Temas para el futuro equipo económico: considerar errores y omisiones anteriores

Las credenciales de los miembros del próximo equipo económico dan para el optimismo, con una agenda de políticas y reformas que no son ni de izquierda ni de derecha.

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No tengo claro hasta cuándo habría que remontarse para encontrar un equipo económico que reúna los atributos del que se hará cargo dela conducción de la economía desde el próximo primero de marzo. Los jerarcas del trípode que lo conforman combinan experiencia local e internacional, gestión de gobierno y nivel académico.

Tiene, además, una condición singular que no recuerdo que tenga precedentes: el ministro de Economía y Finanzas fue quien propuso los nombres de sus compañeros de equipo.

Por cierto, por más que todo eso sea importante, no necesariamente alcanza. De hecho, hay dudas planteadas más allá de ese equipo y sobre la calidad de la coordinación y la sintonía entre él y otras áreas, como la del Ministerio de Trabajo, con el que se deberá trabajar conjuntamente nada menos que en la política salarial, a la que el ministro de Economía y Finanzas querría introducir innovaciones conceptuales. Lo mismo sucede con ministerios con peso en cuestiones microeconómicas, donde ya se han realizado propuestas insensatas.

Aquí y ahora voy a señalar una lista con temas y consideraciones que el futuro equipo económico debería tener en cuenta. Sobre todo, para no repetir errores y omisiones del pasado, especialmente el reciente.

Primero, la regla fiscal. Debe ser corregida en varios aspectos. A ello me referí en “Hablemos de la regla fiscal: el próximo gobierno deberá introducir mejoras” (4 de marzo de 2024). Leyendo bien la regla, ya no se cumplió, en sus tres pilares, en 2023. Tampoco en 2024. Debe ampliarse su “perímetro”, su alcance. Las menguadas cifras del MEF sobre inversión pública no concuerdan con el visible récord de infraestructura del quinquenio. Se debe ser más claro y exigente en los rubros a incluir como “factores extraordinarios”: al final, se incluye de todo y termina sumando una cifra alta permanente, nada extraordinaria. También se debe ser más exigente a la hora de aprobar excesos en materia de endeudamiento: una cosa fue el COVID, otra cosa son excusas. Se debe “afinar el lápiz” sobre la estimación de la tasa de crecimiento tendencial, y por tanto sobre la brecha de producto. Resulta insólito pensar que la brecha sea más negativa hoy que en 2019, basta con mirar los datos del mercado de trabajo. Por otro lado, la “prueba del nueve” de la insuficiencia de la regla actual, consiste en que no evitó que se terminara el período con una situación fiscal tan mala como aquella con la que se inició. Y deben tenerse en cuenta movimientos extraordinarios los fines de año. El CFA debería ser más fuerte y más independiente (algo bueno: ahora tendrá una integración no definida por las autoridades de turno).

Segundo, el MEF tiene “dos apellidos” pero a veces se olvida el primero, “Economía”. No sólo se trata de un ministerio de hacienda y deuda pública. Hay una vastedad de temas microeconómicos, regulatorios, impositivos, de inserción internacional, entre otros de similar tenor, que requieren un ministerio presente, activo y con agenda. Me consta que el próximo ministro la tiene, basta con leer lo que ha dicho y escrito en los últimos muchos años y que fuera recopilado en su último libro, “El despegue”.

Tercero, la relación entre el MEF y el BCU. Debe haber una coordinación estrecha. No hay “mis temas y tus temas”. La inflación no es un tema exclusivo del BCU. En ella inciden directamente o por medio de las expectativas, las políticas fiscal y salarial. La coordinación de las políticas económicas es fundamental: la fiscal, la salarial y la monetaria cambiaria. La regla durante añares ha sido la inconsistencia entre ellas, que termina con el BCU apretando la cincha con la política monetaria ante la expansividad de las otras dos.

El BCU no es legalmente independiente. Sin embargo, la pretendida independencia no ha sido tal a la hora de marcarle esas inconsistencias al Poder Ejecutivo, como hacen otros bancos centrales, en los comunicados del Copom. Con lo que el BCU termina cohonestando malas políticas del gobierno y pretendiendo compensarlo con la propia. Lo que da lugar a daños colaterales, como ocurrió en materia de tipo de cambio real, que ni siquiera se lo corrigió cuando los precios internacionales entraron en el tobogán. No se debe abusar del canal cambiario aun cuando sea el único con verdadero efecto en los precios. Un BCU, dicho sea de paso, que debe atender a los precios y también a la actividad económica. Una ventaja del “nuevo BCU” será que su presidente tiene conocimiento y experiencia en la materia, lo que le dará autoridad ante los servicios técnicos.

Cuatro, la Letras de Regulación Monetaria (LRM). También me referí a este tema en “Terminemos ya con las Letras de Regulación Monetaria” (5 de febrero de 2024). Allí propuse que pasaran al MEF en parte compensando pasivos de éste con el BCU, asumidos como consecuencia de sucesivas capitalizaciones. La última costó tres veces la de ANCAP de hace unos años. Capitalizaciones debidas al descalce de monedas entre los activos (reservas) y los pasivos (LRM) del BCU y al pago de los intereses de las LRM. Tengo clara la dificultad de convencer a los tecnócratas de organismos y calificadoras que también tienen un problema de definición del perímetro fiscal, al excluir al BCU. Pero pocos esfuerzos serían tan valiosos como éste, de modo que el BCU haga política monetaria con títulos del Tesoro con montos que serían inferiores a un décimo del stock actual de LRM.

En fin, las credenciales de los miembros del próximo equipo económico dan para el optimismo. Tiene, notoriamente, una agenda de políticas y reformas que se han postergado en el tiempo, que no son ni de izquierda ni de derecha, sino para hacer mejor las cosas: facilitar el crecimiento de la economía, desatar vacas. Ojalá que a quienes corresponde darle al equipo económico la “espalda política” que por sus características sus miembros no tienen, lo entiendan y actúen en consecuencia.

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