Durante 2024, la economía global mostró resiliencia, pero las perspectivas para 2025 son menos alentadoras, con desaceleración en las principales economías avanzadas e inflación persistente. En el ámbito regional, Argentina avanza en su plan económico con expectativas de reactivación, mientras que Brasil enfrenta riesgos de desaceleración por factores internos. En esta columna, analizaré el contexto regional incierto con implicancias mixtas para Uruguay.
Argentina: tras un 2024 de ajustes y contracción, 2025 se perfila con desafíos y un potencial rebote económico
Durante el primer año de Javier Milei en la presidencia, Argentina ha logrado resultados inesperados a través de la implementación de su programa de estabilización macroeconómica. Este plan, se ha dividido en tres fases.
La primera fase, implementada entre diciembre de 2023 y abril de 2024, se caracterizó por una severa contracción monetaria. Posteriormente, entre abril y julio de 2024, tuvo lugar una segunda fase de relajamiento monetario, que impulsó una leve reactivación económica. Finalmente, entre julio y diciembre de 2024, el programa entró en una fase de consolidación, en la que se puso freno a la expansión monetaria, se redujo la brecha cambiaria a casi cero y se fortalecieron significativamente las reservas internacionales.[1]
En términos de los resultados macroeconómicos acompañaron a estas acciones: durante este primer año de gobierno consiguió un superávit fiscal y la inflación anual se desaceleró de manera más rápida de lo anticipado. El diferencial entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se redujo de un 160% a prácticamente 0%, mientras que las expectativas cambiarias convergieron hacia la pauta del 2% mensual anunciada por el gobierno. El blanqueo de capitales y la iliquidez en pesos impulsaron un aumento de los depósitos bancarios y permitieron al BCRA incrementar significativamente sus reservas internacionales. Por otro lado, el riesgo país experimentó una notable disminución, pasando de 2.500 puntos básicos a menos de 600 puntos en enero de 2025.
No obstante, estos logros implicaron costos importantes. Durante la etapa inicial, se produjo una contracción económica significativa, y se proyecta una caída del 3,5% para el año 2024, según la mediana de las expectativas del mercado. Sin embargo, se prevé un rebote en 2025 con un crecimiento estimado del 5%. Asimismo, la fuerte contracción inicial afectó los salarios reales, aunque estos comenzaron a recuperarse a medida que la economía retomaba dinamismo.
En cuanto al capital político, a pesar de los severos ajustes económicos, la confianza en el gobierno se mantiene alta, con una aprobación del 53,1% en diciembre de 2024, según el índice elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella.
2025 será un año clave para Argentina, con el desafío de consolidar los avances económicos y normalizar la economía. Esto requiere levantar el cepo cambiario y cumplir con los pagos de la deuda externa, objetivos que dependen de alcanzar un nivel suficiente de reservas internacionales. La solución más factible es un nuevo acuerdo con el FMI, cuyas negociaciones fueron confirmadas por el FMI en diciembre de 2024[2]. El éxito de estas gestiones y el monto de los fondos que se obtengan serán determinantes para el desempeño económico del país.
Brasil: retos fiscales y perspectivas de desaceleración para 2025
Por su parte, la economía brasileña enfrenta desafíos significativos, especialmente en el ámbito fiscal. El deterioro de las cuentas públicas durante la administración de Lula, sumado a recientes anuncios percibidos como insuficientes, ha generado dudas sobre la capacidad del gobierno para cumplir con la trayectoria fiscal establecida, que prevé equilibrio fiscal en 2025 y un superávit primario del 1% para 2028, meta considerada necesaria para estabilizar el ratio deuda/PIB.
El déficit primario anualizado a noviembre alcanzó aproximadamente el 2% del PIB, mientras que el déficit financiero, que incluye el pago de intereses, superó el 9% del PIB. A su vez, la deuda pública se sitúa en un 78% del PIB, y las proyecciones del mercado, menos optimistas, estiman déficits persistentes en los próximos años, en contraste con las metas gubernamentales.
En términos de actividad económica, los datos recientes continúan mostrando resiliencia en el corto plazo. El crecimiento económico ha sido revisado al alza gracias al desempeño del sector agropecuario y a una actividad más robusta de lo previsto. Sin embargo, para 2025 se anticipa una desaceleración, con un crecimiento estimado del 2%, inferior al 3% proyectado para 2024.
La inflación, por su parte, se ubicó en 4,8% en diciembre, fuera del rango meta de 1,5% a 4,5% por tercer mes consecutivo. Ante este escenario, las proyecciones de inflación han sido revisadas al alza, ubicándose en un 4,6% para 2025, frente al 3,5% proyectado a principios de 2024. En respuesta al deterioro de las expectativas inflacionarias, el Comité de Política Monetaria adoptó una postura más contractiva. En su última reunión, elevó la tasa Selic en 100 puntos básicos, llevándola al 12,25% anual, y señaló la posibilidad de futuros aumentos, previendo que podría alcanzar el 15% anual durante 2025. Este endurecimiento monetario refleja la necesidad de contener las presiones inflacionarias en un contexto de actividad económica resiliente y un tipo de cambio depreciado.
El real brasileño alcanzó niveles históricamente bajos durante 2024, superando los 6 reales por dólar en diciembre. En respuesta, el Banco Central intervino en el mercado cambiario para contener mayores desequilibrios.
Finalmente, y en respuesta el riesgo país de Brasil experimentó un aumento significativo en el último mes, alcanzando los 238 puntos básicos sobre los bonos estadounidenses, por encima del mínimo de 195 puntos registrado en octubre. Este incremento refleja la percepción de mayores riesgos asociados a las incertidumbres fiscales y las presiones inflacionarias en un entorno económico desafiante.
Conclusiones: Uruguay frente a los retos regionales
Para Uruguay, el contexto regional en 2025 plantea tanto oportunidades como desafíos significativos, marcados por las dinámicas económicas de Argentina y Brasil, sus principales socios comerciales. La recuperación proyectada en Argentina durante la primera mitad del año podría impulsar sectores clave como el turismo y el comercio bilateral, generando un efecto positivo en el corto plazo. Sin embargo, las necesidades de reservas internacionales, la dependencia de acuerdos con el FMI y la incertidumbre en torno a la estabilidad cambiaria representan riesgos que podrían limitar estos beneficios en la segunda mitad del año.
En el caso de Brasil, los problemas fiscales, la depreciación sostenida del real y la desaceleración económica proyectada podrían afectar negativamente las exportaciones uruguayas, el turismo y el comercio.
- Sofía Harguindeguy es Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay
[1] Talvi, E., & Harguindeguy, S. (2024, diciembre 5). El Plan de Estabilización Argentino: Una Compleja Obra de Ingeniería Monetaria-Cambiaria. Real Instituto Elcano.
[2] Talvi, E., & Harguindeguy, S. (2024, noviembre 3). El Plan de Estabilización Argentino en su Fase Decisiva: Ahora es el Turno del FMI. Real Instituto Elcano.