Entrevista

Empezaron en 1986 con una cámara y ahora desde Uruguay alquilan equipos para producciones de Amazon y Netflix

Ernesto Musitelli trabaja desde los 17 años en la empresa familiar que lleva su apellido, una pionera en la industria audiovisual local. "Uruguay está bien posicionado en el mapa" del sector, dice

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Ernesto Musitelli, socio y gerente general de Musitelli y Reducto.
Foto: Leonardo Mainé.

Alejandra Pintos

Empezó a trabajar con su padre, Rodolfo, cuando tenía 17 años en lo que luego se convertiría en la empresa que lleva su apellido, Musitelli. Aquel proyecto que empezaron en el living familiar tiene hoy sus oficinas en un predio de 10.000 m2. Musitelli es una de las pioneras en la industria audiovisual uruguaya y provee de cámaras, luces y otros equipos técnicos a series de Amazon, películas de Hollywood, spots publicitarios y cortos universitarios. En 2019 inauguraron Reducto, donde ofrecen infraestructura con dos grandes estudios.

Tiene dos hijos, y espera que ellos continúen el legado familiar. Atribuye su pasión por lo audiovisual a su abuelo, Ferruccio. Además le gusta pasar música con el nombre DJ Musi.

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Ernesto Musitelli.
Foto: Leonardo Mainé.

Su padre Rodolfo fundó la empresa. ¿Cómo ha ido creciendo en este tiempo?

Mi padre empezó muy tímidamente en 1986. Hoy ves a la empresa como una cosa gigante, de 10.000 metros cuadrados (m2), pero mi padre empezó a cinco cuadras de acá en el living de su casa. En aquel momento no había un límite demasiado claro entre la empresa y la familia. En 1997 dimos una vuelta de tuerca y definimos concentrar toda la actividad en la renta de equipamientos. En aquel momento en Uruguay había muy poca producción, pero empezaba a crecer la publicitaria.

Estoy haciendo esto desde siempre y el desarrollo de esta actividad ha sido imponente. Hace 30 años no había nada: la publicidad se hacía en los canales de televisión y podía llegar a venir alguna producción desde Argentina. Y previo a los 90 prácticamente no existía producción de cine. En 1992 Pablo Dota filma El Dirigible, eso marca un cierto resurgimiento del cine. En esa época aparecen directores, productores, que empiezan a producir, que empiezan a filmar. Al principio eran publicidades, pero después empiezan a generar proyectos propios. Hoy la empresa la conformamos mi padre, mi hermano Mauricio y yo.

¿Qué rol jugaron los fondos de incentivo en el despegue?

Ese es un segundo movimiento, que arranca con la creación del Instituto del Cine (y Audiovisual del Uruguay, ICAU), y eso creó la posibilidad para mucha gente de empezar a producir contenidos, fue muy importante para el desarrollo de la producción nacional. En esta industria tenés dos carreteras: la publicidad y todo lo que es producción de contenidos, de obra. Todo se retroalimenta porque la publicidad permite que exista determinada infraestructura. Los fondos públicos, que siempre son insuficientes, son la primera semilla para que después los productores puedan empezar a mover sus proyectos y a conseguir socios y demás.

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Musitelli y Reducto funcionan donde solían estar los talleres de Conaprole. La reforma del local implicó una reforma de US$ 5 millones.
Foto: Leonardo Mainé.

Musitelli es proveedor para clientes de diferentes escalas. ¿Cómo trabajan con cada uno?

Le damos soporte desde un corto de una escuela de cine, hasta la producción más exigente y ambiciosa que pueda pisar Uruguay. Eso está en el ADN nuestro. La realidad es que hay mucha gente que hoy está trabajando en proyectos de primera línea que en algún momento fueron esos estudiantes.

A nosotros esto nos gusta, más allá de que es un negocio. Colaboramos con todas las escuelas y universidades. También colaboramos con varios festivales con equipamiento para que los ganadores sigan haciendo contenidos. Hay momentos del año en los que tenemos material ocioso, infraestructura ociosa, entonces hay cierta flexibilidad.

Le damos soporte desde un corto de una escuela de cine, hasta la producción más exigente y ambiciosa que pueda pisar Uruguay

¿Cuáles fueron las producciones más desafiantes?

Hubo varias. Vicio en Miami, en 2005, fue súper exigente, marcó un hito: una producción de Hollywood que llegaba a Uruguay. El equipo de cámara venía de EE.UU. pero tuvimos que armar todo el soporte, la iluminación. En aquel momento estábamos bien preparados, pero fue un desafío. Tuvimos que armar de la tarde para la noche un equipamiento y totalmente improvisado para filmar en Paraguay, que se suponía que iba a viajar de Argentina. Después, en 2021, El Presidente, la serie para Amazon. Fueron 16 semanas y en cuanto a volumen de equipamiento fue el proyecto más grande al que le dimos soporte. Nos consagró. Y en 2022 La Sociedad de la Nieve, la película que filmó Juan Antonio Bayona con Pedro Luque para Netflix que sale este año. Fue muy exigente porque mandamos (equipos) al punto donde cayó el avión en Chile.

J. A. Bayona y Pedro Luque en "La sociedad de la nieve". Foto: Captura de Video
J.A Bayona y Pedro Luque en el rodaje de "La sociedad de la nieve".

¿Con quién compite Musitelli?

Competimos con la región. Hoy una producción internacional perfectamente podría considerar traer el material de Brasil, de Argentina. Localmente hay un par de empresas -con las que tenemos un vínculo buenísimo- pero nosotros contamos con otro inventario, con mucho equipo y eso nos permite darle soporte a muchos proyectos de manera simultánea. Además contamos con algunos equipos exclusivos. Tenemos cierta concentración monopólica pero no hay un abuso de eso, somos flexibles.

¿Qué otro diferencial cree que tienen?

Conocemos el mercado, conocemos a los clientes, nos hicimos juntos. Entendemos de técnica, sabemos lo que hacemos y, tal vez suena arrogante, pero lo hacemos muy bien. Al final del día lo que vendés es confianza, la tranquilidad de que las cosas van a estar, van a funcionar y si hay un problema se va a resolver.

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Oficinas de Musitelli Film & Digital.
Foto: Leonardo Mainé.

¿Cómo han sido estos últimos años para la empresa? La pandemia tuvo un impacto positivo en la industria.

Sin contar la publicidad, se pasó de 24 semanas de filmación en 2019 a 40 en 2020, 142 en 2021 y en 2022 fueron 80. La explicación de por qué caímos es la pandemia: en 2021 hubo algunos proyectos que se filmaron en Uruguay por esa causa, porque no había otro lugar en Latinoamérica. De hecho, uno de los países que en 2022 prácticamente no vino fue Brasil, que el año anterior había hecho muchas cosas acá. De todas formas 80 semanas, cuando se estaba en 40, es un buen número. De esas 80 semanas, 55 fueron para proyectos internacionales.

¿Cuándo es la zafra?

Hay una zafra de trabajo que coincide con nuestra primavera-verano donde tenés muchas horas de luz y clima relativamente bueno, eso hace que venga mucha producción de Europa, EE.UU. y Canadá. Por suerte empezó a volver ese trabajo publicitario internacional que con la pandemia se había frenado por completo. Nadie venía a Uruguay para firmar dos o tres días. Con una serie es distinto. En parte esto se debe al Programa Uruguay Audiovisual (PUA).

¿Qué efecto tuvo el PUA?

El gobierno anterior dejó implementado un programa piloto de cash rebate que le devuelve a la producción de largometrajes, cortometrajes, videoclips y comerciales un porcentaje de lo que gastan en el país. Esto funciona así en el mundo y es un incentivo para que vengan producciones de afuera. Este mecanismo es la explicación, en buena medida, de este crecimiento que hemos tenido de proyectos internacionales. Está comprobado que ese dinero que ingresa se gasta en técnicos, mano de obra, servicios y tiene un efecto derrame en muchas áreas. Hay un movimiento en la economía.

Cuando decidieron crear el «hub audiovisual» Reducto, ¿qué necesidad veían?

Veníamos haciendo muy bien todo lo que era equipamiento de cámara y luces, pero siempre nos estamos preguntando qué se puede mejorar. Y el tema de los estudios era un problema. El estándar era un poco improvisado y en las producciones internacionales no caía del todo bien. Al mismo tiempo vimos que empezaba a crecer la parte de producción de contenidos y típicamente buena parte se hace en estudio, entonces esa pata estaba un poco renga. Tuvimos la suerte de que nuestro vecino, que era Conaprole, se iba de este espacio y negociamos la compra. Yo quería crecer e incorporar estudios a Musitelli, mientras que mi padre creía en desarrollar un proyecto independiente, con gestiones independientes. Y tenía razón mi viejo. Invertimos US$ 5 millones en el reciclaje del espacio. Desde el punto de vista societario somos la misma empresa, pero apuntamos a cosas distintas. Musitelli se ocupa del equipamiento y Reducto de la infraestructura. Pero además con Reducto también estamos generando un hub que tiene que ver con la formación, con crear un espacio de comunidad. No hay uno que subsidie al otro, los dos son saludables.

¿Qué porcentaje de los ingresos representa cada uno?

Musitelli es el 70% de los ingresos, pero Reducto en poco tiempo tuvo una performance bien interesante y eso va a ir mejorando en la medida de que se incorpore la cultura de filmar más en estudio, que tiene muchas ventajas como el no depender del clima, hasta puede ser más económico.

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Rodaje de Asfixiados en el estudio Reducto.
Foto: Leo Barizzoni/Reducto

Incluso en Hollywood, con el crecimiento del CGI, muchas producciones se hacen solo en interiores.

Para un proyecto que sale ahora, Asfixiados, armamos una pantalla LED de 18 x 5 metros con diferentes módulos que se interconectan. Delante se puso una escenografía de un catamarán y los actores estaban en estudio, con el mar proyectado en la pantalla en el fondo. No habían podido filmar la película embarcados porque los actores se sentían mal, además de los problemas con el clima, entonces esos exteriores se hicieron en estudio. Dicen que quedó perfecto.

¿Eso es una amenaza para Uruguay que se posiciona fuertemente por su diversidad de paisajes?

No, lo complementa, porque te permite filmar acá y hacer un exterior en la 9 de Julio de Buenos Aires adentro de un estudio. Y para este lado vamos con Reducto, creemos que tiene mucho potencial. Para mí estamos en un momento óptimo en el que si hacemos bien las cosas deberíamos ver un crecimiento importante. Para 2023 tenemos un cronograma bien cargado de proyectos. Uruguay existe en el mapa y está bien posicionado.

«Tenemos la capacidad para pensar en dar un salto»

¿Cómo ve hoy a la industria audiovisual en Uruguay?

Estamos en un momento bisagra. Podemos seguir haciendo las cosas como hasta ahora, pero estoy convencido de que tenemos capacidad para pensar en un salto, en duplicar o triplicar el volumen de producción en Uruguay, de desarrollar más contenidos propios, series, realidad virtual, metaverso. La demanda es altísima y no para de crecer. Desde el sector privado tenemos que ser conscientes de que depende de nosotros abrir mercados, traer clientes, y eso está pasando. Cuando esto empezó eran directores que querían hacer películas, hoy tenés directores que quieren hacer películas y tenés productores que quieren hacer películas para facturar. Todo convive, y está bien. Desde el sector público ya hay herramientas como incentivos, pero hay que coordinar mejor. Una cosa que es importante es la creación de la Agencia de Cine de y Audiovisual del Uruguay (ACAU), que se votó en la Rendición de Cuentas pasada, y tomaría el lugar del ICAU. La agencia tendría la posibilidad de trabajar de forma mucho más rápida, porque la nuestra es una actividad que va muy rápido.

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