NEGOCIOS
Este negocio movió más de US$ 74.000 millones en 2019, reúne a más de 30.000 empresas y genera empleo a 1,5 millones de personas; exportar productos terminados y ser sustentable son sus desafíos
En Brasil, el algodón se conoce como el «buey vegetal». Tal como sucede con el animal, todo se aprovecha de esta planta que se transforma en prendas de vestir, tapabocas para prevenir el contagio de coronavirus, aceite de cocina, combustible y también en papel moneda.
Con un rol importante en la economía de Brasil, el negocio del algodón genera empleo a 1,5 millones de personas y, según la Asociación de Productores (Abrapa), en 2019 movió más de US$ 74.000 millones.
La industria textil de Brasil reúne a más de 30.000 empresas. Hoy la mitad de la fibra utilizada en el país proviene del algodón; se estima que se procesan cerca de 750.000 toneladas anuales. La confección de pantalones de jeans y ropa de cama y baño son sus principales usos.
En tanto, en el mundo se procesan más de 100 millones de toneladas de fibras, el algodón representa por lo menos el 25% del total y se ubica atrás del poliéster, que es un subproducto del petróleo.
Brasil es el cuarto mayor productor del mundo de algodón. Mato Grosso y Bahía son los principales polos. Según su Ministerio de Agricultura, la zafra crece desde hace cuatro temporadas y cada año bate un nuevo récord.
El alto precio que se paga en el mercado internacional hizo que las exportaciones aumentaran y estimuló a los agricultores a plantar más algodón.
La ropa «made in China» puede ser más brasileña de lo que se imagina. Brasil es el segundo exportador del mundo y sus ventas rindieron casi US$ 3.000 millones desde el segundo semestre de 2019; buena parte de ellas tuvo como destino ese país asiático.
Los principales compradores del algodón brasileño son (después de China) Vietnam, Bangladesh, Paquistán, Indonesia y Turquía. Al comienzo de la pandemia algunas exportaciones fueron canceladas, pero esto no preocupó al sector.
Sumarle más valor al producto nacional es el principal desafío porque cuando se exporta como materia prima, el algodón pierde la oportunidad de generar más ganancias con la venta de textiles y ropas.
Dejar de ser commodity y sumar valor
La gran preocupación de la industria del algodón radica en incrementar la exportación de productos hechos a partir de este material.
«Por cada US$ 1.000 millones exportados con valor agregado, se generan y mantienen hasta 80.000 puestos de trabajo en la industria», aseveró Fernando Pimentel, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de la Confección (ABIT).
El directivo señaló que los impuestos y la burocracia de su país entorpecen el desarrollo del sector.
«Aumentar la transformación del algodón en productos requiere trabajar una agenda de competitividad, cuestión fundamental para la industria. Brasil tiene potencial para ser exportador de un commodity, pero también de manufacturados», enfatizó.
Pimentel remarcó que los chinos adquieren la fibra de Brasil y la transforman en prendas y le venden al resto del mundo. «Nuestra industria textil no avanza ante la competencia China porque el costo de Brasil pesa mucho», remarcó Milton Garbugio, presidente de Abrapa.
Ser sustentable
«La industria textil es hermana siamesa del algodón, tiene más de tres siglos de historia en Brasil. Algunas empresas tuvieron su carta de habilitación firmada antes mismo de la República», afirmó Fernando Pimentel, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de la Confección.
La sustentabilidad es el gran desafío del sector del algodón, que tiene fama de ser una de las actividades que más utiliza agrotóxicos (en proporción a los números que maneja).
Un estudio de 2017, realizado por investigadores de la salud de la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT), mostró que en 2015, se aplicaron 30 millones de litros de pesticidas en las plantaciones de algodón de Brasil. El sector se quedó en el cuarto lugar y se ubicó atrás de la soja, el maíz y la caña de azúcar, actividades que tienen grandes superficies de producción.
Ahora son los propios agricultores quienes se movilizan para que su actividad sea un ejemplo y aseguran que las fibras sintéticas, como el poliéster, pueden ser más perjudiciales para el medio ambiente que el algodón.
En la mesa
La «pluma» -la parte más conocida del algodón- es motor de la actividad y es la que le rinde más dinero a los productores. De ella nacen las fibras que utiliza la industria textil.
El aceite de algodón es el segundo producto derivado de la cosecha y se ubica en sexto lugar de consumo en el mundo. Es fuente de omegas 3 y 6 y de vitamina E, sustancias claves para el funcionamiento del organismo.
«Sus beneficios para la salud fueron descubiertos hace muchos años, precisamente en la década de 1930, cuando se determinó que el aceite de algodón contenía pocos ácidos nocivos para el organismo», explica Jorge Mancini Filho, profesor del Departamento de Alimentos de la Universidad de San Paulo (USP).
«Es un aceite saludable, posee ácidos esenciales para el organismo humano, que solo pueden obtenerse a través de la alimentación porque nuestro organismo no tiene condiciones de sintetizarlos», agregó.
El algodón también llega al plato de los consumidores a través de la carne bovina. Su carozo «in natura» (sin procesar) se utiliza en la alimentación del ganado. Abrapa estima que el 40% de lo producido en Brasil se destina a la actividad agropecuaria.