Patricia Cohen
The New York Times
La economía de Suecia ha sufrido muchas de las mismas tribulaciones que el resto de Europa:recientes episodios de inflación aplastante y recesión, y ahora la perspectiva de un crecimiento magro en un mundo dividido por conflictos geopolíticos y económicos.
Sin embargo, el país nórdico cuenta con una lista de empresarios de alta tecnología que es la envidia de sus vecinos. Spotify y Skype son marcas reconocidas a nivel mundial. Klarna, una fintech, y King Digital Entertainment, el creador del gigante de los videojuegos Candy Crush, son otros ejemplos de potencias tecnológicas locales.
«Tienen algo -particularmente en el sector tecnológico- que otros países europeos no tienen en la misma medida», señaló Jacob Kirkegaard, investigador senior del German Marshall Fund.
Esa trayectoria empresarial ha estado atrayendo renovada atención en un momento en que aumentan las inquietudes sobre la capacidad de Europa para competir con los avances de EE.UU. y China en alta tecnología.
EE.UU. ha producido una generación de empresas como Google, Meta y Amazon, mientras que China floreció con compañías como Alibaba, Huawei y ByteDance, el propietario de TikTok.
Europa tiene sus gigantes tecnológicos, como la holandesa ASML, líder mundial de semiconductores, pero en general se considera al continente más como un observador que como un innovador, conocido más por su regulación agresiva de las empresas tecnológicas extranjeras que por crear sus propios negocios.
El impacto económico de quedarse atrás es sustancial, pero también tiene implicaciones sociales. A los responsables políticos europeos les preocupa el efecto a largo plazo de depender de compañías extranjeras para la comunicación, las redes sociales, las compras y el entretenimiento en lugar de depender de empresas con “valores europeos”.
Esos valores incluyen una mayor valoración de la protección de la privacidad, la prevención de la difusión de discursos de odio, el mantenimiento de fuertes protecciones laborales y un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
Los críticos de las políticas tecnológicas europeas se quejan de un menor acceso al capital de riesgo y de una aversión cultural a la toma de riesgos. Los trabajadores tecnológicos europeos suelen mudarse a EE.UU. en lugar de crear empresas en su país.
Causas del éxito

Pero Suecia ha tenido una experiencia diferente. Ha producido más unicornios tecnológicos (startups valoradas en más de US$ 1.000 millones) per cápita que cualquier otro país de Europa después de Estonia, según un informe realizado por Atomico, una firma de inversiones. Y ocupa el cuarto lugar en cuanto a número de unicornios, después de Gran Bretaña, Alemania y Francia, países cuyas poblaciones son entre seis y nueve veces más grandes.
Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo que analiza la «crisis de competitividad» de la Unión Europea, señaló recientemente a Suecia como un ejemplo a seguir. Su sector tecnológico es dos veces más productivo que el promedio de la Unión Europea y ofrece sólidos programas sociales, resaltó.
En entrevistas, una docena de empresarios, inversores y economistas coincidieron en que un ingrediente del éxito de Suecia fueron las iniciativas de los años 90 que dieron a una amplia franja del público acceso a ordenadores personales y banda ancha. En aquel momento, la mayoría de la gente apenas se estaba acostumbrando al estridente sonido de los módems de acceso telefónico.
Fredrick Cassel, socio de Creandum, una empresa de capital de riesgo que invirtió en Spotify y Klarna, dijo que su capacidad de usar Internet en casa lo encaminó a convertirse en un inversor tecnológico.
El impulso para instalar una computadora en cada hogar y crear conectividad le dio a Suecia una ventaja a la hora de producir una «generación de ingenieros», explicó Cassel. «Me resulta difícil imaginar que eso suceda sin esas dos piezas de infraestructura en funcionamiento».
El empresario tecnológico sueco Hjalmar Nilsonne tuvo una experiencia similar. Recuerda haber recibido su propia computadora en 1998, cuando tenía 10 años: «Me cambió la vida, me introdujo a la programación y a Internet».
Nilsonne, quien fundó y luego vendió Watty, recientemente cofundó una startup llamada Neko Health con Daniel Ek, el fundador y CEO de Spotify.

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«Él tenía la misma historia que yo», dijo Nilsonne sobre su socio Neko. «Comenzamos a jugar con computadoras. Aprendimos a crear sitios web. Empezamos a vender páginas web a amigos y familiares cuando éramos adolescentes. Y todo eso fue posible porque tuvimos acceso a Internet desde muy temprano», destacó.
Los analistas también señalan que en Suecia existe una tradición de inversión pública y privada en investigación y desarrollo, que hoy representa el 3,4% de la producción total, uno de los porcentajes más altos de Europa. También existía un gran fondo de activos procedentes de fundaciones familiares como Wallenberg e Ikea, así como un sistema de pensiones controlado por el gobierno que sirvieron como fuentes locales de capital de riesgo inicial.
Salir al mundo

Las empresas suecas siempre se han visto obligadas a buscar clientes fuera del país, que tiene una población de sólo 10 millones de habitantes, evaluó Asa Zetterberg, director general de TechSverige, una organización comercial.
Eso ha llevado a las startups y a la industria, dijo, a «ser competitivos en la economía global».
La mitad del producto interno bruto (PIB) del país proviene de las exportaciones y el sector tecnológico representó el 11% de las exportaciones totales en 2022.
Niklas Zennstrom, fundador de Skype y actual CEO de Atomico, dijo que las startups podían obtener financiación temprana, pero tenían más dificultades para obtener fondos para la expansión en Europa, en comparación con sus homólogas en EE.UU.
La presión para obtener más capital surge en un momento en que los gobiernos de todo el mundo intentan dirigir con más fuerza el desarrollo económico. EE.UU. ha aumentado el gasto en semiconductores, energías alternativas y vehículos eléctricos en cientos de miles de millones de dólares para competir de forma más agresiva con China.
Los fundadores e inversores en Suecia destacaron el papel crucial que juega la red de seguridad social del país para alentar a los empresarios a experimentar y tomar riesgos, a pesar de los altos impuestos que se cobran para financiar los programas.
Un «sistema de bienestar social» eficaz es la mejor manera que tiene el gobierno sueco de fomentar el espíritu emprendedor y la innovación, afirmó Cassel.
Educación gratuita, atención médica gratuita, guarderías gratuitas. «Puedes permitirte correr riesgos, no te quedarás en la calle» si fracasas, afirmó.
Una férrea red de seguridad
Sebastian Siemiatkowski, fundador de Klarna, ha elogiado la red de seguridad de Suecia. Dijo que sus padres inmigrantes solían estar desempleados cuando él era niño. Aun así, pudo recibir atención médica, asistir a las mejores escuelas y tener una computadora en casa desde muy joven «sin tener dinero».
Suecia, junto con Bélgica, gasta más en educación como porcentaje del PIB que cualquier otro miembro de la Unión Europea.
Siemiatkowski señaló que Suecia también está muy por delante de EE.UU. en igualdad de oportunidades. El país ocupó el cuarto lugar en el índice de movilidad social del Foro Económico Mundial en 2020. EE.UU. se ubicó en el puesto 27.
Esa, dijo, es una razón importante por la que Suecia «está por encima de sus posibilidades».
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