El mismo fenómeno se aprecia sobre Mangrullo de Punta Piedra, un barrio abierto en esa misma zona. Con padrones independientes que van desde 4.000 m2 hasta 5 hectáreas, en los últimos dos años «lo que había a la venta lo vendimos, quedan en reventa unos seis lotes», dijo Sofio. En este caso, los valores oscilan entre US$ 27 y US$ 55 el m2 y los de una casa construida de US$ 800.000 hasta US$ 6 millones.

Entre sus clientes, prevalecen los argentinos pero no son los únicos. Peruanos, colombianos, brasileños, europeos y estadounidenses también figuran entre sus últimos compradores. Y aunque el destino de la compra es primera residencia, comienzan a aparecer inversores.

A Pueblo Mío, otro barrio sobre la Ruta 104, también le llegó la ola de demanda. Carlos Marasco, uno de sus impulsores, dijo que con la pandemia «hubo un boom». Marasco ya no está al frente del proyecto creado en 2007 porque en 2011 se vendieron los 180 lotes de 4.000 m2, pero se mantiene en el lugar como propietario y asegura que hasta 2019 los precios bajaron y había solo 30 casas.

«Cuando empezamos a buscar tierra para un barrio, la zona de la 104 estaba subvaluada. Era la oportunidad de comprar la mejor tierra al mejor precio», recordó. El tiempo y las circunstancias le dieron la razón. Este año habrá 40 obras terminadas y se proyectan 20 más para 2022. «Cuando comenzó la pandemia, las 30 casas que había se alquilaron. La gente probó, descubrió que Punta del Este era vivible y comenzaron a comprar», comentó Marasco.

Uno de los argumentos que pesan a la hora de que una familia elija mudarse para vivir a esa zona es la puesta en funcionamiento del colegio The Garzón School, una organización educativa sin fines de lucro. El proyecto, impulsado y financiado con donaciones de familias —principalmente extranjeras— que se radican en el lugar, está ubicado en el kilómetro tres, insumirá una inversión de US$ 12 millones y ocupará un predio de unas 38 hectáreas ya adquiridas, confirmó Bruno Varela, integrante de una de las familias que lleva adelante el proyecto.

Las obras comenzarán en 2022 y se estima que el colegio comience a funcionar en abril de 2023. Mientras tanto, el año entrante iniciará sus actividades en Casa Zinq, una posada ubicada en La Barra. «Comenzaremos con kinder hasta 4° año de Primaria. Serán unos 40 alumnos. Cuando funcione el colegio a pleno, estimamos un alumnado cercano a 250».

Varela explicó que la elección de esa ruta para ubicar el colegio es estratégica y responde a la fuerte movida migratoria que registra la zona este del departamento de Maldonado. «Vemos un fuerte movimiento hacia el este de Maldonado, en La barra, Manantiales, la 104, mucha gente que llega buscando una alternativa adecuada junto a la naturaleza. Y vimos que la 104 es un centro neurálgico en esa zona, conecta con todo, es una ruta que se volverá central», opinó.

De la mano del interés en la zona aparecieron proyectos de chacras. «Estar en la Ruta 104 es vivir en el campo, cerca de la playa y con servicios de la ciudad», indicó Pablo Montañez, propietario de Inversiones del Este, inmobiliaria ubicada en Manantiales. Su experiencia indica que quien está comprando ahora los lotes de chacras lo hace como segundo hogar, pero algunos van a mudarse. Al referirse a precios, dice que son «variados». «En promedio una chacra de cinco hectáreas va de US$ 200.000 a US$ 500.000, según la distancia al mar. En el público hay muchos uruguayos del Interior, argentinos, pero también consultan asiáticos, italianos y europeos», explicó.

Uno de esos proyectos es El Bosque, en el kilómetro 11 y tiene detrás al empresario argentino responsable de grupo DADA, Máximo Baccanelli. «Vengo a Punta del Este desde 1965 y esta zona siempre me pareció espectacular. Nos instalamos hace 10 años, adquirimos tierras y un desarrollo de hace 40 años en un predio de 40 hectáreas con varias especies de árboles». Su proyecto tiene en total 160 hectáreas y la primera abarcará 20, divididas en parcelas de una hectárea. El emprendimiento será amigable con el ambiente y, además de WiFi, agua, electricidad y seguridad, tendrá «un almacén de pueblo». «Vamos a introducir productores de la zona para que vendan en el barrio», dijo. Aún el proyecto está en proceso de aprobación.

Otro emprendimiento es La Ventada, con cinco chacras de 5 hectáreas cada una. Es impulsado por María Teresa Arida, propietaria de La Linda Panadería y Café. Arida hace 32 años que tiene un campo de 100 hectáreas sobre Ruta 104 y ahora dispondrá de parte del mismo para el proyecto. «Durante la pandemia, trabajé mucho con Margarita Palatnik en un proyecto de permacultura (N. de R.: diseño y mantenimiento consciente de sistemas productivos agrícolas que imitan la diversidad, la estabilidad y la resiliencia de los ecosistemas naturales) en nuestro campo con modalidad de plantación, preservación del paisaje».

Los precios fluctuarán entre US$ 300.000 y US$ 350.000 con la casa incluida. De todas formas, Arida tiene en pausa su proyecto a raíz de la resolución de UTE de pasar por sus tierras cables de alta tensión, con la correspondiente colocación de torres. «Estamos en conversación con UTE hace un año, si no hay solución, no sale».

El último es Narbona, de Eduardo «Pacha» Cantón, propietario de la empresa con presencia de restaurante, viñedo y granja enCarmelo (Colonia)y Punta del Este. El empresario hace 27 años que tiene tierras en esa zona y por primera vez lanza un proyecto inmobiliario en el kilómetro 5 de Ruta 104. «Presenté el proyecto en la municipalidad. El predio consta de 115 hectáreas con fracciones de 5 hectáreas (US$ 15 el m2), 7 hectáreas (US$ 17 el m2) y de 8 hectáreas (US$ 20 el m2)», detalló. Cantón también adquirió unas hectáreas más y espera invertir unos US$ 2 millones en la puesta a punto del proyecto que comenzará a construirse en enero de 2022.

Además, la iniciativa tiene un costado productivo orgánico. Por ello, el desarrollador delineará en cada espacio y según las características del mismo, qué tipo de producción es el más adecuado para llevar adelante, que será gestionada por una cooperativa instalada en el predio, sobre Ruta 104. «Sobre la ruta dispondremos de ocho fábricas en modalidad de cooperativa y un almacén. Ahí se generarán todos los productos artesanales con lo que extraiga de las chacras, desde pan, mermeladas, sidras, cervezas, dulce de leche, entre muchos otros. Todo saldrá con la marca Narbona», adelantó.

Entre las granjas y pequeñas fábricas, Cantón estima que trabajarán entre 30 y 50 personas de la zona. La cooperativa, además de producir y administrar las chacras, cosechará y retirará los productos y pagará a los propietarios de cada una por los elementos que surjan de allí.

«Ruta 104 tiene una expansión importante y queremos hacer un proyecto distinto, que caracterice lo que la marca representa, dignifique a Punta del Este y realce el campo uruguayo cercano a la playa. Luego de la pandemia hay un auge por salir de los apartamentos para vivir en la naturaleza», remarcó el empresario. Aseguró que las ventas «van bien» y ya tiene reservas desde Chile, Perú, Brasil y «por supuesto, argentinos y uruguayos».

Cultura y arte, los pilares de la zona

La zona no solo atrae a inversiones inmobiliarias sino que uno de los ejes sobre los que giran los proyectos es la cultura y el arte. El más emblemático y precursor es la Fundación Atchugarry, donde se construye el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry. «El crecimiento de la fundación la transformó en un polo artístico», aseguró Leonardo Noguez, integrante de la fundación, quien adelantó que el museo se inaugurá el 8 de enero tras una inversión de «varios millones de dólares».
Frente a la fundación se instalará la Galería Sur sobre un predio de siete hectáreas. Martín Castillo, su director, explicó que la idea estaba hace unos tres años pero recién hace un año y medio se presentó la oportunidad de comprar la tierra. El disparador fue la pandemia, tras lo cual en todo el mundo las galerías se fueron a las afueras de la ciudades, como chacras. El plan es abrir en el verano de 2022, «dependerá de cómo se desarrolle», dijo.