«Mi origen no está en el palo del libro, sino en el de los números», asegura Alejandro Lagazeta, cofundador y director de Escaramuza, librería y café, y Criatura Editora.
Tiene 44 años, cursó la Facultad de Ciencias Económicas y una maestría en administración de empresas en Universidad ORT.
Su primera experiencia laboral fue a los 9 años, luego vendió huevos y aceite en ferias. Su contacto con los libros llegó por su madre, que militaba en el sindicato de la empresa en la que trabajaba. Era literatura politizada y por ello, cuando comenzó con venta de libros en Tristán Narvaja fue con textos políticos. Trabajó en una multinacional hasta 2015. En 2011 fundó la editorial Criatura y en 2016 Escaramuza, donde el 70% de las ventas de libros es online, y buscar ofrecer «un menú accesible».
Fundó una editorial y una librería referente en Montevideo, pero no siempre estuvo ligado a los libros, ¿cómo fueron sus inicios?
En 2002, después de la crisis, no sabía si iba a mantener el laburo en la empresa multinacional en la que estaba. Cuando tenía dudas, en general iba a recorrer Tristán Narvaja. Ahí prestaba mucha atención a las casas de restauración de muebles y a los libreros de la vieja escuela. Recuerdo que tenía US$ 70 y fui a un remate para comprar libros, específicamente de política nacional. Compré 49 textos. Agarré una mesa de cármica y los puse a la venta en la feria. Al año de arrancar con eso me vinculé a distribuidores, y mi puesto era como una librería pero al aire libre, en Paysandú y Tristán Narvaja. En la mejor época cada domingo llegábamos a armar y desarmar unos 4.000 libros. Ese proyecto lo seguí hasta el Covid, después de haber abierto un montón de emprendimientos.
¿Cómo pasó a tener su primera librería?
Un amigo que trabajaba conmigo me avisó que la librería La Lupa estaba a la venta. Yo tenía algo de plata ahorrada y siempre pensaba si poner una librería o comprarme un auto. Desde sus dueños anteriores, La Lupa tenía la impronta de ser una librería de amigos, de autores y músicos, era un lugar donde pasaban cosas. Por mi lado, tenía, y tengo, una idea romántica de lo que es una librería en la ciudad, porque siempre me gustó pensarla como un lugar de encuentro, un espacio donde parar y redefinir el mundo. Mientras tanto, seguí trabajando en la multinacional hasta 2015, cuando se inició la obra de Escaramuza.
Entre una y otra fundó la editorial...
En una época iba casi todos los fines de semana a Argentina, conocía las librerías y editoriales de allá. Inspirado por lo que veía ahí, en 2011 fundamos la editorial. Quería que fuera con cierta calidad y para bancarla, necesitaba hacer mayores tirajes, más de lo que puede recibir el mercado uruguayo. Entonces vendía en Argentina. Pasábamos los libros nosotros y con amigos por barco, en tandas de 100 o 200.
¿Les servía mover cantidades tan chicas?
Como hacíamos muchos viajes, colocábamos muchos. Y en el momento de cobrar, no sacamos plata de Argentina, sino que resolvimos imprimir allá. Fue divertido. Sobre todo porque me gusta mucho la gestión y pensar los equipos con los que trabajo.
¿Qué le dejó el trabajo en la multinacional?
Tuve que viajar mucho como controler y atender mucho a la administración y a las finanzas. Eso me hizo aprender sobre auditorías. Los números son una zona de confort para mí. Pero sabía que no iba a vivir toda la vida en eso, que me iba a mezclar en estos negocios raros, donde creo que está la magia. Una librería es, en una ciudad, un lugar de cultura en el sentido más amplio. Lo entiendo no solo por actividades culturales como un taller o una charla, sino como el lugar de encuentro de dos personas con un café de por medio.
¿En qué forma lo fue cambiando esa ruta, desde la multinacional hasta este presente con emprendimientos culturales y comerciales?
A mí me interesa el libro. Eso me lleva a la gastronomía. Y eso me lleva a la cultura. Y creo que voy construyendo con ese camino. La editorial es una parte necesaria y fundamental de la producción de libros, y por eso lo pensaba desde la librería. Antes, cuando solo tenía el puesto de la feria, pensaba en una librería. Siempre estuvimos abiertos a que sucedieran cosas en torno al libro, por eso aprovechamos la oportunidad de abrir una librería grande como Escaramuza. Como me interesa el libro, me importan los planes de lectura para las nuevas generaciones. Me interesa la ciudad con libros, entendida en un marco de cultura nacional, de políticas de promoción de la lectura.
¿Cómo el negocio editorial tiene influencia sobre la vida cotidiana?
Acá siempre hubo muy buenas editoriales. Creo que en determinado momento colaboraron en pensar el rumbo que se iba a seguir, a nivel político y cultural. En la apertura democrática, por ejemplo, el libro fue muy importante. Hay que entender que esto va más allá de un libro, se trata de la comunidad que está alrededor de los libros. Fijate que hacia 2016, cuando llegó la cuarta ola del feminismo, ya la podías ver desde antes en la producción de libros. Cristina Fernández de Kirchner usó su autobiografía como una herramienta política para el inicio de una movida que llevó a una campaña electoral. Además, un libro puede tocar todas las aristas de una sociedad. Y como soy del mundo de los números, veo que el libro es un producto que se percibe como algo comunitario, no como el producto de un negocio.
¿Pensaba así en aquellos primeros años en La Lupa?
Era una librería chiquita en la que discutíamos sobre qué exhibir. Mostrábamos editoriales independientes que apenas llegaban al país, hacíamos estanterías de libros sobre género y diversidad, tratábamos de vincularnos con el barrio, elegíamos participar de ciertas ferias con perfiles como Ideas+. La realidad también es que, a la vez, trabajaba en la multinacional y ese sueldo me permitía darme el gusto de visibilizar algunos libros menos comerciales o de fomentar el encuentro con la gente. La librería es exitosa, pero parece que no mostrara los libros más obviamente comerciales. Escaramuza tiene todos los libros. El punto es que visibiliza y apuesta por algunos. Mi teoría es que si exhibís y defendés ciertos libros, el público uruguayo está muy preparado para aceptar el desafío de leer algo nuevo. No estoy en contra de lo masivo, estoy a favor de construir otro vínculo, porque lo que construimos es un lugar de reunión.
¿Entiende que esto se refleja en las decisiones que tomás para tus empresas?
En Escaramuza tenemos una estrategia de menú, desde el primer día, que te permite comer por $ 300. Y te servimos el agua saborizada, el pan y te damos los cubiertos, sin cobrarte nada por eso. Es obvio que las clases más bajas tienen otras necesidades y capaz que no son las que vienen. Es verdad que la clase media y media alta es la que más viene, pero entiendo que también podría ir a otros lugares. Escaramuza transversaliza mis intereses personales. Cuando tenía 18 o 19 años, juntaba hasta el último peso para tomar una cerveza y estaba muy limitado. Acá trato de habilitar cosas como para que ese pibe que viene, que podría haber sido yo, tenga menos barreras. Eso es un ejemplo puntual, pero atraviesa todo lo que hago. Me importa la plata, por supuesto. Pero si hacés lugares que son solamente para clase media alta o para los ricos, van a venir los mismos de siempre y el público se aburre. En cuanto a los libros, en Escaramuza manejamos 2.000 sellos editoriales y contamos con unos 40.000 títulos.
¿Y en la editorial?
Es distinto, porque trabajás con márgenes muy chicos. Tenés que afinar los números y entender que vas a ganar menos. Pero vas a construir algo mejor para la ciudad y eso tiene que ver con el valor de marca. Nuestra búsqueda en Criatura es desde la calidad, que todo vaya acorde con las calidades internacionales de los libros. Ahí aparecen algunos fracasos, porque la pensé para afuera. De todas maneras en Argentina, Chile y España empieza a sonar de a poquito. Criatura aporta a la literatura uruguaya de ficción, en ese nicho. Entre ambas empresas empleamos 70 personas.
Escaramuza distribuye y también es un punto muy fuerte de ventas. Y además tiene la editorial. ¿Eso le permite tomar decisiones editoriales con otra confianza?
Tenemos mucha información al tener esos negocios que son separados. Te da más confianza para las decisiones de la editorial y le da más confianza a las librerías cuando te toman los libros. La editora es Julia Ortíz y ella decide. Pero contamos con más información que te debería permitir tomar mejores decisiones. El tema es que Criatura es algo atípica, es una editorial de nicho y eso es fruto de una decisión. Como llevamos doce años, se empieza a ver para donde vamos. Hoy por hoy sabemos qué librería defiende mejor nuestros libros, cuáles son nuestras carencias también. Y, además, sabemos que, en términos de aceptación, estamos mejor en Argentina porque allá hay muchas editoriales independientes que allanan el camino.
¿Se imagina que el mundo del libro seguirá teniendo el mismo peso?
Invito a todo el mundo que se dedique al libro, desde la lectura, desde las inversiones, de hacerse librero o librera. Creo que el mundo del libro se cuida solo. Yo estoy de acuerdo con que este mundo cae, ya no es más como era hace veinte años. Creo que hay elementos nuevos y habrá otros en el futuro. Pero para crear creo que es necesario salirse de la tecnología, para pensar, para saber quién sos, cómo construís y cómo trabajás en equipo. Para esos momentos agarro un libro. Hoy, para quien crea cosas, le será más productivo juntarse con dos o tres libros. Eso te da un espacio de creación que es superior al resto, porque te permite ir construyendo pensamiento.
¿Qué porcentaje de la venta en Escaramuza es online?
Actualmente, el 70% de nuestra venta total es online. En otros países, en general es 25% de lo que vende una librería en promedio.
¿Era distinto pre pandemia?
La pandemia nos mostró todos los errores que cometíamos. Y uno de ellos era la atención al cliente. Lo que hicimos fue llevar el sector de atención al cliente al local de la distribuidora, que es muy grande, y lo pusimos operativo todos los días de la semana, de 9 a 21 horas. Y eso provocó el crecimiento.
¿Qué tendencias percibís entre los compradores?
El cliente que entra a la web se comporta distinto al que entra a la librería a recorrer los estantes. La librería es la misma pero son dos experiencias distintas. Por otro lado, Escaramuza tiene un énfasis muy fuerte en literatura en general, en escritores nuevos, todo eso es muy propio. En el e-commerce adoptás las tendencias del mundo. La tendencia que hay desde la pandemia es que el 60% de las ventas es autoayuda. Lo mismo le pasa a otros colegas libreros. Ya va a cambiar eso. Creo que hay que visibilizar lo nacion