OPINIÓN
Estamos ante una buena reforma. Una que aborda los principales problemas que, según todos los diagnósticos, tenía nuestro sistema.
Sorprende la poca comprensión de lo que plantea esta reforma previsional de parte la propia élite intelectual uruguaya. Intentaré en estas líneas explicar simplificadamente el corazón de los cambios al sistema previsional que proponen los 330 artículos enviados al parlamento.
Cinco años más
Lo único que creo que todos entendimos bien es que, con esta propuesta, la edad de retiro se posterga cinco años. Este es el principal cambio paramétrico que da sostenibilidad al sistema, que es la principal razón por la que estamos discutiendo esto. Estabilizar la enorme demanda de recursos que hace el sistema previsional es clave para la estabilidad económica en general, pero en particular para poder atender las enormes deudas que el país tiene con niños y adolescentes. Es evidente que no se trata de una medida simpática, sin embargo son pocos los que se atreven a criticarla frontalmente. Quienes se acercan seriamente al tema, saben que las alternativas a la elevación de la edad son bastante peores.
Mismas reglas para todos
La arquitectura general del sistema no cambia sustancialmente para quienes ya forman parte del “régimen general”, pero sí para quienes están en algún subsistema. La propuesta crea el “Sistema Previsional Común” (SPC) al que van todos los nuevos trabajadores, incluyendo a militares, escribanos, bancarios y profesionales. Esto representa un enorme avance en términos de equidad y reducción de privilegios. Se mantienen particularidades en cuanto a las edades de retiro (militares y policías se seguirán jubilando antes) pero las diferencias se reducen significativamente. La igualación de reglas también implica que todos los trabajadores nos jubilaremos con el mismo cálculo, promediando los ingresos de los últimos 25 años.
Analizando la experiencia internacional (desde el CED hicimos un trabajo al respecto para la comisión de expertos) resulta evidente que esta arquitectura está alineada con los sistemas previsionales que podrían catalogarse como exitosos. Países como el Reino Unido, Países Bajos, Alemania y Canadá presentan una estructura del sistema similar basada en tres pilares: i) un primer pilar (en general no contributivo) cuyo objeto es evitar la pobreza de las personas mayores, ii) un segundo pilar que sí es contributivo, general y obligatorio, que es el encargado de dar la cobertura al grueso de la población, iii) un tercer pilar que suele ser de capitalización individual, puede tener un carácter más o menos opcional y su objetivo es mejorar las jubilaciones especialmente las de los trabajadores de ingresos medios y altos.
¿Más o menos AFAP?
La convergencia de reglas implica que todos participaran de ese SPC que será mixto: una parte de reparto en manos del BPS y otra de capitalización individual manejada por AFAP. En esto se abrió una discusión en la que algunos dicen que se “agranda el negocio de las AFAP” y otros que se aumenta el “fracasado sistema de reparto”. Omitiendo los adjetivos hay algo de verdad en ambas cosas.
Es claro que muchos trabajadores (cajas paraestatales y trabajadores de bajos ingresos) que hoy no participan del pilar de capitalización comenzarán a hacerlo, desde ese punto de vista hay una ampliación de las AFAP. Esto parece muy razonable; como decíamos más arriba, la existencia de un pilar de capitalización es fundamental, tal como lo muestran todos los sistemas previsiones del mundo medianamente exitosos.
Sin embargo esto tiene una contracara. El reparto de los aportes entre BPS y AFAP (reparto y capitalización) se modifica en favor del primero. De los 15 puntos, 10 irán para el BPS y solo 5 para las AFAP. De esta forma se reduce el volumen de la capitalización individual que hacen quienes ya participan hoy de ese sistema. La propuesta busca “suavizar la transición”, mejorando recursos del BPS para asegurar que nadie pierda ingresos esperados en el mediano plazo.
Énfasis en jubilaciones bajas y pensiones
Hoy en día prácticamente todos los jubilados están fuertemente subsidiados, es decir reciben más de lo que aportaron. La reforma plantea concentrar los subsidios en los sectores de menor poder adquisitivo. El principal instrumento para esto es la creación de un “suplemento solidario” que complementará la jubilación de todos aquellos que no alcancen los $ 42.000 a valor de hoy. El suplemento será tanto más relevante cuanto menor sea la jubilación y tendrá como consecuencia un aumento de las jubilaciones mínimas (hoy en $15.000, aproximadamente)
Para quienes no configuren causal jubilatoria, el instrumento existente es la pensión a la vejez. La novedad es que a estos también se “les premiarán” los años trabajados otorgándoles “adicionales” en reconocimiento a los años aportados que hoy no valen nada.
Otros elementos
La propuesta de reforma incluye otros elementos relevantes como la posibilidad de trabajar luego de jubilarse, la promoción del ahorro voluntario y una gran gradualidad en la incorporación de las nuevas reglas, que por motivos de espacio no es posible desarrollar aquí.
En síntesis, creo que estamos ante una muy buena reforma. Una que hace sostenible el sistema, lo cual es clave para el país, pero sobre todo para los niños y jóvenes. Una que empareja las reglas y reduce muchísimo los enormes privilegios existentes. Pero sobre todo, creo que es una buena reforma porque es una posible, una que entiende las restricciones pero también la idiosincrasia uruguaya y plantea reglas que son perfectamente aceptables para todos.
(*) Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)