Informe
Por prevención ante el covid o escasa oferta aérea comercial, más usuarios optaron por moverse entre Argentina y Uruguay en aviones alquilados; tarifas van desde US$ 4.800 hasta US$ 20.000.
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La pandemia de coronavirus frenó los vuelos comerciales entre diferentes países por varios meses. En Uruguay, una vez que la apertura de fronteras comenzó a flexibilizarse y se permitió el ingreso de extranjeros residentes o con propiedades en Uruguay, la necesidad de movilizarse por aire volvió, pero no así la aviación comercial.
¿La solución? Hacerlo mediante vuelos privados.
De esta forma, mientras las diferentes aerolíneas aguardaban para despegar en los hangares, varios aviones más pequeños ya circulaban entre los aeropuertos de Uruguay y Argentina.
«La actividad ya comenzó a repuntar en mayo de 2020. Comenzamos a volar y hasta hoy el incremento fue superior a las épocas prepandemia. En 2021 fue más incluso, hemos volado 200% más que antes, fue muy bueno y 2022 sigue siendo así», aseguró Bettina Bonafina, gerenta comercial en Royal Class, operadores de vuelos privados de Argentina con 20 años de actividad.
Por su parte, la empresa Flyzar, con más de 30 años en el mercado de vuelos privados, reveló que su actividad está por encima del 50% respecto a los meses previos a la pandemia. «Tenemos muchos pasajeros, un promedio de cinco o seis vuelos diarios y hemos llegado a máximos de 10. Me llaman y no tengo disponibilidad. Hay alta demanda», destacó Felipe Carmona, su director de operaciones.
Esta tendencia disparó también la creación de la empresa uruguaya Infinitum aviation, que en este momento está tramitando sus permisos para comenzar a volar, explicó Ana Gutiérrez, apoderada de la compañía para Uruguay. «Somos tres socios con varios años de experiencia en la aviación. Estamos en Uruguay y abriendo en Brasil. Ofreceremos un centro de servicios en Punta del Este para aeronaves, un taller aeronáutico y una academia de aviación. Además, realizaremos vuelos privados para lo cual le contrataremos aviones a una empresa argentina. También venderemos aeronaves Tecnam, la marca italiana», detalló Gutiérrez.
Según datos del Aeropuerto de Punta del Este, durante 2021, cuando las aerolíneas comerciales no volaban, la aviación privada movió en promedio un 18% más que en años prepandemia. «La aviación privada se fortaleció con la ausencia de las aerolíneas comerciales. Históricamente, en Punta del Este la aviación privada era el 10% del total de pasajeros que pasaban por la terminal. Hoy la proporción subió a 30%, aunque con un 60% menos de actividad total», aclaró Alejandro Rivero, gerente general de la terminal. En diciembre de 2021, pasaron 3.174 pasajeros correspondientes a vuelos privados, un registro superior a los 2.478 registrados en diciembre de 2019. «Y el pasajero privado para el aeropuerto rinde seis veces más que uno comercial» por su mayor desembolso, destacó Rivero.
Baires Fly, otra de las empresas que hacen vuelos privados entre Argentina y Uruguay declinó hacer declaraciones para este informe.
Servicios y «pata vacía»
Los precios también son un ítem que comenzó a incidir en el público a la hora de optar por esta forma de volar. Con una escasa oferta de vuelos comerciales y alta demanda, muchos eligieron pagar un poco más y trasladarse en aviones privados, dijeron las empresas.
Flyzar, de las más antiguas en el rubro, ofrece siete aviones para todas las categorías y hasta helicóptero. El más chico lleva seis pasajeros y el más grande 14. «En Argentina, alquilarlos cuesta desde US$ 4.900 a US$ 5.200 el más chico, los más grandes cuestan hasta US$ 15.000 o US$ 20.000. El jet chico de seis plazas es el que más se alquila y hasta fines de enero tengo todo vendido. Y si alguno se cae, tengo lista de espera. La gente si puede pagar para evitar ir en los (vuelos) comerciales por la pandemia, lo hace», explicó Carbona.
Ese precio incluye servicio de sala VIP antes del despegue; a bordo, en vuelos a Punta del Este que no superan los 40 minutos ofrece snacks, picadas, bebidas y WiFi. «El servicio es antes, durante y después», remarcó Carbona. Por ello, la empresa posee su propio hangar en el Aeropuerto de Punta del Este y está construyendo el segundo. «Vimos que es necesario y una ventaja del pasajero porque entra el auto y sale con privacidad. La mayoría de los clientes son empresarios argentinos, familias con hijos o grupos de amigos. Nuestro negocio principal es el cliente final pero también atendemos el corporativo», indicó.
Por su parte, Royal Class -cuyo principal destino es Punta del Este (80% del negocio)- cuenta con una flota de ocho aviones con capacidad desde cuatro hasta 14 plazas. El más solicitado es el de cinco asientos a un costo de US$ 4.800 (más impuestos). De hecho, la alta demanda tanto de Uruguay como de Argentina hizo que la empresa invirtiera en la compra de dos nuevas aeronaves de cinco asientos. Los grupos más numerosos pueden optar por viajar en una aeronave de 12 plazas por US$ 11.500. «Tenemos personas que se mudaron (a Uruguay) y contrataron el avión de 12 por el equipaje», recordó Bonafina.
Además del servicio en vuelo, la empresa tiene el diferencial de operar en Aeroparque, dentro de Buenos Aires y cuenta con hangar y sala VIP propios. Según explicó Bonafina, sus principales clientes son de perfil corporativo y agregó que la pandemia propició la captación de usuarios. «Aparecieron muchos clientes nuevos que no conocían el servicio y lo eligieron por necesidad. Estimo que un 35% de esos pasajeros que volaron por pandemia se quedaron».
Uno de los negocios que comenzó a crecer en esta nueva etapa son los denominados pasajes de «pata vacía». Se trata de los asientos que quedan vacíos cuando el avión debe retornar a Buenos Aires. «Ese negocio se fortaleció porque han tenido la habilidad de negociar. Los aviones vienen llenos y acá un broker coloca el asiento para regresar. Se generó un nuevo mercado», dijo el gerente del Aeropuerto de Punta del Este. Carmona coincide: «Hay demanda por esos vuelos vacíos, los vendemos a un 50% menos». Por su parte, Royal Class aclaró que no es un negocio que le interesa. «Lo podemos hacer como excepción para burbujas, no mezclamos grupos», cerró Bonafina.
Antes de la pandemia, por el aeropuerto de Punta del Este pasaban en promedio entre 180.00 y 200.000 pasajeros al año. Tras la apertura de fronteras en noviembre de 2021, la actividad repuntó, las aerolíneas comerciales retornaron, pero aún las cifras de visitantes son «insuficientes», señaló Rivero, su gerente general. «En diciembre y enero estamos con una caída de un 60% respecto a números normales. Al 10 de enero pasaron 1.100 pasajeros, son 220 aterrizajes. Eso, comparado con 2019 es 16% menos y con enero de 2020 es 13% menos. Es una situación muy preocupante la poca frecuencia de vuelos comerciales desde Argentina, no tanto con Brasil porque Azul reforzó sus frecuencias», evaluó Rivero. «Que la aviación comercial caiga para el aeropuerto es grave ya que son la mayoría de los ingresos. Impacta en áreas como free shop, publicidad, marketing, rentadoras. La aviación privada paga más, pero esto es un negocio de volumen», alertó.