OPINIÓN
Hacen falta medidas contundentes para sortear los problemas de escasas reservas, alta brecha cambiaria y desborde fiscal. Los anuncios económicos parecen insuficientes para resolverlos.
Durante el último mes, el gobierno argentino tuvo tres ministros de economía, se amplió la brecha cambiaria desde 70% a finales de mayo a 95% a finales de junio y a alrededor de 110% a comienzos de agosto, luego de tocar un pico de casi 150%. En esas mismas fechas, el riesgo país pasó de 1.918 puntos básicos a 2.428 y 2412, luego de tocar un máximo de 2.913.
Hubo un deterioro de los fundamentals con un incumplimiento generalizado en las metas acordadas con el FMI, que debieron ser reprogramadas dentro del año. Tampoco esas metas más laxas iban camino a ser cumplidas.
Pero las variables financieras se anticipan, descontando un futuro todavía peor con nominalidad en ascenso ante las presiones de una parte del gobierno por aumentar el gasto estatal y la emisión monetaria, y ante la escasez de reservas en el BCRA. De hecho, el tipo de cambio de contado con liquidación (CCL), que en julio de este año promedió 270 pesos por dólar, fue el más alto desde 2001 hasta 2020 (excepto por los meses de junio de 2002, cuando llegó a 278 pesos a valor de hoy). El gráfico adjunto sugiere que la Argentina está cara en dólares al oficial pero barata al CCL.
Los desafíos económicos son varios. Por un lado, el desborde fiscal del primer semestre, cuando el déficit primario (excluyendo rentas de la propiedad) alcanzó 3% del PIB. Habitualmente, el déficit es más alto en los segundos semestres. Por ejemplo, en el promedio del período 2016 a 2019, resultó 70% mayor en la segunda mitad del año respecto de la primera parte. Si se repitiera ese patrón, la meta de 2,5% del PIB acordada con el FMI sería excedida con creces. De allí la sugerencia de los funcionarios del Fondo Monetario de reducir el gasto en términos reales 8%, luego de que aumentara 11% en el primer semestre.
El mayor déficit buscó ser financiado en el mercado local, pero el gobierno perdió acceso a esa fuente de financiamiento a mediados de año. No es claro que pueda alcanzarse el objetivo de colocar nueva deuda un 30% por encima de lo que vence, que era el objetivo planteado en el acuerdo. Mucho menos si no se cumple la meta de déficit. A esa mayor emisión potencial, se agregó la emisión para comprar títulos que hizo el BCRA desde mediados de año.
Parte de esa emisión se esterilizó. Ello impactó en la cuenta de intereses pagados por los pasivos del BCRA, que aumentaron de alrededor de $ 120.000 millones en el primer bimestre del año a $ 184.000 millones en junio y a $ 261.000 millones en julio. Luego del aumento de la tasa de interés decidida a finales de julio, la cifra superaría con creces los $ 300.000 millones por mes, de agosto en adelante. El espacio para cargar a las entidades financieras con más letras del Banco Central no es mucho; ya tienen 50% de su activo expuesto a riesgo del Tesoro o del BCRA.
Finalmente, la elevada brecha cambiaria, los mayores costos de la energía y el aumento normal de importaciones que acompaña a una reactivación económica, dejaron exhaustas las reservas netas del BCRA.
En ese contexto el nuevo equipo económico anunció varios objetivos que son razonables, pero con pocos instrumentos para alcanzarlos. Entre los más importantes:
? Se anunció la intención de cumplir la meta de déficit primario de 2,5% del PIB acordada con el FMI para 2022. Para lograr ese objetivo se haría un ajuste de caja y se reducirían los subsidios más de lo previsto. Por un lado, la cantidad de usuarios que solicitó el subsidio fue menor a la proyectada (70% vs. 90%) y a ello se agregaría un límite de consumo mensual subsidiado. Si las tarifas mayoristas se igualan a los costos para los consumos no subsidiados, el ahorro fiscal podría ser cercano a 1% del PIB; pero la depreciación del peso aumenta los costos cada día, lo cual requiere de aumentos continuos en las tarifas.
? En sentido contrario, se anunció un aumento especial para los jubilados.
? Se anunció que el Tesoro no recibirá adelantos del BCRA durante el segundo semestre del año. Este anuncio es importante, pero pierde algo de relevancia dado que la restricción ha sido eludida en el pasado por la vía de un uso “creativo” de los Derechos Especiales de Giro (DEG). Además, se requiere acceso a financiamiento local por una parte importante del déficit primario.
? Se anunció un canje voluntario de la deuda local que vence en los próximos tres meses. Ya habría adherido el 60%, pero no se aclaró si se refiere al total o al sector privado. Esto es relevante porque alrededor de 60% de los vencimientos de los próximos 90 días son intrasector público.
? Para mejorar las reservas, se anunció un adelantamiento de exportaciones por US$ 5.000 millones y desembolsos atrasados y un nuevo préstamo de multilaterales por casi US$ 2.000 millones. El anticipo de exportaciones es un número modesto comparado con ventas al exterior de US$ 7.000 millones al mes (o casi la mitad del complejo agroexportador). Y los desembolsos de préstamos dependen del avance de los proyectos, lo cual demoraría el ingreso de, al menos, una parte de lo anunciado. También se mencionaron ofertas de REPOS pero no se precisaron montos y tampoco los costos y garantías que se ofrecerían a los prestamistas.
? También se anunciaron algunas medidas de control administrativo, tanto para abusos en operaciones de comercio exterior como en la percepción de planes sociales.
Con el correr de los días se podrá ver si las medidas proveen un alivio importante. En el corto plazo, la clave es lograr una fuerte reducción de la brecha cambiaria; en el mediano plazo, pasa por reducir fuertemente el gasto público.
(*) Economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL, Argentina)