INNOVACIÓN
Andreína Machado y Diego Dubarry son los cofundadores de Vitanna, una marca de productos con grandes propiedades antioxidantes que ya se comercializa en unos 30 puntos de venta
Un superalimento es un producto que se destaca por su alto potencial nutritivo, gran concentración de antioxidantes, grasas saludables o vitaminas que ha crecido en los últimos años. Tras ese mercado van los uruguayos Andreína Machado y Diego Dubarry, cofundadores de Vitanna, la marca de harina de vino nacida en Piriápolis que integra este grupo de superalimentos por su alto poder antioxidante.
La idea surgió hace tres años, en pleno verano, cuando ambos caminaban por una de las playas de La Paloma. «Conocimos a una mujer de Argentina y hablando con ella nos dijo que tenía 80 años, pero su aspecto era de no más de 60 y nos sorprendió. Hablamos con ella y nos contó que todos los días tomaba dos cucharadas de harina de vino. Ahí nos preguntamos qué era. Buscamos y nos encontramos que es un producto que se obtiene de la cáscara y la semilla de la uvas tintas que se sacan del vino. Se secan, se muelen y se obtiene esa harina. Al estudiar más, encontramos que la uva que tiene mayores propiedades es la de Tannat, entonces pensamos que esto era un producto que se debía hacer en Uruguay», relató Dubarry.
Les tomó tres vendimias investigar cómo llegar al mejor producto y en agosto de este año finalmente lanzaron Vitanna, la primera harina de vino del país. A un mes de su lanzamiento, Vitanna ya se comercializa en unos 30 puntos de venta, principalmente en tiendas de alimentos saludables en Piriápolis y Maldonado, y hace 15 días también en Canelones. Se ofrece en dos presentaciones: bollones de vidrio de 100 gramos (entre $ 300 y $ 350) y 350 gramos (entre $ 900 y $ 1.000).
Para su financiamiento, obtuvieron capital de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE). Primero US$ 5.000 para validar la idea y luego US$ 40.000 para el prototipo y puesta en marcha del negocio, que están utilizando en este momento. También tuvieron apoyo del departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Católica y de Biovalor, porque el proyecto «se enmarca dentro de la economía circular».
«Utilizamos el orujo y las semillas, lo que para las bogadas es basura. Hoy lo obtenemos de Bodegas Fallabrino en Atlántida. Cuando ellos lo sacan de la cuba y lo prensan, vamos a buscarlo», explicó el cofundador. También pesó en la elección de esta bodega su manejo sustentable de la vid sin fungicidas, lo que resulta en una uva libre de productos químicos. Y lo generan mediante deshidratación y no secado, porque de esta forma «se mantiene la calidad de los polifenoles».
Se consume solo o en masas de pastas
La harina de vino puede consumirse sola con algún yogur o agregada en otros productos farináceos para preparaciones. La cantidad recomendada diaria es de dos cucharadas de té (unos seis gramos), dijo Diego Dubarry, cocreador de la marca Vitanna. «El frasco de 100 gramos da para unos 20 días. Lo mejor es integrarlo a un yogur o jugo, aunque tiene un uso gourmet integrado a un farináceo brinda color. Por ejemplo, ya lo usaron en una fábrica de pastas», explicó.
La primera tanda recolectada fue de 3.200 kilos que logran un rendimiento de 1.500 kilos de harina de vino, la cantidad que producirán este año, aunque los planes «ir a más».
«Nuestro lema es ‘Vitanna, alimentación consciente’. A los deportistas les vendría muy bien, porque como antioxidante capta los radicales libres y las transforma en sustancia beneficiosa, ayuda a la respiración celular, tiene beneficios ante enfermedades cardiovasculares, colesterol, problemas de piel... En todas estas dificultades tiene un probado aporte a la salud», dijo Dubarry.