The Walt Disney Company cumplió el lunes un siglo de historia, en el que la compañía ha pasado de producir sus viñetas en un garaje de Los Ángeles a estar valorada en más de US$ 154.000 millones y contar con una cartera de negocios que va mucho más allá de la animación.
Las aventuras de «Oswald, el conejo afortunado» -previo a la aparición de Mickey Mouse- fueron el punto de partida del actual conglomerado que agrupa a 37 marcas del mundo del entretenimiento y el ocio, desde estudios cinematográficos y canales de televisión hasta parques temáticos y establecimientos hoteleros.
El grupo facturó US$ 83.745 millones en 2022, lo que supone la cifra más elevada en el siglo XXI, un 24% más que el año anterior y casi un 17% por encima del resultado del 2019, antes de que la pandemia azotara su negocio de parques temáticos.
No obstante, el beneficio neto no se ha recuperado todavía. En 2022 ganó 12.121 millones, un 18% menos que en 2019.
Parques valiosos
Precisamente, la solvencia de las cuentas del gigante del entretenimiento provino de los parques temáticos e infraestructura hotelera, que obtuvieron US$ 7.905 millones en ganancias, más de 1.000 millones por encima del dato de 2019, debido al incremento de los precios de los productos turísticos y la reactivación del turismo tras la pandemia.
Y es que Disney copa la lista de los parques de atracciones más concurridos del planeta, con siete de sus instalaciones entre las diez primeras de la clasificación de 2022, liderada por Magic Kingdom (Orlando, EE.UU.), con más de 17 millones de visitantes.
Esa tendencia llevó a Disney a anunciar recientemente su plan de duplicar la inversión en sus complejos de atracciones y líneas de cruceros hasta los US$ 60.000 millones en un plazo de 10 años.
El éxito de la vertiente turística contrasta con la caída de las ganancias de las marcas centradas en la producción audiovisual, cifradas el año anterior en US$ 4.216 millones, lo que se traduce en un hundimiento del 42% respecto a 2021 y del 43 % si se compara con el escenario prepandemia, ambos años con más de 7.000 millones en beneficios.
Los resultados del tercer trimestre del año indican que esta tendencia se mantiene en 2023 (ver aparte), con un incremento de los ingresos en parques temáticos y una caída de las ganancias en cine y medios, especialmente pronunciada en el caso del acumulado del año, que revela una reducción del 46% del beneficio neto en el caso de esta segunda área de negocio en comparación con el mismo periodo en 2022.
Este último informe muestra que Disney perdió US$ 460 millones entre julio y septiembre, aunque el ingreso creció un 4% respecto al tercer trimestre del 2022, hasta los US$ 22.330 millones.
El ratoncito que inspiró un imperio
Tras «Oswald, el conejo afortunado», el primer gran hito de Disney tuvo a otro animal como protagonista. En 1928 los hermanos apostaron por un ratón que cambiaría sus vidas y se colaría de lleno en la infancia de varias generaciones. Bautizado como Mortimer, y luego conocido como Mickey Mouse, el travieso personaje protagonizaría Steambot Willie (1928), la primera caricatura sonora posproducida.
Un siglo después, con presencia global, diversos negocios y 220.000 empleados, a Disney la siguen diferenciando sus historias.
«Mickey Mouse es tan divertido hoy como lo era cuando fue creado a finales de 1920», sentenció Kevin Dern, archivero de The Walt Disney Company.
Disney afronta en 2023 su particular «annus horribilis» en taquilla tras los fracasos o resultados peores de lo previsto de producciones de gran presupuesto como Indiana Jones y el dial del destino, Ant-Man y Avispa: Quantumania, La Sirenita o Elemental, tras un 2022 de éxito gracias a Avatar: El sentido del agua, Doctor Strange 2 y Black Panther: Wakanda Forever.
El consejero delegado, Bob Iger, explica que las cifras de este año «reflejan la transformación sin precedentes» que ejecutan «para reestructurar la compañía, mejorar la efectividad y devolver la creatividad al centro de nuestro negocio».
Usina de Clásicos
El conglomerado ha buscado en el cambio y la innovación la clave de su supervivencia desde su primer día, aquel 16 de octubre de 1923 en el que Walt y Roy Disney, tras varios intentos en el mundo de la animación, firmaron un contrato para producir 12 películas, a la luz del garaje de su tío Robert, donde dibujaban. Así nació The Disney Brothers.
El reconocimiento del público a Mickey Mouse, el primer gran éxito de la compañía (ver aparte), hizo que Disney fuera por más. Así, fue la primera empresa en lanzar un largometraje de animación -Blancanieves y los siete enanitos-, con el que facturó US$ 4 millones en 1937.
Fue tal su impacto en las arcas del estudio que la ganancias se destinaron a la construcción de su nuevo campamento base en Burbank (California), donde se mudaron en 1940 para avanzar en otros títulos destacados: Pinocho (1940), Dumbo (1941) y Bambi (1942).
Este tipo de filmes se convirtieron en su símbolo de identidad y fuente de ingresos a nivel mundial, que reforzaron con la creación de Buena Vista Distribution en 1953 para no externalizar la promoción y distribución de sus películas, la fundación del primer parque temático, Disneyland -ubicado en Anaheim (California), inaugurado en 1955- y la llegada del «Club de Mickey Mouse» a la TV.
El estudio comenzaba cada vez más a parecerse a un conglomerado de medios con diferentes perspectivas empresariales.
Sin embargo, un cáncer de pulmón acabaría en 1966 con la vida de Walt, de 65 años; su hermano Roy falleció cinco años después debido a una hemorragia cerebral.
«Montaña rusa»
Con la muerte de Walt Disney, la compañía pasó un mal momento y llegó a perder un 20% de volumen de negocio en 1982, presionada por nuevos productos culturales como Star Wars.
La situación fue revertida mediante éxitos de taquilla como El Rey León, La Bella y La Bestia o Pocahontas, así como con la fundación del estudio Touchstone, dedicado a la producción de cintas para adultos y familias, o el nacimiento del canal por cable Disney Channel.
Estas decisiones fueron tomadas por Michael Eisner, antiguo director del grupo, quien, dentro de su plan de ampliar el público consumidor de Disney, firmó la compra de las cadenas de televisión ABC y ESPN por US$ 19.000 millones o la apertura de parques como Disneyland París.
El volumen de negocio se triplicó entre 1985 y 1990, y la facturación pasó de US$ 5.800 millones a US$ 25.400 millones entre 1990 y 2000, haciendo que las adquisiciones se integraran al ADN de Disney, con el fin de añadir nuevos personajes e historias a su cartera, diversificar su negocio e implantarse en nuevos mercados.
Ya bajo la batuta de Iger, en 2006 la compañía se hizo con Pixar por US$ 7.400 millones, y en 2009 con Marvel por US$ 4.000 millones, empresas que se transformarían en filiales con independencia creativa y le darían el control de la taquilla mundial.
Una década después llegó la mayor compra de su historia: el grupo 21st Century Fox por US$ 71.300 millones, que aumentó la cartera de canales de televisión y personajes de Disney.
Con este movimiento, pasó a tener control completo sobre el servicio de suscripción a la carta Hulu y entró en la batalla de las plataformas de streaming, en la que redobló su apuesta con el lanzamiento en 2019 de Disney +, que se convirtió en el catálogo de gran parte de los contenidos gestionados por la empresa.
Hoy, la compañía vuelve a pasar por momentos bajos, por los malos resultados de los últimos estrenos, la decadencia del negocio de la televisión tradicional y la caída del número de suscriptores de Disney+.
La empresa se enfrenta a una restructuración, que ha pasado por la retirada de contenidos de sus plataformas de streaming, el fin de licencia de uso a terceros y el recorte de 7.000 puestos de trabajo, con el objetivo de ahorrar US$ 5.500 millones.
Para el nuevo capítulo de Disney, regresó Iger tras 11 meses de retiro, con la misión de volver a «hacer magia» y garantizar un nuevo centenario de la empresa.