«El camino creativo de las marcas de lujo está completamente agotado»

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Bedel. Destaca que el proceso creativo cuenta con una "paleta infinita", ya que "todos olemos el perfume de manera diferente". (Foto: La Nación / GDA)

El perfumista argentino dueño de Fueguía 1833 habla sobre el proceso de creación en la industria.

Julián Bedel es el perfumista argentino más exitoso a nivel global. Fueguía 1833, la marca de perfumes que creó en 2010 con Amalia Amoedo, ya tiene negocios en más de 10 ciudades, entre ellas Buenos Aires, Nueva York, Milán y Tokio. Con más de 1.000 tipos de olores identificados (más que colores y sonidos) y el factor adicional de que cada cerebro los decodifica de manera distinta, Bedel remarca que en su proceso creativo cuenta con una «paleta infinita».

¿Cómo se define la creatividad en el mundo de los perfumes?

—Hoy una de las pocas oportunidades para entrar en la industria tiene que ver justamente con la escasísima creatividad. Si sos la megamarca de lujo de un diseñador italiano, no producís nada, das tu marca a una franquicia para que un gran distribuidor (como Coty, L’Oreal) analice qué se puede hacer con ella. Luego le dicen a alguna de las cinco empresas productoras: «Estamos dispuestas a pagar tanto por kilo». El problema es que los briefs que dan son un reciclaje de lo que ya tuvo éxito. El mismo perfume floral, el mismo con olor a chocolate, no hay toma de riesgo, porque es tal el costo de la campaña, de su desarrollo, distribución, que lo único que quieren es hacer lo que ya funcionó el mes anterior con otra marca.

—¿Cómo combate usted esa dinámica anticreativa?

—Las grandes marcas acceden a estos cinco productores de fragancias que crean olores sintéticos, que no existen en la naturaleza. Tienen esa ventaja competitiva. En mi caso, como no tenemos esa hipertecnología, puedo llegar al grado molecular desde la naturaleza, con lo que hay. Uso ingredientes nunca antes usados en la perfumería, aprovechando nuestra biodiversidad. Vienen de la medicina tradicional del Chaco, de la Patagonia, Mesopotamia... Nada del uso de petróleo, todo de uso verde. Todo lo que hagas fuera de lo industrial es noble, es original. Hoy el camino creativo de las marcas de lujo está completamente agotado. La genialidad, si hablamos de genio creativo, está en lo inesperado. Puedo incorporar el acorde que sale de destilar pasto seco de la Pampa con el ámbar gris de una ballena con un cedro de Misiones.

—Usted es músico y artista plástico. ¿Cómo traduce este tipo de creatividad a la de los perfumes?

—Hay un hilo común que es la economía de recursos y la vitalidad de la obra, su energía. Pero hay una diferencia importante. Todos olemos el perfume de forma diferente. A esas moléculas que tiramos al aire el cerebro las lee en forma de patrones y la construcción del olor del café es diferente para cada persona. Escuchar un «la» es lo mismo para todos, son 440 megahertz, oler café es diferente, ahí es donde tenés una gran ventaja frente a la música y al color, que también son vibraciones de frecuencia, y que fue lo que me atrajo: acá hay una paleta infinita.

—¿Estudió química?

—Leo mucho, pero soy autodidacta. Trabajamos con carbono, oxígeno, nitrógeno, a veces hidrógeno. Son pocas moléculas, el tema es su estabilidad y la de los compuestos originados con ellas.

—¿Cuál es el equivalente a la hoja en blanco en la perfumería?

—Uf... es algo frustrante a veces: tenemos 1.250 ingredientes, entonces, arrancar con tanto es un problema. Y cada uno de ellos a su vez tiene una complejidad tremenda: el café tiene 850 moléculas. Se puede mezclar dos o tres y ya tenés un perfume, pero no lográs la performance de un perfume, cómo evoluciona, si dura, cómo sigue. Lo que excita a la gente no son los ingredientes, sino la historia detrás. Cuando le decís esto es la Biblioteca de Babel, está inspirado en el cuento de Borges, relacionás la fragancia con un concepto simple al que todos pueden referenciar: esa es la hoja en blanco. ¿Es un tema de amor, de desengaño, de qué hablamos? Y luego, cómo le damos forma. (La Nación / GDA)

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Bedel. Destaca que el proceso creativo cuenta con una "paleta infinita", ya que "todos olemos el perfume de manera diferente". (Foto: La Nación / GDA)

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