El uruguayo Juan Diego Soler (34 años) comienza su jornada a las 7:30. Vive en Londres y algunos días sale a correr en el Hyde Park, cerca de su casa en el barrio Marylebone. Luego se toma la línea de metro Jubilee que, tras un viaje de media hora, lo deja en Canary Wharf, el principal barrio financiero de la capital británica. Ahí están ubicadas las oficinas de la empresa donde trabaja: Morgan Stanley, uno de los tres mayores bancos del mundo.
Soler ingresó a la compañía en 2021 tras un exhaustivo proceso de selección mientras cursaba su MBA en la London Business School, una de las tres universidades referentes en temas financieros de Europa. En el banco es parte de un equipo que asesora en compras y fusiones de empresas por montos de al menos US$ 1.000 millones y tiene como protagonistas a multinacionales en los mercados de Europa y Medio Oriente.
Pero el camino del uruguayo en esta sector se remonta a muchos años atrás, recordó vía telefónica desde Londres.
Camino en inversiones
«Desde siempre me gustó el mundo de las inversiones. A los 18 años invertía en la bolsa en forma experimental. Estudié la carrera de contador en la Universidad de Montevideo y en paralelo estudié a distancia en la London School of Economics and Political Science. De hecho, la carrera no la hice para ejercer la profesión de contador sino para conocer más detalles de cómo funcionan los negocios de las empresas», explicó.
En 2011 ingresó en Merrill Lynch (Zonamerica) para asesorar a clientes del exterior en el manejo de inversiones. En 2013 esa compañía fue adquirida por lafirma suiza Julius Baer y Soler continuó en la empresa otros cinco años más dedicado a clientes de Brasil.
Hasta que llegó un momento en que, si bien en Uruguay trabajaba de lo que le gustaba, vivía bien, tenía sus amigos y su familia, sintió que le faltaba algo. «Quería ver el mundo financiero del exterior y sabía que me iba a arrepentir si no lo hacía», afirmó. Así, en 2019 tomó la decisión de emigrar. Sus dos destinos posibles eran EE.UU. y Europa. Optó por Londres «porque es la capital financiera de Europa, más similar a Uruguay y culturalmente más rica que EE.UU.», dijo.
Viajó para hacer un MBA y tras terminar su primer año decidió probar suerte en el mercado laboral. Tras evaluar varios bancos, se postuló para ingresar a Morgan Stanley a través de una pasantía de verano que oficia de puerta de entrada a la empresa.
«Durante el primer año de estudio tanto los grandes bancos como las consultoras hacen un proceso competitivo de reclutamiento. Van a las mejores universidades para explicar qué hacen y te cuentan que podés aplicar a sus pasantías de verano. Elegí Morgan Stanley por la gente que conocí en ese proceso. En todos los bancos, la clave es conseguir la pasantía para probarles tus habilidades. Si les gustás te dan una oferta laboral cuando terminás», indicó. Y así fue, al culminar ese contrato temporal recibió el mensaje que esperaba: Morgan Stanley lo quería entre sus filas. En julio de 2021, tras finalizar el MBA, ingresó como senior associate, cargo que mantiene hasta hoy.
Abrir la cabeza
Soler trabaja junto a un equipo de unas 30 personas en proyectos de asesoramiento a grandes empresas y gobiernos sobre sus necesidades financieras. Las principales operaciones son fusiones y adquisiciones pero también se involucra en salidas a bolsa (IPO) y emisión de deuda. En todos los casos, son valores por encima de US$ 1.000 millones. Por esto, alega que es una actividad «difícil» con «un ritmo muy intenso». «Son procesos cortos, urgentes y confidenciales, se tienen que cerrar antes que se filtre al mercado». De todas formas, reconoce que es una actividad muy enriquecedora. «Se aprende mucho, te permite estar en contacto directo con gerentes generales de estas empresas y rodeado de colegas demandantes y muy ambiciosos profesionalmente. Es una experiencia muy interesante, me abrió la cabeza al mundo», reflexionó.
Soler, que vive con su novia argentina, reconoce que Londres es una ciudad muy interesante para vivir y desea quedarse por un tiempo más. En su día a día, balancea su vida profesional y personal con la práctica de deportes (correr, nadar y hacer ruta en bicicleta). Si bien cuenta que extraña Uruguay y sus amigos -viaja una vez al año, a veces dos-, celebra la tarea del embajador uruguayo en Londres, César Rodríguez, quien conformó «una linda comunidad» de compatriotas. «Fomenta actividades y ya tenemos un grupo de WhatsApp de unas 100 personas», concluyó.