Kellen Browning
The New York Times
La camioneta blanca se alejó de la acera en el Aeropuerto Internacional de Dallas/Fort Worth, con destino al centro de Dallas. Hubo un problema.
El conductor del vehículo, Bob Arndt, trabajaba para Alto, una startup de transporte compartido, y confiaba en las instrucciones de la aplicación. Pero de algún modo el aeropuerto se había fijado como lugar de recogida y destino, lo que lo impulsó a comenzar a conducir de regreso al lugar donde había iniciado el viaje, antes de que tanto el chofer como el pasajero advirtieran el error.
Para un conductor de Uber, habría sido un gran revés, alterando el monto que pagaría el viaje. Pero Arndt solo se encogió de hombros y comenzó a conducir hacia el centro. Sus ganancias esa noche no dependieron de hacia dónde se dirigía.
Ese es el principal atractivo de Alto, startup con sede en Dallas fundada en 2018 y que se promociona como una versión más segura y premium de Uber o Lyft, con conductores minuciosamente examinados, empleados por la empresa y pagados por horas.
Es un alejamiento drástico del modelo de negocios de las compañías de transporte dominantes, para las cuales los conductores son contratistas independientes que fijan sus horarios, conducen sus propios autos y son responsables de sus gastos, sin un salario mínimo ni beneficios sociales.
Con este sistema cada vez más criticado por activistas laborales, Alto cree que su enfoque podría tener un atractivo creciente.
«Somos una cultura de conductores: nunca diríamos cosas como las que han hecho nuestros competidores, como que los conductores no son esenciales para nuestro negocio», dijo Will Coleman, cofundador y CEO de Alto.
Con 2.000 conductores, menos de 2 millones de viajes y US$ 120 millones en financiación, la empresa es mucho más pequeña que Uber o Lyft. Pero los ejecutivos creen que la startup, cuyos ingresos en 2023 aumentaron un 30% respecto al año pasado, puede hacerse un hueco en el negocio de viajes compartidos de alta gama, compitiendo con las líneas premium de Lyft y Uber.
El crecimiento de Alto, junto con otros negocios incipientes como los autos Tesla conducidos por empleados de Revel en Nueva York, podría demostrar que existen alternativas viables al modelo de conductor autónomo.
«Si Alto tiene éxito, habrá presión sobre Uber y Lyft para que cambien a un modelo de empleo, porque habrá demostrado el concepto», aventuró Seth Harris, profesor de derecho y políticas en la Universidad Northeastern.
Recalculando
Aún es demasiado pronto para decir si Alto podrá desafiar el modelo dominante. Es un servicio caro y ha tenido problemas.
En julio, Alto se retiró de la Bahía de San Francisco, solo un año después de comenzar a funcionar allí, una decisión que Coleman atribuyó a que la ciudad no había regresado a los niveles de desplazamientos prepandémicos. La startup despidió a varias docenas de empleados en agosto y retrasó su expansión a nuevas ciudades para centrarse en sus mercados actuales: Dallas, Houston, Los Ángeles, Miami y Washington.
También es tema de debate si el enfoque de Alto es realmente un mejor acuerdo para los conductores. En Dallas, donde el salario mínimo es de US$ 7,25 por hora pero muchos empleos de nivel inicial pagan el doble, los conductores de Alto promedian entre US$ 15 y US$ 20 por hora. Muchos trabajadores de la startup habían dicho que sus ganancias eran decentes, pero no excepcionales. Como resultado, varios de ellos abandonaron la empresa.
La idea de Alto surgió de la experiencia de Coleman como socio de la consultora McKinsey, donde asesoraba a empresas de transporte. El CEO dijo que notó que el modelo de Uber y Lyft generaba experiencias inconsistentes para los pasajeros, empeoraba el tráfico y bajaba los salarios de los conductores. Pensó en crear un servicio más predecible que atrajera especialmente a viajeros de negocios, familias y mujeres que podrían sentirse inseguras en el auto de un extraño.
Con su elegante marca dorada y Buick Enclaves, Alto intenta transmitir una experiencia de alta calidad. Sus conductores, vestidos con uniformes a juego, actúan como choferes, abren las puertas de los coches y ofrecen agua a los pasajeros.
La contrapartida del servicio premium es el precio. El viaje de 32 minutos y 33 kilómetros desde el aeropuerto hasta el centro de Dallas sale US$ 81; en Uber costaría cerca de la mitad. Los clientes de Alto pueden comprar una suscripción de US$ 13 por mes para ahorrar un 30% en cada viaje.