Chau planificación a largo plazo, hola microplanificación

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Rawpixel Ltd/Getty Images/iStockphoto

Análisis

Seis claves para adaptarse en tiempos de incertidumbre.

Si hay algo de belleza que proviene de esta pandemia, es que estamos reorganizando nuestras prioridades para honrar lo que realmente nos importa.

Tener un plan es una de las mejores estrategias que existen para reducir la ansiedad. Como humanos, anhelamos sentir que tenemos el control y que tenemos certeza. El hecho de que ya no tengamos la ilusión -ni el convencimiento- de saber lo que nos depara nuestro futuro a largo plazo no significa que no podamos seguir beneficiándonos de los resultados de la planificación.

La adaptabilidad es el ingrediente clave para lograrlo. Se trata de construir puntos de control planificados para corregir el rumbo a medida que surge nueva información y cambian las circunstancias. Se llama microplanificación y se divide en prácticas de control anual, trimestral, mensuales, semanales y diarias para planificar y ajustar según sea necesario. Los seis elementos que la componen son:

1. Propósito

Identificar un propósito convincente. Las nuevas direcciones pueden parecer arriesgadas, pero cuando miramos hacia atrás en la historia de nuestra carrera, a menudo encontramos un hilo que conecta lo que todos nuestros diferentes roles (y trabajos) han tenido en común. Si no se tiene claro cuál es el propósito personal, podemos hacer un ejercicio rápido: anotar las experiencias profesionales más satisfactorias que hayamos tenido hasta la fecha y observar los puntos que tienen en común. Esos son los ingredientes del propósito.

2. Año

Realizar un plan para el año que se alinee con el propósito, basado en la mejor información que tengamos disponible. Reflexionemos sobre el año anterior, lo que funcionó y lo que no, y tengamos en cuenta las lecciones aprendidas. Identifiquemos de una a tres áreas de crecimiento en las que deseamos enfocarnos. El plan de un año podría incluir una búsqueda de trabajo, buscar oportunidades de crecimiento en la carrera profesional, cumplir y superar los indicadores de rendimiento (KPI) que se plantean en la empresa, sentar las bases para comenzar un emprendimiento o cualquier otra cosa que tenga sentido para el momento actual en el que nos encontramos.

3. Trimestres

Al iniciar cada trimestre, reevaluemos en qué y cómo estamos trabajando, haciéndonos preguntas poderosas de reflexión y planificación como: ¿Qué temas surgieron este último trimestre? ¿Qué funcionó y qué no? ¿Qué aprendimos? ¿Cómo podemos aplicar lo aprendido en el próximo trimestre? ¿Qué debe cambiar en nuestro plan en función de la nueva información y circunstancias?
Con base en las respuestas a estas preguntas, establezcamos metas para el próximo trimestre, teniendo cuidado de elegir no más de cuatro por trimestre (cuantas menos, mejor).

4. Meses

Cada mes, tomemos las metas para el trimestre y evaluemos nuestra posición con respecto a ellas. Para cualquier objetivo activo, dividámoslo en proyectos específicos y luego cada proyecto en fases.

5. Semanas

Al inicio de cada semana, hagamos una lista semanal de tareas pendientes, en lugar de una lista diaria que tenga una milla de largo y nos deje sintiéndonos derrotados cuando se termina el día. Este plan semanal nos permite tener una visión más amplia de lo que se avecina y nos brinda más flexibilidad para planificar que una lista promedio de tareas pendientes.

6. Días

Finalmente, controlemos nuestra energía a diario. Observemos en qué trabajamos, cómo salió (qué salió bien, qué no y qué aprendimos). Esta práctica de cinco minutos nos permite ajustar gradualmente la forma en que se presenta el trabajo para que podamos abordar la planificación de manera más consciente. Realizar microajustes nos brinda una gran sensación de control, que se ha demostrado que aumenta la productividad de las personas.

El modo de planificación ha cambiado. Al dividir nuestros procesos de planificación en partes más pequeñas, comenzamos a adaptarnos de manera más natural. Trazar un plan a cinco años es una utopía, pero nuestro deseo de impactar mejor con nuestro trabajo y vivir alineados a las metas que nos propusimos es lo más real que podemos construir.

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