El Banco Central del Uruguay (BCU) publicó el jueves 20/03 las cifras de las Cuentas Nacionales correspondientes al cuarto trimestre de 2024 y al cierre anual. Tal como lo anticipaban los indicadores mensuales y las expectativas de mercado,la economía uruguaya creció 3,1% en el año, lo que representa una aceleración significativa respecto al débil desempeño de 2023, que fue del a 0,7%. La cifra de 2024 está prácticamente en línea con la mediana de expectativas del mercado, que se ubicaba en 3,2%.
Por su parte, la tasa de crecimiento interanual del cuarto trimestre fue de 3,5%, mientras que en términos desestacionalizados, la expansión respecto al trimestre anterior fue de apenas 0,3%, lo que sugiere cierta pérdida de dinamismo hacia el cierre del año. Este dato ya había sido adelantado parcialmente por el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), que había marcado un crecimiento de 0,2% entre octubre y diciembre.

Más allá de que se trata de un crecimiento sólido en términos agregados, no puede afirmarse que Uruguay esté en una fase de despegue sostenido. Más bien, el desempeño de 2024 puede caracterizarse como una recuperación, tras los efectos contractivos de la sequía y otras disrupciones registradas en 2023. En este sentido, lo más destacable del dato es que la economía logró dejar atrás los impactos negativos de 2022 y 2023, lo que posibilitaría retomar una senda de crecimiento.
Factores que impulsaron la recuperación
La expansión de 2024 estuvo impulsada por tres factores puntuales y de gran incidencia:
La reversión de la sequía ocurrida en 2023, que permitió una normalización en la generación de energía hidroeléctrica, particularmente relevante en un país donde la matriz energética depende en buena medida de las fuentes renovables.
El inicio pleno de operaciones de la tercera planta de celulosa, que generó un aumento considerable en la producción industrial y en las exportaciones de bienes.
La reducción de la brecha de precios con Argentina, que contribuyó a atenuar las distorsiones y favoreció una recuperación gradual de la actividad del comercio y turismo.
Estos elementos contribuyeron significativamente a la mejora del nivel de actividad, pero también plantean interrogantes sobre la capacidad de sostener tasas de crecimiento similares en los próximos años, una vez que el efecto estadístico de estos factores desaparezca.
Composición del crecimiento desde la oferta
Desde la perspectiva de la oferta, el crecimiento fue generalizado. Prácticamente todos los sectores económicos mostraron mejoras respecto al año anterior, lo que sustenta la visión de una recuperación robusta, aunque con heterogeneidades relevantes.

Se destacan los crecimientos en las Actividades Primarias (11,3%) y en Electricidad, Gas y Agua (19,6%), fuertemente favorecidos por la mejora en las condiciones climáticas. En contraste, la Construcción registró una contracción (-1,6%), explicada principalmente por la finalización de la construcción del Ferrocarril Central y por una menor inversión en líneas de comunicación. Los Servicios mostraron un crecimiento moderado, de apenas 0,9% interanual, y otros sectores, como el Comercio, el Transporte y la Industria Manufacturera, se expandieron en torno al 3%, en un contexto de cierta reactivación de la demanda interna y externa. La heterogeneidad sectorial sugiere que, si bien la recuperación fue general, su intensidad varió sustancialmente entre ramas de actividad.
Composición del crecimiento desde la demanda
Desde la perspectiva del gasto, el crecimiento fue liderado por el sector externo. Las exportaciones de bienes y servicios crecieron 8,3% en volumen, convirtiéndose en el principal motor de la expansión de 2024. Este desempeño exportador estuvo apalancado en los sectores mencionados anteriormente: soja, celulosa, y en menor medida, energía y vehículos automotores, que compensaron los menores volúmenes de carne bovina. Mientras que en torno a los servicios, se destaca un incremento del turismo receptivo, destacándose el mayor ingreso de argentinos.

En tanto, el consumo privado mostró una mejora moderada, acumulando una expansión de 1,7% en el conjunto del año, con un mejor desempeño hacia el segundo semestre. A pesar de que la masa salarial registró un crecimiento significativo —producto de la recuperación del empleo y de los salarios reales—, esto no se trasladó de forma proporcional al consumo, lo que puede estar reflejando cierta cautela de los hogares o un aumento en la propensión al ahorro.
El consumo público también creció, en línea con la expansión tendencial del PIB. En cuanto a la inversión fija, si bien mostró una caída en el promedio anual, exhibió señales de recuperación en la segunda mitad del año, lo que podría anticipar un mejor desempeño en 2025 si las condiciones macroeconómicas lo permiten.
Revisión de datos previos
El BCU ajustó las cifras de crecimiento de años anteriores, elevando levemente las de 2021 y 2023, y corrigiendo a la baja la de 2022. Los cambios confirman que 2023 fue un año de estancamiento, del que la economía logró recuperarse en 2024.
Desafíos para sostener el crecimiento
De cara a 2025, el desafío será sostener el crecimiento en ausencia de los factores transitorios que impulsaron la economía en 2024. La encuesta de expectativas del BCU proyecta un crecimiento de 2,5% para 2025 y de 2,4% para 2026, cifras que no se modificarían significativamente tras la publicación del dato, dado que no introdujo sorpresas respecto a lo anticipado.
Estas proyecciones están alineadas con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevé un crecimiento de 3,2% para Uruguay. En su análisis más reciente, el FMI advierte que el mundo transita hacia un nuevo ciclo económico, caracterizado por una creciente divergencia entre países en términos de inflación, condiciones financieras y desempeño macroeconómico. Mientras algunas economías ya inician una fase de relajación monetaria, otras aún enfrentan entornos más contractivos, lo que condiciona el crecimiento global y regional.
En este contexto internacional heterogéneo, Estados Unidos crecería 2,7%, China un 4,6%, la Eurozona apenas 1,0%, y América Latina en su conjunto tendría un crecimiento moderado. En la región, Brasil se expandiría 2,2%, mientras que Argentina, en el marco de su proceso de estabilización macroeconómica, mostraría un crecimiento estimado del 5,0%.
Para Uruguay, mantener una senda de crecimiento sostenido dependerá, en buena medida, de tres hitos clave que marcarán el ritmo de 2025: la decisión de política monetaria del próximo 8 de abril, que dará señales más claras sobre el rumbo del gobierno en esta materia; las negociaciones salariales de mitad de año, que influirán sobre el poder adquisitivo de los hogares y la dinámica del consumo; y la presentación del Presupuesto Nacional en octubre, que orientará la política fiscal para el próximo período.

Un cierre positivo, pero con cautela
El crecimiento de 2024 fue una buena noticia, pero también una advertencia: buena parte de la expansión respondió a factores excepcionales que no estarán presentes en 2025. En este sentido, más que celebrar un despegue, el país debe enfocarse en fortalecer los motores internos del crecimiento, mejorar la productividad y consolidar un entorno macroeconómico estable y previsible que promueva la inversión, la innovación y la generación de empleo de calidad.
- Sofía Harguindeguy. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay