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Desarrollar una vacuna eficaz contra el coronavirus es el primer paso; luego viene la cuestión de cómo enviar cientos de millones de dosis que necesitarán conservarse a temperaturas árticas
Muchas cosas tendrán que concretarse para poder terminar con la pandemia del coronavirus. Las empresas farmacéuticas tendrán que desarrollar una vacuna segura y eficaz. Miles de millones de personas tendrán que aceptar vacunarse.
Pero también existen retos más ordinarios, como el hecho de que las empresas deberán transportar ampolletas de vidrio diminutas a miles de kilómetros de distancia y conservarlas a temperaturas tan frías como las del Polo Sur en los inviernos más intensos.
Varias de las primeras vacunas en desarrollo contra el COVID-19 deberán conservarse a una temperatura mínima de hasta -80 °C desde el momento en que se envasen hasta que estén a punto de ser inyectadas.
Eso no será fácil. Es posible que las vacunas se fabriquen en un continente y se envíen a otro. Tendrán que pasar de un centro de distribución a otro antes de llegar a los hospitales y lugares donde se apliquen.
Pese a que las autoridades de salud estadounidenses todavía no aprueban ninguna vacuna, ya se están haciendo preparativos para una campaña de vacunación masiva. Se espera que en la coordinación y distribución en EE.UU. participen el ejército y un contratista federal. Pero varias empresas se están movilizando para encontrar la manera de mantener cientos de millones de dosis de una vacuna a temperaturas muy frías.
Los aviones, camiones de carga y almacenes tendrán que estar equipados con congeladores. Las ampolletas de vidrio tendrán que resistir temperaturas heladas. Alguien tendrá que fabricar mucho más hielo seco.
«Las exigencias de temperatura son muy concretas y eso limitará el acceso y la entrega», aseguró J. Stephen Morrison, vicepresidente sénior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un organismo de investigación.
De las tres vacunas que han llegado a la fase tres, dos —una fabricada por Moderna y los Institutos Nacionales de Salud, y la otra, por Pfizer y BioNTech— tienen que mantenerse en un estado casi constante de congelamiento extremo. (Están elaboradas con materiales genéticos que se desintegran al descongelarse.) Otra candidata importante, la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, debe conservarse fría, pero no congelada.
De paquetes a dosis
El mes pasado, McKesson, un destacado distribuidor de medicamentos, obtuvo un contrato federal para ayudar a distribuir la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, la mayor parte del trabajo recaerá sobre compañías de paquetería, incluidas UPS y FedEx, que ya cuentan con redes de congeladores que emplean para enviar alimentos perecederos e insumos médicos. Estas empresas tienen experiencia en el envío de vacunas contra enfermedades como la influenza estacional. No obstante, es probable que los esfuerzos de vacunación contra el COVID-19 superen los de las campañas anteriores.
UPS informó estar construyendo una «granja de congeladores» en Louisville, Kentucky, su centro de distribución más grande, donde puede almacenar millones de dosis a temperaturas bajo cero.
Crear un almacén completo capaz de mantener tal congelamiento profundo habría sido demasiado complejo y costoso. Así que en una bodega se han dispuesto filas de congeladores industriales verticales Stirling Ultracold, cada uno capaz de almacenar 48.000 ampolletas. Hasta ahora hay 70 congeladores pero la bodega tiene capacidad para varios cientos de ellos. Un centro similar de UPS está en marcha en Holanda.
UPS está construyendo una granja de congeladores en su principal centro de distribució; FedEx está multiplicando su infraestructura para almacenar vacunas a la temperatura indicada
En FedEx, Richard W. Smith es quien se encarga de los preparativos para el envío de las vacunas. Smith, quien lidera las operaciones aéreas de la empresa en el continente americano, estuvo a cargo del sector de ciencias biológicas de las operaciones aéreas de FedEx durante la pandemia de la influenza H1N1 en 2009. Smith señaló que el gobierno le pidió a FedEx que se preparara para ayudar en el transporte de las vacunas, y la firma duplicó la cantidad de congeladores que manejaba en todo el mundo.
«Por fortuna, la pandemia de H1N1 no llegó al nivel que pensábamos que podría alcanzar. Pero todo eso nos permitió fortalecer nuestra infraestructura de cadena de frío», dijo Smith.
En los años posteriores, FedEx amplió su suministro de congeladores y trabajó con la Administración Federal de Aviación de EE.UU. para que sus aviones obtuvieran permiso para transportar más hielo seco. (Cuando el hielo seco se derrite, emite dióxido de carbono, lo que hace que el aire en los aviones sea un riesgo para los pilotos y la tripulación.)
Ahora FedEx está añadiendo congeladores capaces de mantener temperaturas de -80 °C en Memphis, Indianápolis y París. También está instalando remolques refrigerados adicionales en Oakland, California, Dallas y Los Ángeles, que podrían usarse para vacunas que deben servirse refrigeradas.
«La demanda de esto es enorme. Va a ser un mercado muy importante», anticipó Smith. Los analistas de Citi coincidieron y dijeron, en una nota que sugiere que las acciones de FedEx eran una buena inversión, que es probable que el negocio de transporte de vacunas sea rentable.
Los plazos ambiciosos de Trump
El viernes 18 de septiembre, el presidente de EE.UU., Donald Trump, afirmó que para abril de 2021 cientos de millones de dosis de una vacuna no identificada estarían a disposición de todos los estadounidenses. Ese plazo es más ambicioso de lo que propios asesores del mandatario han manifestado. El 16 de septiembre, Robert Redfield, director de los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), le dijo a un comité del Senado que la vacuna contra el COVID-19 no estará disponible al público en general sino hasta mediados del próximo año.
Escasez de hielo seco, un nuevo escollo
Como si los retos no fueran ya abrumadores, el mundo enfrenta una escasez inminente de hielo seco por causa de la pandemia.
El material está hecho de dióxido de carbono, que comúnmente se genera como un derivado de la producción de etanol.
Sin embargo, la producción de etanol sube y baja según fluctúa la demanda de gasolina. Esta primavera (boreal), debido al mandato de permanecer en casa, la gente dejó de conducir tanto. Como resultado, cayó la producción de etanol, al igual que el suministro de dióxido de carbono. «La industria del etanol aún no se ha recuperado», remarcó Richard Gottwald, CEO de la Asociación de Gas Comprimido. Y, la escasez hace que sea difícil conseguir hielo seco.
Durante gran parte del verano, Marc Savenor, propietario de Acme Dry Ice en Cambridge, Massachusetts, que abastece a empresas médicas, se ha quedado sin dióxido de carbono. El faltante era el más severo en sus 42 años en el negocio, lo que obligó a Savenor a racionar su hielo seco. «Era como un McDonald’s sin hamburguesas», dijo el empresario.
UPS y FedEx están tomando cartas en el asunto. FedEx cuenta con máquinas que pueden producir hielo seco en los almacenes, y UPS señaló que está considerando incorporarlas.