Sebastián Dieste nació en Montevideo hace 50 años, pero pasó su infancia y adolescencia en Artigas, de donde es originaria su familia (es sobrino nieto del célebre Eladio Dieste, también ingeniero). Estudió en la Facultad de Ingeniería, y tras recibirse ingresó a CYD Ingenieros. Allí conoció a Martín Reina, su socio en RDA Ingeniería. Viajó a Madrid para especializarse en la Universidad Politécnica de Madrid y trabajó en la firma Fhecor, hoy un aliado para los trabajos de RDA en el exterior.
En 2013, de vuelta en Uruguay, fundó con Reina RDA con la mirada puesta en el exterior, donde veían -y ven- la posibilidad de realizar proyectos de gran magnitud y desafiantes, en condiciones que los sacan de su zona de confort.
¿Qué los llevó a querer crear su propia empresa de ingeniería? ¿Qué oportunidades veían en el mercado?
Veíamos la oportunidad de hacer algunas cosas diferentes a lo que es habitual en Uruguay: queríamos crear una consultora mirando hacia el exterior. Nos propusimos armar un equipo que fuese creciendo y abarcando nuevos espacios, nuevos desafíos. Hay una frase que dice: «La vida se entiende para atrás, pero se vive para adelante». Emprender tiene un montón de incertidumbres, pero siempre tuvimos claro que queríamos hacer buena ingeniería, desarrollar una consultora propia, y apoyarnos en un equipo fuerte para crecer hacia afuera.
Enfocarse en el exterior es más usual en otras industrias, como la del software. ¿Por qué decidieron hacerlo?
Para hacer grandes proyectos tenés que tener un equipo fuerte, hay tamaños mínimos y Uruguay es un mercado pequeño. Los ciclos normales que tiene la construcción, tanto pública como privada, hacen que tengas momentos de baja actividad. Entonces, en esas situaciones es difícil mantener ese equipo potente. Como cuestión estratégica siempre vimos necesario ir a otros mercados que nos permitieran desarrollarnos como empresa, crecer en volumen de negocio, en oportunidades y tener también una estabilidad que viene de la mano de estar expuestos a distintos mercados y no concentrados solamente en el uruguayo o regional. Por otro lado, y no menos importante, en esa vocación de hacer buena ingeniería y proyectos desafiantes, al trabajar hacia el exterior nos exponemos a proyectos que, por su magnitud o por su dificultad, no son habituales a nivel local -por ejemplo en Uruguay no tenemos sismos y tuvimos que formar al equipo en esas otras habilidades-. El exponernos a otras dificultades nos saca de nuestra zona de confort y nos obliga a aprender. Eso lo hemos hecho a lo largo de estos 10 años, habiendo trabajado en más de 20 países, en proyectos con distintas normativas, distintos idiomas, distintas metodologías constructivas, con gente de distintas culturas. Todo eso hace que el equipo se vaya haciendo cada vez más flexible, más resiliente y más preparado para un futuro que está lleno de oportunidades, pero que hay que poder aprovecharlas.
Emprender tiene un montón de incertidumbres, pero siempre tuvimos claro que queríamos hacer buena ingeniería, desarrollar una consultora propia, y apoyarnos en un equipo fuerte para crecer hacia afuera
¿Hay algún proyecto que marcara un antes y un después en la historia de la empresa?
Nuestra trayectoria va como por escalones: determinados proyectos te hacen dar un salto, te posicionan en un nuevo nivel. En esa escalera de crecimiento hemos tenido ciertos hitos. Por ejemplo, nos tocó participar en un proyecto de unas estructuras metálicas en el aeropuerto de Barcelona. Era una iniciativa desarrollada en colaboración con Fhecor, una empresa española, desarrollada íntegramente en BIM (NdR: Building Information Modeling, una metodología de trabajo). Era una estructura muy compleja desde el punto de vista geométrico y con una necesidad importante de coordinación con otras especialidades. Eso nos posicionó en el trabajo para España, con el uso de BIM como herramienta de entrada. Aquí, el proyecto del World Trade Center Free Zone 2, fue muy relevante porque nos permitió ingresar de una forma acelerada en el mundo de la edificación en Uruguay y sirvió de base para futuros proyectos con esas tipologías. Trabajamos en muchas torres en altura, tanto en Uruguay como en Paraguay, que nos abrieron las puertas en EE.UU.
¿Cómo fue el proceso de conseguir esos primeros clientes?
En 2015, con ayuda de Uruguay XXI, desarrollamos una estrategia de internacionalización donde definimos tres mercados objetivos: España, Paraguay y EE.UU. Empezamos por España, donde yo había vivido y trabajado, Martín (NdR: Reina, su socio) también había trabajado para España desde acá, entonces teníamos contactos y la confianza generada que se necesita para este tipo de trabajo. Después siguió Paraguay, un mercado que desarrollamos de la nada, no conocíamos a nadie, no conocíamos el país. Hoy podemos decir que somos una empresa consolidada allí y estamos participando en los proyectos más emblemáticos que se están construyendo ahora mismo, como por ejemplo Torre Carmelitas o el Puente Monday. De las 10 torres más altas de Paraguay, nosotros hicimos cinco. Fue fundamental el apoyo del embajador de Uruguay, Federico Perazza, y de Uruguay XXI que facilitaron el contacto con empresas locales. El tercer mercado que elegimos fue EE.UU., que para nuestra escala es infinito, pero muy competitivo. No solamente apuntan a él empresas locales, sino de todo el mundo, es una competencia de grandes ligas. Hicimos un estudio de mercado en 2017, analizamos todos los estados con distintas variables y terminamos eligiendo dos para trabajar, Texas y Florida.
«EE.UU. podría ser el 50% de nuestra facturación en 2024»
¿Qué potencial tiene el mercado de EE.UU.?
Si Texas fuese un país sería la octava economía del mundo. Hay un área que tiene un desarrollo muy importante a nivel tecnológico-industrial con empresas como Tesla, Google y Samsung. Ese crecimiento demanda infraestructura. Por otro lado tenemos Florida, que tiene un crecimiento muy relevante porque es una zona de segunda vivienda o de turismo. Empezamos con pequeños trabajos que nos permitieron conocer el mercado, aprender cómo se manejaban, cuáles eran los usos y costumbres a nivel constructivo. En 2022 Federico Morales, que es ingeniero, se fue a vivir a Florida y se sumó al equipo como business developer y nos permitió tener la presencia física para los procesos de venta, que sabemos que en nuestro mercado es fundamental. Eso de alguna forma aceleró este proceso en el que veníamos. Hoy EE.UU. es el 25% de la facturación, pero si me preguntás a dónde vamos a seguir creciendo, no hay duda que es allí. Si para el año que viene llega al 50% no nos sorprendería, es como una especie de bola de nieve que empieza a crecer porque apuntamos a relaciones de largo plazo.
¿Cuál es su diferencial?
De nuestro lado aportamos no solo el conocimiento técnico, sino también una capacidad de organización sistemática, de cumplimiento de plazos. Es decir, buscamos ser muy profesionales con nuestra metodología. Todo eso da certezas en una industria donde la gestión de riesgos es muy importante. Para Paraguay somos más caros, entonces teníamos que posicionarnos por calidad, profesionalismo y experiencia, y no había empresa como la nuestra ahí. De todas formas, no fue de la noche a la mañana.
Competir por valor en lugar de por precio es más difícil...
Normalmente el componente de estructura es el rubro de mayor peso en el costo global. Pero no solo eso: los grandes problemas, si surgen, están en la estructura. Tener una estructura segura, pero a la misma vez eficiente y optimizada, no es algo sencillo y nosotros apostamos a eso, a dar todas las garantías de seguridad, de cumplimiento de normativas y de optimización desde el punto de vista económico, incluso desde lo medioambiental. Al conocer, por ejemplo, cómo se trabaja en Europa sabemos cuáles son las debilidades y en qué cosas somos fuertes para la región. Por ejemplo, el metro cúbico de hormigón en España es muy barato, mientras que en Uruguay y Paraguay es costoso, entonces las soluciones europeas aplicadas acá no son económicas. Siempre pensamos cuál es el negocio del cliente, qué es lo que está buscando, y en función a eso hacemos «un traje a medida». En Uruguay terminás siendo generalista, sabés de todo un poco, quizás si estuviéramos en EE.UU., nos dedicábamos a hacer solo edificios de más de 200 pisos de altura. Tenemos una mirada bastante amplia del panorama: hacemos puentes, edificios, líneas de alta tensión, puertos, plantas de tratamiento de aguas. Eso tiene una ventaja porque hay una serie de conocimientos que podemos transversalizar entre los distintos sectores y eso nos enriquece en las distintas áreas.
Tienen un spin-off de RDA, CMS. ¿En qué consiste?
Surge de la experiencia que tuvimos en rehabilitaciones, por ejemplo en los puentes del Ferrocarril Central y de los muelles del Frigorífico Nacional. Inspeccionamos más de 300 puentes y notamos que la incorporación de tecnologías podía ayudarnos a tener más datos de las estructuras a rehabilitar. Y también cómo iba a ser el desempeño futuro. Por otro lado, por trabajar en zonas sísmicas sabíamos que era algo caro de implementar. Creímos que había una oportunidad de hacer un desarrollo que sea de interés para el país y que tenga potencial de ir al exterior. Siempre mirábamos un poco Uruguay como un laboratorio. Hicimos un spin-off de RDA y nos asociamos con una empresa especialista en Internet de las cosas (IoT), Dativa, y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) cofinanció un proyecto de desarrollo de un sistema de monitoreo de salud estructural de bajo costo. Se desarrollaron acelerómetros, distanciómetros, inclinómetros y una serie de sensores que se colocan en la estructura y se pueden usar durante las tres etapas de la construcción (previa, durante y post). Si se usan de forma permanente, para mantenimiento preventivo, ante anomalías tenés una serie de alertas que te permiten actuar en forma temprana antes de que, en el peor de los casos, haya una catástrofe. En Uruguay el mantenimiento no está tan inculcado en la cultura y actuamos cuando hay un problema, pero vemos una oportunidad importante.
En Uruguay los ingenieros escasean. ¿Eso fue lo que los impulsó a abrir en otros países?
También estamos desarrollando un plan para abrir en Colombia en abril de 2024. El objetivo primario es trabajar desde allí para el exterior, para Uruguay, EE.UU. y otros mercados. Ese también es el esquema con el que trabajamos desde Argentina. En Colombia hay buena ingeniería, buen manejo del inglés y nos han pasado competidores en EE.UU. que son de Colombia, entonces eso nos sirve para igualar algunas condiciones. Además, tenemos una limitante: no hay tantos ingenieros estructurales senior, y lleva mucho formarlos -a pesar de que lo hacemos-. A veces el crecimiento demanda otra cantidad de profesionales. Contamos con un capital humano muy interesante en Uruguay, ingenieros bien formados y con capacidad de aprender, pero no en la cantidad y con la experiencia que necesitamos.