Tipo de cambio: una luz roja en el tablero

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

Catorce economías de la región experimentaron en el primer semestre de 2022 niveles de volatilidad cambiaria mayores que los observados en el segundo semestre de 2021, incluyendo a Uruguay.

La cotización nominal del dólar en Uruguay muestra señales de preocupación. A pesar del fortalecimiento internacional de la moneda estadounidense en la inmensa mayoría de los mercados, en nuestro país parece no reaccionar. ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué impactos puede tener?

Como en muchos otros aspectos en la economía contemporanea, la volatilidad de los tipos de cambio se ha acelerado en toda América Latina.

Así, en el primer semestre de 2022, según estimaciones realizadas por la Cepal, la volatilidad cambiaria medida como el promedio semestral de las variaciones diarias del tipo de cambio expresadas en términos absolutos, se incrementó en la mayoría de las economías de la región cuyo tipo de cambio se ajusta. En total, 14 economías de la región experimentaron en el primer semestre de 2022 niveles de volatilidad cambiaria mayores que los observados en el segundo semestre de 2021, incluyendo a Uruguay. Si bien, nuestro país es de los menos volátiles, el incremento de la volatilidad en este primer semestre de 2022, supera lo observado en los tres últimos semestres, únicamente por encima del primer semestre de 2020 cuando comenzó la pandemia por COVID-19.

Con una disminución nominal del tipo de cambio del 6,4% en los primeros seis meses del 2022, el peso uruguayo fue la moneda que más se fortaleció versus el dólar. A modo de referencia, en Brasil cayó 3%, pero en Chile aumentó más de un 10% y en Colombia un 9%. El tipo de cambio nominal resulta poco útil para analizar la situación de la competitividad por tipo de cambio en una economía, o, de otra manera, sobre qué tan caro o barato está el dólar.

De modo que para profundizar en la situación, debemos inequivocamente incluir la otra variable clave que que indica la evolución de los precios domésticos: la inflación. El indicador que vincula el tipo de cambio nominal y la inflación, es el llamado tipo de cambio real. Muestra la evolución de los precios domésticos medidos en términos de moneda extranjera respecto de la evolución de los precios internacionales o de una economía puntual. El deterioro allí es elocuente.

La caída del tipo de cambio efectivo con los países de la zona Euro es entre un 17% y 20% en los últimos 12 meses. Con EE.UU. un 9%, con Brasil un 5,5% y el encarecimiento relativo con China es un 17,6%. Esto es unicamente por efecto de la evolucion del tipo de cambio y la inflación doméstica de cada uno de esos mercados comparados.

Un dólar “barato”, falsa sensación de riqueza, incentiva además las importaciones, las compras en el exterior o viajes, repatriación de capitales por parte de inversores del exterior vía dividendos, salarios medidos en dólares (sobretodo aquellos que han llegado migrando a Uruguay y remiten a sus familias en origen), acumulando un déficit en cuenta corriente de casi US$ 600 millones en el primer trimestre de 2022, el mayor desde el IV trimestre de 2014.

El Uruguay “caro” es más que una sensación. Es esperable que en economías que se desarrollan su moneda se fortalezca, pero ello debe ir acompañado con notorios incrementos de la productividad de los factores de producción. Si bien soy un convencido de que la competitivdad de una economía no puede ser ni medida ni evaluada únicamente por tipo de cambio, es indudable que cuando evoluciona del modo que lo está haciendo en nuestro país, sumado a inflación persistente, pega en el corazón productivo. Los efectos se hacen sentir en diferentes sectores.

Todo parece indicar que no tendremos una aceleración en la cotización del dólar en lo que resta del año, por lo que a hoy, la temporada turistica 2022-2023 no aparece ni atractiva ni competitiva, arrastrando complejidades desde tiempos de fronteras cerradas. El sector agroexportador, en niveles récord en facturación en dólares nominales, esta coyuntura erosiona margenes, y frente a potenciales caídas de precios internacionales puede pulverizar el momentum. Otros sectores, vinculados por ejemplo a tecnología, que emplean trabajo calificado y bien remunerado, se asisten del teletrabajo para contratar trabajadores a distancia fuera de Uruguay. El encarecimiento relativo, con la endémica Argentina, también genera fuga de consumo no solo en regiones fronterizas.

Es claro que la evolución del dólar en Uruguay no incomoda a la gestión económica, es posible que se explique en que ha encontrado en esta variable un aliado frente a la inflación, lo que podría entenderse en una visión cortoplacisita, pero que no aleja de modo alguno la preocupación a mediano plazo por atraso acumulado.

(*) Decano de UCU Business, Escuela de Negocios de la Universidad Católica del Uruguay.

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