RODRIGO RÍOS | SOCIO Y CONFUNDADOR DE CABESAS BIER
Nació en Tacuarembó y allí creó, junto a su socio, la cervecería. Tiene 44 años y estudió hasta tercero de Economía en la Universidad de la República. Siempre emprendieron en negocios donde la cerveza era protagonista, por lo que vender una artesanal «no fue un problema».
Asegura que llegaron en el momento justo. Hoy venden unos 50.000 litros mensuales, está presente en tres cadenas de supermercados y tiene 125 canillas en Montevideo. Entiende que el sector de cervezas artesanales debería tener leyes especiales y regirse más «como el vino que como la cerveza industrial». Está en pareja hace 22 años, tiene dos hijos y su hobbie es la música.
La empresa empezó en 2008 en Tacuarembó, cuando casi no se hablaba de cerveza artesanal, ¿cómo surgió la idea?
Mi socio, Guido «Cabeza» Arezo, siempre lo tuvo en su mente. Con 18 años hizo un intercambio por estudios en EE.UU. en una casa donde el padre de familia era cervecero artesanal. Le gustó, se trajo un «equipito» y quedó como latente. Luego, con Guido fuimos socios en varios emprendimientos, como restaurantes, en donde lo que más hacíamos era vender cervezas, por ejemplo, el «boliche» Maracatu Atômico (de ahí el nombre de la IPA Atómica). Sabíamos venderla y pensamos que si la producíamos a pequeña escala no tendríamos problema al comercializarla. Un día Guido me invitó a su casa, destapó una botella y me sirvió algo parecido a una cerveza. La había hecho él. Así comenzó todo.
¿Cómo terminó en negocio?
Nunca lo pensamos como un negocio. En ese momento, no existía cultura de tomar cerveza artesanal y lo hicimos porque era algo que nos gustaba. Es más, ninguno de los emprendimientos que hice en mi vida fueron pensados como un buen negocio, pero siempre terminaron siéndolo. Lo que me interesa es hacer algo que quiero. Creo que si comenzás haciendo algo que no querés, podrá ser un buen negocio económico, pero no un buen negocio para uno mismo. Tal vez llegó en el momento justo, porque 20 años antes hubiera sido imposible. Es más, los primeros años fueron muy difíciles, avanzamos muy de a poco, pero cuando «explotó» (el consumo) nos encontró muy prontos. En los inicios, más que sacrificio hicimos malabares y era gracioso, sobre todo para conseguir insumos o conocimiento. Uno de los momentos clave fue cuando hicimos un curso avanzado en la cervecería Koala en Buenos Aires. Fuimos juntos, pasamos dos días entre teóricos y pruebas de cervezas y fue ahí que nos dimos cuenta que la artesanal era distinta a las que tomábamos siempre y decidimos que era por acá. Más adelante, en 2010 otro momento fue nuestra participación en Porto Alegre (Brasil) en la quinta copa de cervezas artesanales de ese país. Les escribimos para participar explicando que en Uruguay no había casi nada y que queríamos ir a validar si lo que estábamos haciendo estaba bien, sobre todo tener una devolución de Randy Mosher, uno de los que más sabe de esto en el mundo, que participaba como presidente del jurado. Nos aceptaron, participamos junto a más de 200 cerveceros de Brasil y obtuvimos el tercer puesto. Presentamos dos cervezas, la IPA y la Porter, ambas fueron bronce y resolvimos armar la segunda fábrica más profesional.
¿Cuándo cree que llegaron a la madurez empresarial?
En 2012, cuando montamos la segunda fábrica, que llegó a producir 5.000 litros al mes. Estuvimos casi cinco años avanzando en tecnología para mejorar la cerveza, hasta que comenzamos a invertir en aumentar la cantidad. Lo bueno de Cabesas es que, tanto la planta en capacidad como nosotros en conocimiento, crecimos en forma paralela y desde abajo. Reinvertíamos todo lo que ganábamos y mucho más de otros trabajos. En total, creo que superamos los ?US$ 500.000 al incluir la nueva planta que adquirimos en 2014 en China, que incluye el envasado. Ese año también inauguramos un pub propio dentro del predio de la cervecería que vendía solo cerveza artesanal. Fue un gran éxito y sirvió para promover los productos y educar, porque era imposible que alguien entendiera en ese momento qué era la cerveza artesanal; había que mostrar cómo se sirve, las gamas de colores. Pero siempre tuvimos claro que nuestro negocio era la cerveza artesanal, el pub era algo que había que hacer para promocionarla. Por esto, a pesar de que nos iba bien, cuando entendimos que había cumplido su objetivo, lo vendimos para focalizarnos y potenciar Cabesas. Con ese dinero, compramos la envasadora.
Ahora, con la marca ya instalada, ¿han pensado en volver a tener local propio?
No, porque tenemos muy buenos clientes y estamos bien así. Lo que sí buscamos son lugares donde defiendan la camiseta. No ser exclusivos, porque no es el espíritu de la cerveza artesanal, pero sí que tengan nuestra misma filosofía, por ejemplo, en cómo tratar al cliente.
¿Cuántos litros producen hoy?
Llegamos a 50.000 litros por mes y estamos invirtiendo para agrandar la planta y llegar a los 80.000. Nuestro negocio se duplica año a año y llegar a los 30.000 a fines del año pasado nos permitió dejar los otros trabajos y dedicarnos a este negocio. Hoy trabajan acá entre 12 y 14 personas en forma directa y otras 18 indirectas, producimos ocho tipo de cervezas de línea y siempre sumamos alguna más especial. Por ejemplo, hicimos la cerveza Puerca para La Vela Puerca por sus 20 años y ahora tenemos la Granizo que hicimos en colaboración con la cervecería Granizo de Chile, que conocimos en un evento regional. En diciembre sale la número 9 de Cabesas porque cumplimos nueve años.
¿En qué se basan para elegir los estilos de cervezas?
Tratamos de cubrir toda la gama de colores, sabores y aromas. Somos de la idea de no hacer cócteles dentro de la cerveza, aunque tenemos una con zapallo cabutiá, pero es algo casi único. A mi socio le gusta mucho el lúpulo, entonces todas nuestras cervezas tienden a lo amargo. Dentro de la propuesta de Cabesas, las dos cervezas más vendidas son las Blonde y la IPA Atómica, que son casi un 60% de la producción.
¿Cómo fue salir a ganar terreno en Montevideo?
Fue fácil porque otros colegas como Mastra y Davok, que fueron pioneros en esto junto a nosotros, ya habían hecho un buen trabajo. Es más, no daban abasto con la demanda que Montevideo estaba generando. Uruguay y la cerveza artesanal fue un amor a primera vista, porque al uruguayo le gusta lo artesanal. Hoy Montevideo representa un 80% de las ventas.
Ofrecen botellas y barriles, ¿cuánto representa cada uno en las ventas totales?
Hoy la venta en botellas sobrepasó la venta en barril y es casi un 70% del total. Cuando planificamos la última fábrica ya incluimos una línea de envasado porque entendimos que la venta en botella era fundamental en nuestro futuro. Llegamos a vender unas 60.000 por mes.
¿Qué significó la entrada a las cadenas de supermercados?
Nos cambió el negocio. Antes, cuando yo llegaba a cualquier lugar a ofrecer la cerveza lo primero que me preguntaban era en dónde vendía y no tenía un lugar referente. En la primera que entramos fue en Tienda Inglesa en 2014 y fue fundamental en nuestro negocio. Me llamó el gerente directamente en momentos en que yo estaba pensando cómo hacer para entrar a ese mercado. Entonces, decir que estábamos en esa empresa era signo de que éramos serios, porque cumplíamos con calidad, con stock, etcétera. Hace seis meses entramos a Grupo Disco y hace tres a Ta-Ta, y con este último llegamos a todo el país. Hoy las grandes superficies representan un 15% de nuestras ventas, los bares y pubs cerveceros son un 85% del negocio.
«La artesanal no supera el 1% de las ventas de las cervezas»
El sector se ha consolidado en el país, ¿se pierde en algún momento la definición de artesanal?
Este sector es chico aún, la cerveza artesanal no llega al 1% de las ventas de esta bebida en el país. De todas maneras, en la AMAU tomamos la definición de cerveza artesanal de EE.UU. y Argentina. Entonces, para mantener la denominación la producción anual destinada al mercado interno no puede superar un 3% del total consumido (no debemos producir más de 3,6 millones de litros) y el 6% (7,2 millones de litros) si se suma la exportación. Debemos ser independientes, o sea, que la participación de personas vinculadas a grandes productoras de la industria del alcohol no artesanal no supere el 25% del paquete accionario, capital total y/o fondos de inversión. Por último, que en el proceso de elaboración se utilicen ingredientes nobles (agua, cebada malteada, lúpulo y levadura), o ingredientes no tradicionales si aportan caracteres distintivos. Y no se pueden incluir extracto de malta y/o saborizantes, aditivos, colorantes o coadyuvantes de elaboración (enzimas, antiespumante, etcétera).
Hay un resurgir de la cerveza artesanal en bares y pubs...
La cerveza artesanal volvió a ser un gran incentivo para que alguien abra un bar o pub. Estamos con unas 125 canillas en Montevideo (en promedio, hay dos por bar). El Interior recién comienza a despertar y estamos organizando eventos para que se conozca la cerveza artesanal, porque la mejor forma de difundirla es llevándola a los lugares. Lo estamos haciendo desde la Asociación de Microcervecerías Artesanales del Uruguay (AMAU), de la que soy presidente. En total, en la AMAU hay 25 cervecerías asociadas, que representan entre 75% y 80% de la producción de cerveza artesanal del Uruguay. Pero también está la Cámara de Cervecerías Artesanales del Uruguay, que trabaja en paralelo y tiene otras 25 empresas asociadas. O sea, en total, entre empresas grandes ya consolidadas y otras chicas que recién comienzan existen unas 50 marcas de cervezas artesanales.
¿Cuál es el perfil de su público consumidor?
Los jóvenes son nuestro principal capital. Antes los mayores de 30 años eran los que consumían más, ahora, con la apertura de muchos lugares con cerveza artesanal, se logró llegar a los jóvenes de 22 o 23 años. Es muy llamativo escuchar y verlos hablar de amargor, de color.
¿Ya concretaron su primer exportación?
Sí, en septiembre hicimos la primera de ocho pallets (unas 10.000 botellas) a Brasil vía Siñeriz Free Shop en Rivera. Ahora estamos negociando la primera exportación a Argentina, a Buenos Aires. Es muy difícil exportar porque Uruguay es muy caro.
¿Cómo prevé seguir robusteciéndose la empresa?
Ahora vamos a parar de invertir en crecimiento para comenzar a invertir en organizar la gestión. Por intermedio de una de las herramientas del Estado, el Fondo Industrial, se hizo la evaluación y el diagnostico de gestión. La financiación del proyecto la haremos en parte a través de la Plataforma Integral de Asistencia al Desarrollo Empresarial (PIADE) de la Dinapyme, la otra la pagamos nosotros. En este contexto, también estamos invirtiendo en un fuerte software de gestión para organizar todo, desde lo financiero hasta los productos que generamos.
¿Cómo evalúa las políticas económicas con respecto a este sector?
Este es un sector nuevo y no tiene leyes específicas por las cuales regirse, sino que nos movemos de acuerdo a las que rigen a la cerveza industrial. Lo que entendemos es que las leyes para la cerveza artesanal deben ser distintas, porque la forma de producirla se asemeja mucho más a la del vino. Somos fábricas chicas, estamos por todo el interior del país y distribuimos trabajo. Y, si sigue creciendo, creemos que es un sector que va a repartir mucho más. Pero para esto, el gobierno debe comenzar a estudiar la forma de incentivarlo. Entendemos que lo primero es reconocerlo como sector, luego trabajar en dos áreas puntuales: impositiva y laboral. Por ejemplo, con un empleado en la cervecería industrial producís 10 veces más que en la artesanal. Por esto hay que tener otro laudo. Además, el litro de cerveza artesanal es más cara de producir y se comercializa más cara. Como los impuestos son por porcentaje de litros vendidos, si se baja el Imesi (hoy es un 22%), el sector artesanal crece y el gobierno recauda más igual.
Apuntes de carrera.
2007 | En mayo concurrieron a Buenos Aires a un curso de cómo hacer cervezas en la empresa Koala (Argentina), al retornar decidieron comenzar con Cabesas Bier.
2010 | Participaron en Brasil de una competencia de cervezas artesanales con más de 200 cerveceras de ese país; obtuvieron el tercer lugar con los dos estilos presentados.
2014 | El 23 de octubre se concretó la primera producción de cerveza en la planta actual, hecho que coincidió con el nacimiento de uno de sus hijos.
2017 | El 13 de septiembre cerraron su primera exportación de 10.000 botellas a Siñeriz Free Shop. Ahora están negociando la segunda venta al exterior, a Argentina.