En algunas ocasiones, los procesos fallidos, además de originar problemas, demoras y sobrecostos, generan oportunidades. Y este es el caso del malogrado contrato para construir una planta regasificadora entre Gas Sayago (UTE y Ancap) y GNLS (Gaz de France y Marubeni) y su reciente rescisión.
No debemos dejar pasar la posibilidad de analizar nuevamente la decisión de construir la planta, aunque las autoridades nacionales y de Gas Sayago ya hayan trasmitido a través de la prensa la voluntad de seguir adelante con la obra a partir de un nuevo proceso.
Es importante destacar que, en consonancia con las tendencias internacionales, estamos de acuerdo que para su desarrollo de largo plazo Uruguay debe incorporar una creciente oferta eléctrica a partir de renovables y de gas natural. No obstante, tan importante como la composición del portafolio, es el "timing" y la proporción o "mix" con que se vayan integrando las inversiones. Si bien estamos de acuerdo con la introducción del gas natural a la matriz, teniendo en cuenta algunas decisiones ya tomadas y los cambios en el entorno, es necesario evaluar si la obra debe hacerse ahora o postergarse, otras alternativas de introducción del gas natural u otros esquemas societarios.
Existen suficientes elementos de juicio para hacer un análisis de conveniencia y el mismo debe ser realizado por UTE y Ancap que son en definitiva las que darán el soporte para la viabilidad financiera de la obra.
Cambios en el entorno.
1) Las líneas de acción de la Política Energética aprobadas en el año 2008 preveían una incorporación de renovables no convencionales que no superaba los 500 MW; así como una solución de base para la generación térmica que se orientó hacia la introducción del gas natural a través de una regasificadora. Sin discutir en este momento la conveniencia de las sucesivas decisiones tomadas, lo cierto es que a fines de 2016 la introducción de renovables superará los 1.700 MW, disminuyendo notablemente la utilización prevista inicialmente de gas natural. En este escenario de incorporación a gran escala de energía eólica, los modelos del sistema muestran que la participación del Gas Natural en la matriz de generación no superaría una media de 1,5 Mm3/día (para una regasificadora cuya capacidad sería de 10 Mm3/día), y a su vez implica una media del 16% de la oferta eléctrica (valor que resulta incluso inferior al proyectado de biomasa).
2) El proyecto original de la planta regasificadora involucraba a Argentina, que tomaría compromiso sobre la mitad de los costos fijos. Cuando Argentina salió del proyecto, el compromiso fijo para Uruguay se duplicó, para una utilización volátil y comparativamente mucho menor de las instalaciones a construir: eso impacta en la ecuación del negocio. Adicionalmente, Argentina avanzó con sus propios proyectos de suministro, lo que pone en duda los escenarios de intercambio regional.
3) Dada la situación que se generó con el consorcio GNLS, resulta muy probable que el proyecto ahora resulte más caro que lo que se acordó en el llamado original. Asimismo, el marco de tiempo ya no será el mismo.
4) El crecimiento de la demanda de energía eléctrica, esencial para definir decisiones de oferta, está convergiendo a valores muy bajos (2014 cerró con crecimientos menores al 1% y 2015 tendrá un comportamiento similar). Probablemente, la demanda pueda tomar nuevamente ritmos de crecimiento razonables en 2017.
5) El precio esperado del petróleo cuando se procesó la decisión original estaba por encima de US$ 100/bbl y el esperado actualmente tiene valores de mediano plazo que no supera los US$ 70/bbl (sin contar con el precio actual por debajo de los US$ 50/bbl. Esto abarata enormemente el respaldo con líquidos, además de que la nueva composición de la oferta baja de manera muy importante la probabilidad de utilizar las máquinas térmicas. Por otra parte, en el escenario global de precios internacionales hay indicios de que el GNL no ha acompañado de forma lineal la caída que sufrió el petróleo.
6) La situación fiscal del Estado (propietario de UTE y Ancap) es mucho más débil que la que existía al momento de la toma de decisiones originales, y el compromiso financiero que implica la obra es muy importante. Adicionalmente, existen otras demandas de inversión en infraestructura.
Los cambios mencionados son de alto impacto sobre el proyecto y tenemos una segunda oportunidad de análisis que no deberíamos desperdiciar. Gestionar un portafolio de oferta energética requiere de planes y políticas de largo plazo, pero también la flexibilidad de ajustarse a cambios en el entorno y a decisiones que fueron tomadas en el camino.
Nos inclinamos a proponer el estudio de una alternativa diferente al actual proyecto para introducir el gas natural en nuestra matriz energética. Tanto el menor volumen de gas requerido, como la diferencia de costos y las otras prioridades existentes para los fondos públicos, obligan a replantear todo el proyecto. Hay que manejar nuevas opciones que nos den flexibilidad, requieran menos recursos fijos o nos permitan manejar el riesgo y el costo con socios de negocios.
Universidad Católica - Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable