios
A pesar de eximentes, los desafíos que enfrenta la coalición no se pueden soslayar. Ya se están planteando legítimos reclamos y contrapuntos, sobre instrumentos y objetivos (economía, área social) dentro de la coalición, los que determinarán el destino del Gobierno y de la propia coalición multicolor.
Asesores con predicamento en el Presidente, parecen insistir en el manteniendo de objetivos ya difíciles de cumplir, en la situación que se habían heredado (objetivos de equilibrios macro pre-pandemia y algunas promesas de campaña en otro contexto) y que no son de prioridad de todos los sectores ni de la opinión pública, pero, hay que reconocer que las taras dogmáticas no conocen de renunciamientos. La insistencia de llevar la inflación al rango meta, en medio de una pandemia cuyos efectos no finalizarán antes de mediados de 2022, es un “almuerzo que no saldrá gratis”.
Una inflación de poco más de 5% con un déficit fiscal de 4-6%, con exigencias de recomponer actividad económica y empleo y revisar carga tributaria y tarifaria disparan una alarma. Se agrega la necesidad de un shock de recursos en programas sociales e infraestructura y la ampliación de apoyos e incentivos a extensos sectores de actividad. Todo ello, va a implicar un stress fiscal, y, por ende, ese corsé innecesario llevaría a un error no forzado del Gobierno. ¡Qué necesidad!
Se ha logrado un exitoso canje y el mantenimiento de la competitividad medida por el tipo de cambio real (7), se aprueba la LUC con las primeras señales claras de un talante distinto, en la que destaca la seguridad, en parte la educación y el inicio de una batalla espesa, por la competencia en los mercados de servicios públicos. No es bueno estropear este buen punto de partida con la insistencia de obsesiones dogmáticas.
Un presidente que se ha equivocado poco frente a la opinión pública, no necesita esta encerrona. Un segundo error no forzado que debe evitarse es liderar la “Reforma” de la Seguridad Social, si no es con el compromiso idéntico de todos los sectores, por más consejos de expertos que pueda recibir. Se han cometido inequidades indecorosas en el pasado y algunos de ellos han sido protagonistas.
(1) Gente anodina que transcienden por largo tiempo sin hacer historia
(2) El año 1972, fuerte crisis y duros enfrentamientos con la guerrilla, el año 1982, rompimiento de la tablita y con ella la estructura económica y social y el 2002, la crisis más grave de la historia. Está claro que no se pueden echar todas las culpas fuera.
(3) Ver declaraciones a la prensa de Gonzalo Álvarez Cañedo sobre el reciente Canje de Deuda y con ponderaciones muy elogiosas para el equipo de la Unidad de Gestión de Deuda. Álvarez es unos de los principales intermediarios para la Gestión de Deuda de Uruguay, may/2021, Diario El País.
(4) Son hechos y surgen del análisis del articulado y los pesos relativos de la importancia de las distintas temáticas.
(5) Ver Banco Mundial. El informe Renewing with Growth, Latin America and the Caribbean really fare and what needs to do in order to grow again”, LAC Semiannual Report, 29/mar/2021.
(6) Rama M., Precio de electricidad y desigualdad tecnológica traban crecimiento latinoamericano. Modernización de Redes, Almacenamiento de Energía, Generación Distribuida, BNAmericas, abr/21.
(7) Con Argentina y Brasil y la Región en gral todavía no hemos encontrado contrapesos y son una alerta amarilla. Desde los primeros trim. Del 2020 el tipo de cambio real se mantuvo en niveles históricos, aunque que en economías dinámicas, está lejos de ser el desiderátum. Se dio simultáneamente, una caída de la competitividad en la Región, con Argentina y Brasil de un 15% y ya había caído una magnitud algo menor en el caso del Brasil y concomitantemente se verificó una mejora con otros mercados, Alemania, México (20%, en el único mercado con el que tenemos un TLC, sin un aprovechamiento real) y China (principal mercado para nuestros productos primarios)