De la paciencia y la incertidumbre a resiliencia ante tropiezos: las lecciones que el surf deja para los negocios

Ocho empresarios y emprendedores uruguayos amantes de la tabla y las olas explican el impacto de ese deporte en su actividad profesional

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Persona haciendo surf.

La conexión con la naturaleza es la puerta de entrada a un deporte desafiante y completo -a nivel físico y mental- como el surf. Sin embargo, en el caso de los empresarios y emprendedores, las ventajas de practicar esta disciplina van más allá de su impacto en el cuerpo y la mente. El surf ayuda a forjar el carácter necesario para dirigir o emprender un negocio. Perseverancia, paciencia, timing, resiliencia y adaptabilidad son lecciones que se aprenden en las olas y se aplican en la empresa.

Así lo afirman ocho líderes de negocios apasionados por el surf, que tienen empresas en rubros diversos como la construcción, la gastronomía, los servicios de psicología, el retail, los inmuebles, la indumentaria y la tecnología.

Estas enseñanzas que emergen en el mar permiten a quienes lideran un negocio concentrase y potenciar sus estrategias, sortear desafíos en contextos cambiantes y reponerse a las caídas para, de esa manera, salir a flote en sus proyectos.

Federico Deal

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Su pasión por el surf nació en la adolescencia y lo ha llevado a visitar playas alrededor del mundo donde disfruta de las olas, la experiencia de viajar, hacer amigos y conocer distintas culturas, dice el dueño de la constructora de canchas Deal Sports y de los restaurantes Chivipizza y Malafama.

A los 30 años, vendió su firma de tecnología a su socio para mudarse a Maldonado con la idea de poder surfear a diario. Hoy, lo practica poco en Uruguay, ya que dedica gran parte de su tiempo a los negocios y a su familia. También, porque «uno se va acostumbrando a la calidad (de olas) que encontrás afuera», reconoció quien fuera presidente de la Unión de Surfistas del Uruguay hasta el año pasado. Su calendario incluye un viaje de surf anual de uno o dos meses a Indonesia, donde inició un negocio hotelero.

El emperndedor Federico Deal surfeando.jpeg

Para Deal, tanto en el surf como en los negocios, las personas se enfrentan a la «incertidumbre» y a diferentes retos. En ambos casos, «la mayoría de las veces terminás dándote revolcones», admitió.

Una lección para la vida, los negocios o las olas, según él, es que «hay que saber resolver sobre la marcha las situaciones» que surjan, ya que en ninguna de las tres «va a pasar lo que planeaste».

Nicolás Brupbacher

Nicolás Brupbacher

«Siempre que te tirás (al mar) es un desafío, igual que emprender», resumió el CEO de Tu Terapia al conectar el surf con su actividad profesional. Explica que, en esos dos mundos, darse «un palo» actúa como un «baño de humildad», lo que obliga a estar atento al entorno y tranquilo para afrontar el próximo desafío. En su caso, ese reto pasa por impulsar Self Club, un spin-off de Tu Terapia centrado en educación en materia de salud mental y emocional.

Hacer surf permite «’apagar’ la cabeza y reconectar con el presente», lo que favorece el trabajo en equipo y la detección de oportunidades de mejora del negocio, destacó. Agregó que saber cuándo montar una ola se asemeja al timing para lanzar un producto. Por eso, al notar que en este momento la terapia no vive un «boom», su startup se centró en mejorar su back-end y posicionamiento.

Brupbacher comenzó a practicar surf a los 16 años y, en ese entonces, solía subirse a la tabla antes de ir al liceo (en Punta del Este, donde se crió). Hoy, practica tres o cuatro veces por semana durante el verano. Muchas veces surfea con otros emprendedores, pero evita hablar de negocios en la playa. «Tratamos de desconectar», concluyó.

Maximiliano Cáceres

Maximiliano Cáceres, CEO de Wikimúsculos

En los negocios, «todo el tiempo hay distintas ‘olas’ que surfear y complicaciones», reflexionó el CEO de las tiendas de suplementos Wikimusculos. La empresa viene de un año en el que su negocio creció 45%, pero también debió lidiar con la «burocracia» estatal, lo que ha «complicado» su objetivo de «poder mantenerse a la vanguardia y tener productos nuevos e innovar».

Para Cáceres, este no es el único paralelismo que puede establecerse entre el mundo de los negocios y el surf. Tanto para liderar una empresa como para montar una ola, «tenés que prepararte, estudiar e investigar, para, en función de eso, poder actuar». Cumplir con esos pasos «te puede facilitar tener una mejor experiencia que si improvisás», analizó.

Su afición por el surf la heredó de su padre, quien practicó ese deporte toda la vida. «Recuerdo de ir a la playa de chico y que siempre me llevara a la ola. Me gustó y seguí haciendo surf hasta hoy», comentó Cáceres. Aunque su lugar preferido para surfear es Punta del Este (solo lo hace en verano), cuando tiene la oportunidad, hace escapadas a otros destinos. De hecho, ahora prepara un viaje de surf con amigos a Costa Rica.

Santiago Rubio

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Oriundo de Punta del Este, donde se crió cerca de la playa, e influenciado por su padre, quien practicaba el deporte desde joven, el director de la empresa Santiago Rubio Real Estate se involucró con el surf desde niño. Esa conexión con el mar se volvió con el tiempo en una «pasión impresionante» que lo llevó a adoptarla como un estilo de vida. Actualmente, reside junto a su familia en José Ignacio. Instalado allí, comentó: «Practico surf cada vez que hay olas, aunque eso en Uruguay es bastante relativo». Frente a ello, le gusta viajar al exterior para montar olas. Antes visitaba Brasil, pero ahora prefiere ir a Asia.

Para Rubio, el surf es un deporte «muy terapéutico» que ayuda a desconectar la cabeza de los negocios. Además, resalta su valor a la hora de generar vínculos. «Nos abre la puerta a nuevos clientes, que después pasan a ser amistades y compartís momentos de surf», explicó.

Otra lección de las olas es la paciencia, una cualidad importante en los negocios. «Uno necesita las condiciones ideales para practicar el surf, y en los negocios funciona un poco de la misma manera», remató.

Julia Proto

Julia Proto, emprendedora en tecnología.jpg

La fundadora y CEO de Manuar, una empresa de inteligencia artificial, encuentra varias similitudes entre el surf y en el acto de emprender. La primera es que «para aprender, te tenés que tirar al agua». Además, asocia «el frío en la panza» que siente cuando enfrenta una ola gigante con el que experimenta en una reunión con un inversor o un cliente. Esas sensaciones se viven en la práctica, remarcó.

Aunque son actividades «solitarias», se requiere de otras personas para sacar el máximo potencial, agregó.

También es necesario tener paciencia, tanto para esperar la ola correcta y aprender a no caerse de la tabla, como para crear un proyecto que sea «sostenible y escalable».

Julia Proto, CEO de la startup Manuar.jpg

Según Proto, esa paciencia le transmitió un exnovio suyo, campeón de surf, que le regaló su primera tabla y la introdujo a ese deporte. Ahora, ella le enseña a sus amigos. «Si te pica el ‘bichito’ del surf te volvés adicta a las olas», confesó. Radicada en Punta del Este, suele tirarse al agua cada semana (siempre que el clima lo permita). «Mis olas preferidas son las de El Pepe (en José Ignacio) y La Plage (Parada 12 de La Brava)», reveló.

La CEO comparte jornadas de surf con otros colegas, en las que a veces afloran naturalmente los temas de negocios. Ahora, varios de ellos evalúan crear un grupo de WhatsApp para pasarse piques y programar salidas.

Su perfil, reconoce, es inusual: «Así como hay pocas emprendedoras y mujeres surfistas, a las mujeres enprendedoras y surfistas las cuento con los dedos de la mano», señaló. «Ojalá cambie el panorama».

Juan Ignacio Ledoux

Juan Ignacio Ledoux, director de Mis Petates.jpg

Su interés por el surf se despertó de adulto, pasados los 30 años, cuando lo tomó como un pasatiempo de verano para compartir con su familia -sobre todo con sus hijos- durante sus vacaciones en La Barra. Le fue tomando el gusto a ese hobby ocasional, que se volvió «adictivo», porque «te genera una sensación tan linda» que provoca querer experimentarla de manera recurrente, fundamentó el director de Mis Petates, la cadena de locales de artículos para el hogar.

El verano es el momento del año que aprovecha para surfear -«en invierno, nada de tabla», confesó-.

Los viajes al exterior, en especial a Brasil, son una oportunidad para alquilar una tabla y salir al mar, dijo Ledoux.

Para surfear, se deben dar ciertas condiciones climáticas, y esto presenta un paralelismo con la gestión de un negocio: «Como emprendedor, tenés que adaptarte al entorno constantemente, y en el surf es igual», opinó. Ser perseverante, resiliente ante los tropiezos que surgen en el camino y «lanzado», también son características esenciales en ambos mundos. A fin de cuentas, «emprender es una aventura y el surf también lo es», concluyó el empresario.

Fabián Fernández

Fabián Fernández, fundador de la empresa Lineup.

«Ninguna ola es idéntica a la anterior, entonces tenés que practicar mucho para poder surfear las olas que se presenten. Hay que estar preparado para lo que venga, sea lo que sea», remarcó el CEO de Lineup, startup de tecnología aplicada al surf, al comparar ese deporte con los negocios. La mayor similitud entre esos dos mundos, acotó, es la necesidad de ser perseverante y paciente. En el agua, «la mayor parte del tiempo estás esperando» que llegue la ola correcta, mientras que al emprender «no todo sale al ritmo que uno espera», entonces «hay que darle tiempo a las cosas y esperar el momento justo», explicó. A su vez, la perseverancia en el surf así como en los negocios implica «caerse, levantarse y volver a intentar». Esa fuerza de voluntad, sumada a la preparación, es lo que Fernández ha aplicado al impulsar un negocio business to consumer como el de Lineup, resumió.

El CEO se volcó al surf después de los 30 años, cuando pudo comenzar a dedicarle tiempo y recursos a ese hobby. Así, además de practicar en Uruguay, empezó a viajar a lugares como Nueva Zelanda, Australia, EE.UU., Hawai, Argentina y Brasil.

No solo en esas playas ha encontrado desafíos. Entrar en un nuevo mercado es «una ‘ola grande’ que a veces da un poco de miedo», admitió. Por eso, insistió en investigar, analizar y tratar de prepararse «lo mejor posible». Tras llegar a Argentina con Lineup, evalúa «otras olas» en las que adentrarse.

Mauro De la Cruz

Mauro de la Cruz, el fundador y CEO de la marca
Mauro de la Cruz, el fundador y CEO de Glassy Waves
Foto: Gentileza Glassy Waves

Sus primeras experiencias en el mar fueron con el skimboard durante su niñez. Ya en la adolescencia, agarró la tabla de surf y se tiró al agua, primero en Parque del Plata, y luego en otros balnearios del país y en ciudades de Brasil, España y Portugal. «Me gustan las actividades que sean de tabla, acción y adrenalina», resumió. Con el surf, asegura, «dejás los problemas de lado, todas las situaciones estresantes que tenés en la empresa o en la vida cotidiana, porque estás enfocado en la ola y en el contacto con la naturaleza».

Esa pasión se transformó en su combustible para emprender. Comenzó fabricando tablas cuando tenía 18 años y más tarde incorporó la venta de ropa para esa disciplina. El negocio se convirtió en su actual empresa, Glassy Waves.

El crecimiento de su marca ha sido «la ola más desafiante» que ha enfrentado en los negocios: abrir locales de manera sostenible siendo una empresa pequeña es una misión compleja, indicó De la Cruz. «Todo el tiempo estamos viendo cuáles son las mejores decisiones para que el crecimiento esté bien acompañado, porque si crecés en ventas, pero no en estructura y servicios, llega un momento en que esa ‘ola’ te pasa por arriba».

El surf le ha dejado otra lección empresarial: la idea de que «las olas nunca se detienen por nadie ni por nada, entonces hay que subirse a ellas y tratar de hacer lo mejor que se puede». En su empresa, dedicada a la venta minorista de productos textiles, esa filosofía se traduce en incorporar tendencias de moda a sus prendas, pero sin olvidarse de la estética de la marca.

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