Montevideano, 68 años. Tras comenzar trabajando en la feria junto a su padre, se lanzó a emprender, primero en el sector de la indumentaria, para luego expandirse a otros rubros, como ropa deportiva, gastronomía, centros comerciales y hotelería. “Mis negocios han crecido muchísimo en los últimos 15 o 20 años, gracias al esfuerzo y dedicación”, explica y agrega que “hay muchas cosas todavía en Uruguay para seguir pensando y desarrollando”, siguiendo su búsqueda de proyectos con un carácter social, en los que pueda disfrutar y que sean rentables. Novick está casado, tiene cuatro hijos y nueve nietos. “Todos de Peñarol”, remarca.
"Uruguay está pasando por uno de sus mejores momentos para hacer negocios”, evalúa el reconocido empresario. Sin embargo, considera que, para pasar al siguiente nivel en su desarrollo, el país debe abordar cuestiones urgentes como la transformación de la educación. “En Uruguay la educación te da una cultura general pero no es completa para preparar para el futuro”, advirtió Novick, quien agregó la seguridad y la salud, como otras dos prioridades a atender. Sobre su visión de los negocios, los retos del país y las similitudes entre la gestión de una empresa y un club de fútbol (es secretario general de Peñarol), conversó con El Empresario.
-En su trayectoria, ha liderado negocios en diversos sectores. ¿Qué es lo que lo motiva a iniciar un nuevo proyecto? ¿Qué mantiene viva esa llama hoy?
-He pasado por diferentes etapas en mi vida. En la primera, cuando era joven, lo que me motivaba era hacer dinero y siempre estar buscando lo original. Mi cabeza nunca dejaba de pensar en qué podía inventar. Después, empecé a combinar el copiar con el inventar, porque comencé a viajar y me di cuenta de que mucho ya estaba inventado, y que no tenía que crear, sino copiar o adaptar a lo que es el país. Esa es otra cosa importante: todos mis negocios fueron desarrollados en Uruguay. Tuve tentaciones para desarrollarme en otros países y no lo hice porque siempre me gustó la gestión, y eso significa estar presente. Además, creo que conozco mucho a mi gente, porque conozco todos los barrios y departamentos, personas de todos los niveles socioeconómicos y la idiosincrasia del uruguayo. Esa etapa de mi vida me hizo crecer.
Ahora estoy en otra etapa, donde quiero seguir haciendo emprendimientos, pero veo las cosas desde otro punto de vista. Para hacer un proyecto, ahora pienso en tres cosas que no pueden faltar: primero, que sea bueno para los uruguayos; segundo, que me haga feliz a mí, que me divierta y esté contento de participar; y tercero, que sea bueno económicamente, porque es la forma de que se pueda sustentar. Creo que en Uruguay sigue habiendo muchas oportunidades.
-A propósito, ¿cómo ve el clima para hacer negocios?
-Uruguay está pasando por uno de sus mejores momentos para hacer negocios. Primero, por su continuidad en las políticas. Ningún empresario internacional tiene miedo a la alternancia en el poder. Todo el mundo sabe de la estabilidad jurídica del Uruguay. La parte económica está dando muy buenos resultados. Por ejemplo, yo, que manejo centros comerciales, fui uno de los primeros arrendatarios con un local chiquito en Montevideo Shopping hace casi 40 años, y la mayoría de los que alquilábamos en esa época éramos uruguayos. Hoy, que soy arrendador, diría que como mínimo el 70% de los arrendatarios son extranjeros o empresas internacionales que han venido a comprar cadenas que los uruguayos han creado. Y si vienen los extranjeros es por la seguridad jurídica y laboral, y porque el resultado económico es viable. Por eso, Uruguay está pasando por un momento único para el inversor internacional.
Si vienen los extranjeros es por la seguridad jurídica y laboral, y porque el resultado económico es viable. Por eso, Uruguay está pasando por un momento único para el inversor internacional.
-¿Qué falta para poder aprovechar mejor esos atributos?
-Creo que para mejorar la situación para los inversores, Uruguay tendría que apostar un poco más a la educación. Tenemos que preparar a los jóvenes para el trabajo del futuro, y todavía no lo están, sobre todo en la educación pública, donde menos de la mitad termina la secundaria. Eso es muy grave. Y por esa razón, muchos no están preparados para trabajar en empresas internacionales. Hay que poner mucho más foco en la educación pública, porque debería estar orientada a preparar al trabajador del mañana. La educación cambió en el mundo, y en Uruguay te da una cultura general pero que no es completa para prepararse para el futuro. Hay dos cosas fundamentales que la educación debería tener para insertar a los jóvenes en el mercado laboral: tecnología e inglés. Son temas importantes y la educación pública no los está cumpliendo. Es una de las cosas que más me apena, porque vengo de la educación pública y en aquella época teníamos casi las mismas oportunidades y capacidades que alguien que iba a la escuela privada. Hoy no es así. Uruguay está en un buen momento, pero le falta preparar a los jóvenes. Con eso, tendríamos un país excepcional para que muchas más empresas pudieran venir.
Vengo de la educación pública y en aquella época teníamos casi las mismas oportunidades y capacidades que alguien que iba a la escuela privada. Hoy no es así.
-El alto costo del Estado aparece, desde la óptica empresarial, como un escollo que afecta el desarrollo de los negocios. ¿Cuál es su opinión al respecto?
-El costo del Estado está relacionado con los más de 300.000 empleados públicos que existen. Mientras tengamos 300.000 empleados públicos, el costo del Estado será grande. No escuché a ningún candidato durante la campaña electoral decir que iba a modificar eso, porque el uruguayo no quiere que eso cambie. Ningún político habla de esto, porque sabe que, si lo hiciera, no ganaría. También hay cosas que no van a pasar nunca...
-¿A qué se refiere?
-Por ejemplo, en Uruguay somos 3 millones de personas y tenemos 19 intendentes, 19 jefes de turismo, 19 jefes de policía... En algún momento se habló de tener cinco departamentos; podrían ser cinco o solo uno y se podría manejar totalmente el país. Imagínese el costo que ahorraríamos. Antes decía esto con la esperanza de que sucediera, pero ahora sé que no va a pasar. Entonces, achicar el costo del Estado será muy difícil.
-¿Qué otros pasos están pendientes para crecer?
-Creo que Uruguay tiene un debe en las últimas administraciones en tres cosas que considero que los gobiernos se deben ocupar: la seguridad, la educación y la salud. Ya le comenté sobre la educación; no puede ser que sigamos con estos niveles y necesitamos pensar en una transformación, sobre todo para formar trabajadores. La educación debe ser un tema de Estado, acordado entre todos los partidos políticos, porque es un proyecto a largo plazo y no lo puede tomar un solo gobierno. Lo mismo ocurre en seguridad. Creo que en el país no hay expertos, entonces deberíamos contratar asesores que manejen el tema. En un país chico la seguridad se puede arreglar rápidamente. En salud, el sistema puede mejorar enormemente, sobre todo en la atención de los más pobres. Si Uruguay resuelve esas tres cosas, que son difíciles, pero en las que hay que ponerse de acuerdo a largo plazo, será como todos piensan y dicen: «la Suiza de América». Podemos ser un país chico y brillante, donde más gente quiera venir a vivir. A eso tenemos que apuntar.
-Entre sus negocios está el hotel Hyatt, ¿cómo evalúa la realidad de la hotelería en Uruguay?
-El mercado se expandió mucho en los últimos 15 años. Sin embargo, se dieron muchos más permisos hoteleros de los necesarios. Y eso, en momentos buenos, anduvo bien, pero después se vio que la competencia era muy grande para la oferta que había. Entonces, no todos sobreviven y eso es lo que está pasando. Por eso, hoy se necesita hacer un esfuerzo mucho mayor; se necesita hacer mucha gestión y dar más servicio. El hotel ya no es solo brindar una buena cama y una buena habitación, sino que hay que ofrecer mucho servicio, atención, gastronomía y experiencia. Y eso es lo que estamos desarrollando. También, se debería fomentar la creación de un buen centro de convenciones en Montevideo, para que los hoteles puedan funcionar más y provocar que haya grandes eventos de este tipo en la ciudad, que hoy es lo que falta.
-Además de empresario, es secretario general de Peñarol. ¿Qué puntos de contacto existen entre la gestión de negocios y la de un club de fútbol?
-Hay cosas parecidas y diferentes. Por ejemplo, siempre he creído en la gestión y en la gestión de equipos, en todos lados he tratado de formarlos. Ahora, en un negocio uno busca el resultado económico; en Peñarol no es solo eso, vas por la gloria y la pasión, así que hay que medirlo de otra forma. Es más el sentir que la razón. Yo me siento muy feliz de participar del club y dar una mano. He sido hincha toda mi vida, tengo una familia de jugadores de Peñarol, por lo tanto disfrutamos y sufrimos el fútbol. Es diferente y lindo a la vez.
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